Hogar -Privado

Otro día, un día más en esta vida, solo estoy en este mundo porque el destino así lo quiso, los dioses me tratan como un juguete, sé que ellos hablan a través de las personas y que particularmente me maldicen. Sé que por eso me apartaron de mis padres y me condenaron a crecer sola en las calles a merced de todo aquél que quisiera algo a cambio de su ayuda, ¿esto les divierte? ¿Esto es lo que tanto quieren? ¿Dónde están los misericordiosos dioses?

-Tonterías-

Dijo ella mientras se estiraba sobre la rama que era su casa en aquél árbol en medio del parque, bajó del mismo y empezó a asegurarse de que nadie la viera bajar, guardó sus cosas en el hueco que había debajo del tronco y se aseguró de que todo estuviera en orden, sonrió y entonces empezó a hacer como si hiciera ejercicios matutinos.

-Uno…dos…uno…dos-

Me muevo un poco, tengo que mantener mi cuerpo en forma, sino no podría correr tan rápido y los guardias me atraparían, terminaría encarcelada y quién sabe qué otras cosas más podrían pasarme, ojala pudiera tener el poder de defenderme, tomar la vida en mis manos y escupir al cielo para recibir mi “merecido”. Tomar lo que seguramente me arrebataron, pero eso no es lo que deseo, solo quiero poder comer cada día sin tener la constante preocupación de evitar sentir las tripas sonar.

-Pronto tendré hambre…-

No estoy acostumbrada a tomar desayuno pero a veces, solo a veces mis tripas piden comida desde temprano.

El calor era agobiante.

La pregunta que había acompañado al rubio toda la mañana se presentaba nuevamente ¿Que hacia vagando por las calles a esa hora? tenia una razón, su mente aun recriminaba este hecho y su cuerpo lo maldecía por someterlo a aquellas insoportables temperaturas, sin embargo, se había visto obligado a cumplir una de las tantas ordenes de su diosa la noche anterior y esta le había forzado a permanecer hasta esa misma madrugada trabajando; ahora, a esa hora de la mañana y después de haber pasado por el mercado se dirigía a su casa resignándose, desde que estaba comprando los suplementos necesarios, a que si quería alimentarse el mismo debería preparar su desayuno

Condenado recado del demonio.

Y el repentino cambio cambio de la canción que se escuchaba a través de sus auriculares fue el que le alerto de su alrededor, casi obligando al chico a observar bien su entorno, detallandolo porque había algo, que seguramente había visto hace unos segundos y no había razonado hasta ese momento, que pedía su atención y fue cuando su cuerpo giro que observó aquello que había llamado su atención.

Una chica de esbelta figura mas no muy alta, cabello largo, hombros estrechos...

Nad- No... ¡Demonios, No!

Aunque vagamente similar aquello era imposible y Ludo se negaba a torturarse aun mas, sin embargo, se pregunto el porque se acercaba a ella, el asegurarlo no era necesario, esa chica no era Nadia...

Y aun sabiendo eso el ubio se sorprendió a el mismo sentándose cerca de la chica, observándola fijamente.

¿Quien eres...?

Estaba terminando de realizar mis ejercicios cuando escucho unos pasos, pienso por un segundo que quizá sean guardias alertados de mi presencia o algún depravado sexual que viene a molestarme, había preparado mi puño para plantárselo en la cara cuando este se acercara pero me detuve a centímetros de su rostro, abrí los dedos como un "boom"

-¿Quién pregunta? ¿Te importa? digo, estás en mi casa-

Le respondí dando unos pasos hacia atrás, lo observé de arriba a abajo, me pregunto quién es y qué hace aquí o porqué se me acercó tan derrepente, lo observo con cierto recelo y desconfianza.

-¿Qué es lo que buscas? ¿Se te perdió algo? Hay muchos otros árboles...es un parque-

A la defensiva, sí, así me encontraba yo, no entiendo porqué este hombre piensa que puede acercarse sin mayor reparo y más aún exigir mi nombre de esa manera y en mi casa, ¿quién se ha creido? ¿quién es?

-Si te digo mi nombre, ¿te irás?-

En ese momento noté que el chico estaba escuchando o tenía algo de tecnología consigo, lo observé detenidamente y suavisé mis facciones, tuve una bonita sonrisa en el rostro y me senté a su costado.

-Perdona, me levanto de muy mal humor, soy Sasha, ¿y tú?-

Le dije amablemente y le saqué la lengua tiernamente y divertida, realmente me había dado un susto. Él no podía ser un depravado sexual ni mucho menos un guardia.

Era por lejos una extraña chicha y solo le había bastado dos segundos en su presencia al rubio para saberlo con buenas bases. Su reacción lo había sorprendido, después de todo uno usualmente no encuentra a una chica de adorable apariencia a los pies de un árbol alegando que aquel era su hogar y al escuchar eso el chico no pudo evitar ver a su alrededor buscando algún indicio que indicara el camino a una casa o algo. Pero nada...

Lo que ves es lo que hay.

Y de ser así el tan aclamado hogar de la chica seria aquel gran árbol que para ese momento los cubría a ambos del ardiente sol cual sombrilla. La vista del rubio viajo hasta lo alto del árbol preguntándose como una chica tan menuda tenia la fortaleza para escalar a ese sitio que ella llamaba "hogar" y le fue imposible detener aquel sentimiento de familiaridad con la peli-rosa, después de todo de niño el tuvo que hacer cosas similares para sobrevivir y ante la actitud defensiva de la otra solo sonrió al recordarle a cierto pequeño malcriado.

Nada busco y si, quizá si lo se mi curiosidad desaparezca y me vaya.

Mentira. El mismo sabia, al oír el gruñido que su estomago daba y el cual era secundado por uno proveniente de la pequeña chica, que no se iría dejando a la hambrienta chica morir por inanición.

Es un placer Sasha. Mi nombre es Ludo y... a riesgo de sonar con un depravado, lo cual no soy ¿Gustarías de acompañarme a desayunar?

Los auriculares eran retirados de sus oídos y guardados en uno de los bolsillos de su pantalón, su mirada estaba centrada en el delicado rostro contrario y cuando se puso de pie haciendo una silenciosa invitación espero que la chica aceptara.

Haré algo de comer. Tostadas francesas o algo así... Sígueme Sasha.

Lo escuché, así que era un rubio con mucho tiempo libre que vaga por los parques conversando y preguntándole a jóvenes menuditas cómo se llaman, nada sospechoso, nada sospechoso, claro está. No pude evitar sonrojarme al escuchar mis tripas, desvié la mirada, realmente deseaba comer algo, pero él me retenía aquí, deseaba ir a robar algo. Aunque su reproductor...podría ser vendido en los mercado negros si me hacía con él, pero ya me había dicho su nombre.

-Ludo, un gusto...-

Entonces escuché aquella pregunta, claro claro. Un depravado jamás aceptaría que es un depravado, me estaba invitando a desayunar, no sé si aceptarlo, pero bueno. Mi estómago me va a doler si no como algo.

-De acuerdo, pero que sea rápido, no quiero que la gente me vea contigo...ya sabes, podrían pensar que estamos juntos y te insultarían, soy una...rata o así me consideran-

Me puse de pie imitándolo, lo observé detalladamente, leyendo por dónde podría atacar.

-¿Cocinar? ¿Qué no vamos a un local?-

Mi alarma sonó en ese momento, sabía que tenía que tener cuidado.

-¿A dónde me quieres llevar? ¿Seguro que no eres un depravado sexual? Uno de esos no aceptaría serlo-

Lo seguí, ya no importaba nada, conseguiría comida y luego de eso vería la forma de huír, como siempre lo he hecho ante el peligro, tenía que estudiarlo, aunque siendo francos, este hombre no me inspiraba miedo, solo algo de desconfianza, parecía raro.

-Ludo, ¿quién eres? ¿a quién sirves? ¿Vives en Rodorio?-

Le pregunté, nunca antes lo había visto ni si quiera comprar cosas en el mercado, quizá solo serían mis ideas locas o habría pasado de él.

Al observar la afirmativa algo dudosa de la chica una sonrisa se adueño de su rostro y sus pasos se encaminaron a aquel departamento que ocupaban ellos, Althea, Enzo y el, cuando necesitaban permanecer algún tiempo en ese lugar, ese que por los momentos solo estaba utilizando el. Ya nuevamente bajo el sol la piel de Ludo bajo unas cuantas décimas a su temperatura para poder soportar el calor, las bolsas con lo que había comprado en el mercado se balanceaban de un lado a otro mientras se posicionaba junto a la chica para indicarle que camino seguir. La atención de rubio estaba un poco dispersa puesto que si era cierto que Aidan seguido lo molestaba por ser "demasiado confiando" ni el mismo se lo creía tanto como para invitar a una desconocida a su casa, le parecía curioso, sin embargo no le preocupaba.

Y de ese estado lo saco la afirmación de la chica, la cual lo obligo a observar a ver si alguien los observaba con rareza y, se ser así, mandarlo al diablo.

¿Rata? No quiero contradecirte pero me parece que eres.... completamente humana.

Una sonrisa divertida viaja por su rostro mientras mira a la chica antes de verse atiborrado de preguntar y soltar una carcajada por el infantil ingenio de su acompañante. Se tienta de tomarle el pelo y, Demonios si no lo hará.

Bueno, he de admitir que soy un depravado, te atraigo con comida y te encierro en mi departamento... Y como dije, Soy Ludo... No puedo decir para quien trabajo, soy un depravado ¿no?

El claro tono de burla en su voz buscaba desmentir aquellas tonterías ya dichas, y la risa aun bordeaba sus labios cuando comenzaron a subir al apartamento e ingresaron en este. El, un poco exagerado, departamento les dio la bienvenida y los gustos de su dueña eran claramente reflejados. Althea se había esmerado en decorar aquel lugar reutilizando miles de cosas y obligandolo a él a restaurar tras miles... El resultado era una cargada pero significativa decoración. Ofreció espacio a la chica para que entrara y se encamino a la cocina para comenzar de inmediato.

Ponte cómoda, estar en un segundo.

Era tarde y ambos morían de hambre después de todo...

Lo observé con recelo, aunque si hasta ahora no ha pasado nada malo no debería sentirme tan desconfiada pero quizá he tenido suerte con las personas, quizá solo ha sido eso, el rubio decía que yo era humana. Bueno, como no le he robado, no me ve como los otros sí, no conoce mi verdadera naturaleza, por eso tiene tan buen concepto. Hice un puchero porque se reía de mí, pero entonces lo dijo y me quedé congelada.

-Espera, ¿qué?-

No sabía o no podía encontrar el sarcasmo en sus palabras pero su "tono" me ayudaba un poco apensar que quizá estaba bromeando, quizá o solo estaba probando cómo reaccionaría si realmente me confesara sus crímenes y verdaderas intensiones, aunque podía sentir cierta "burla", pero por fin llegamos a un lugarcito, quizá su hogar, no lo sé, pero vi que era un apartamento y pues estaba lleno de cositas...cositas para robar.

-Vaya...bonito lugar-

Comenté mientras observaba detenidamente cada rincón, identificando zonas/rutas de escape para poder irme rápido, evaluando cada objeto para saber cuál valía la pena robar y qué tan pesado sería de cargar. Todo esto mientras avanzaba. Lo vi irse, quizá era el momento de tomar algo de valor rápido e irme por la puerta pero ya que estaba aquí como invitada, podría esperar un poco más para eso.

-Vale...-

Contesté, mientras me acomodaba en una silla, observaba todo, habían chucherías y otras cosas de valor. No veo fotografías, ¿quién vive en esta casa? Solo notaba cosas como cosas recicladas pero claro, habían obejtos brillantes que llamaron mucho mi atención, pero debía esperar el momento justo, aunque quizá si me llevo algún adorno y escapo...

-No-

Me dije tajante, entonces me quedé esperando a que el Rubio amigo volviera, Ludo era un chico, un chico en un apartamento grande, ¿qué intensiones tenía? ¿cuál era su cometido? ¿qué era lo que deseaba? Tenía muchas preguntas, pero no iba a formularlas todavía, menos cuando siento cómo mis tripas rugen por algo qué comer.

-Una fruta basta, Ludo...-

Le digo en un intento de que vuelva pronto, no me gusta la sensación del hambre.

Ludo era rápido con las manos y ya estaba acostumbrado a luchar con las demandas caprichosas de varias personas, después de todo uno no podia hacer esperar a su novio o a su diosa mientras estos estuviesen hambrientos; En unos minutos ya tenia todo preparado, el pan se freía mientras el cortaba y lavaba las frutillas... el aroma inundaba toda la habitación aumentando, de ser posible su apetito...

No creo... aun con ese pequeño cuerpo, que con una fruta estés completamente satisfecha. Ademas, no me supone ningún problema...

A esa frase la acompaño el chico colocando el trabajado plato frente a su acompañante, para luego encaminarse nuevamente a la nevera por algo de tomar.

Espero te guste el jugo de... ¿Que sera esto?

Comienza a revisar el frasco, el color no se distingue por lo que es difícil descifrarlo, sin embargo arquea las cejas, eleva sus hombros y restandole importancia lo coloca sobre la mesa junto a un par de vasos, cubiertos y servilletas, llevando también un poco de agua, solo por si a las...

Espero sea de tu agrado Sasha.

Aun con la curiosa situación le parecía interesante la, un poco fuera de lugar, confianza con la que trataba a la menuda chica y por un segundo el pensamiento de si eso molestaba a la joven paso por la mente de Ludo, sin embargo rápidamente había sido descartado puesto que Sasha no había mencionado nada al respeto y no planeaba complicarse por eso ahora que ya la había tratado con familiaridad

A riesgo de incomodarte... ¿Exactamente, como es que vives en el parque? Lo mencionaste antes...

Aquello había llamado su atención desde el primer momento.

Estaba algo impaciente, me ponía nerviosa que la gente me dejara sola, pero escuché algo como metálico y un sonido como de fritura, recuerdo que mamá me preparaba comida también así, es triste recordarla. El olor de la comida empieza a llenar mis pulmones, esto me genera claro una sensación de malestar porque recuerdo que son pocos los días en los que voy a poder comer como una persona decente. Tengo seguramente una expresión de "ñam ñam" porque me da hambre, las tripas me suenan un poco.

-Vaya...gracias-

Observé el plato frente a mí, sentía que me derretía ante el aroma, tomé los cubiertos y comí como la gente normal, sí, tengo modales pero no suelo usarlos porque bueno...solo como frutas y algunas veces pan si es que encuentro alguno quemado. La primera probada fue magnífica, el sabor de la comida que me estaban ofreciendo, caliente y tibia, sabrosa y exquicita, no había forma de poder definir el mar de sensaciones que se me estaba brindando, era realmente delicioso.

-Ñom ñom ñom ñom-

Estuve comiendo por un buen rato mientras él me hablaba y se movía, no iba a contestarle hasta que terminara mi comida, luego de unos breves instantes terminé de comer, realmente saboreé hasta lo último con la esperanza de poder recordar este momento en mi vida, no quiero y no voy a volver a probar algo tan delicioso como esto, tampoco espero vivir pensionada en este lugar ni mucho menos hacer algo que genere mi estancia.

-Gracias por la comida-

Dije educadamente, bebiendo el jugo extraño y secandome los labios con la servilleta.

-Vivo en la rama más alto del árbol central del parque, ahí tengo guardada fruta cuando no logro conseguirla en el mercado, hay días en los que no deseo hacer mucho, días en los que solo quiero sentarme a descansar o pensar en mil cosas, entonces esos días son los que no me generan comida y por eso tengo  algo almacenado; lamentablemente la gente como yo que vive en la calle terminamos robando, ya sea frutas o alguna que otra ropa, lo que llevo puesto pude obtenerlo hace un par de días, no me preguntes cómo logro mi aseo o cómo es que no me mantengo tan sucia como otros, hay ríos y soy lo suficientemente lista como para no terminar siendo llevada por la corriente-

Parpadeo un poco, lo observo detenidamente.

-En este mundo cruel y miserable, cada quien encuentra la forma de sobrevivir, no soy quién para ser juzgada, solo soy un sobreviviente-

Finalizo mirándole, no deseo que me juzguen pero no lo culparía de hacerlo.

La comida que había en ambos platos desaparecía rápidamente, no por nada había servido una gran cantidad; La joven chica comía tan aceleradamente como el, aun así sus movimientos eran delicados y cuidadosos tal como una dama.

Tener hambre, no saber a donde ir, llegar a un punto donde solo te queda sumirte en un abismo del cual crees no poder salir, rendirte... Ludo había pasado por eso.

La imagen de aquel que lo había cuidado durante su infancia volvía a su mente clara, tanto como si lo hubiese visto en persona recientemente, pero era imposible... Oleg había muerto y ese era un hecho que no podia olvidar teniendo en cuenta que el también lo había hecho... Sin embargo, ¿Como soportaba Sasha la soledad que infringía su situación? ¿como soportaba el silencio, las miradas a la nada mientras esta te respondía que no le importabas...?

Una chica de hierro.

Unos brazos fuertes como el hierro y unas piernas como el acero sostenían a esa aparente delicada joven. Era mas fuerte que cualquier y eso hizo sonreír al mayor.

Juzgarte seria juzgar una parte de mi... Eres joven, pequeña y aparentemente débil pero has sobrevivido en un mundo donde la mayoría decide rendirse ¿Por que habría de juzgarte? Deseas vivir y... de alguna manera eso es mas de lo que puedo entender.

Los ojos del menor fijos en los contrarios, las ideas pasando por su mente mientras otras se atascaban en su garganta. En un principio se había acercado a la joven por su parecido a aquella amiga a la que había perdido, aquella a la que extrañaba, a la que aun ahora buscaba; ahora se replanteaba esto porque esa mujer que se encontraba frente a el era tan fuerte como para despertar su interés.

Si... Sin duda es un mundo cruel y miserable... Pero he conocido persona que me niego a olvidar, al parecer, seras una de ellas...

Me quedé observando a Ludo un par de segundos, pensando y pensando en qué era lo que tenía él planeado, mencionó que habían personas que él no iba a olvidar y que yo sería una de ellas, lo observé tomé los trastos y localicé el lavabo. Empecé a lavar las cosas, no iba a permitir que él limpiara todo el desorden que había generado para darme gusto, ya limpios los dejé escurriendo.

-Gracias por la comida, ahora...dime, ¿hay algo de lo que quieras conversar conmigo?-

Soy franca, observo unos instantes las bellas artes que decoran el sitio, supongo que las personas que viven aquí o Ludo ama la música y las artes, me preocupé un poco, parpadeé un par de veces más y entonces recordé algo.

-¿Tocas algún instrumento?-

Pregunté, tengo escrúpulos pero en estos momentos solo tengo una preocupación, aunque Ludo es una buena persona, siendo algo de culpa al trazar mi plan, una manera errónea pero es la forma más adecuada y rápida, además de efectiva.

-¿Te dije ya que tu comida estaba deliciosa? Nunca había comido algo tan rico, debería aprender de ti Ludo, dime, ¿vives aquí solo?-

Comenté mientras seguía observando los muebles del lugar.

El observar como la su acompañante se levantaba y tomaba los utensilios que había utilizado debió alertar al herrero, sin embargo estaba relajado y aun cuando su invitada lavaba los trastes no hizo ademanes de detenerla y solo cando esta se encontraba frente a el noto lo inusual del asunto, lo grosero que pudo ser aquello y lo tonto que fue no evitarlo. Un suspiro abandono sus labios al saberse medianamente culpable.

El también se preguntaba eso. ¿Par que había arrastrado a la chica a su hogar? ¿Planeaba plantearle hipótesis con escaso atisbo de realidad? Ella no era Nadia, por mucho que se pareciera la busqueda de su amiga debía seguir porque aquella hermosa joven delante de el no merecía ser sometida a el escrutinio del rubio.

Nada serio, solo una charla ligera... no es como si te hubiese traído acá tras un maquiavelico plan Sasha

Una suave risa acompañaba salio del joven llenando todas las esquinas del departamento al pensar en primer lugar que Sasha era demasiado cuidadosa para luego recordad que era la primera vez que se veían y el era el que tomaba demasiadas confianzas con la joven mujer.

Lo toco, aunque solo es una armónica... es esta.

Y frente a ambos, en la áspera mano del joven se encontraba aquella mencionada armónica que mas que un instrumento era un recuerdo y un recordatorio constante de los sucesos de "aquella noche", esa en la que se había reencontrado con el meno, conocido a Althea y tomado la preciada armónica de Oleg, después de todo no es como si Oleg fuese a usarla nuevamente. La deposito en la mesa en una clara invitación a que podia tocarla si gustaba...

No vivo solo, no parte del tiempo por lo menos... Usualmente estoy en Siberia, vivo ahí con mi amante cuando el tiene tiempo y yo también estoy libre, de resto vivo con... unos amigos, la dueña de esta casa y un par de compañeros mas... Es extraña la ocasión en la que me encuentro totalmente solo, quizá por eso te invite a desayunar conmigo.

Escuché a Ludo, así que me había traído a su casa para alimentarme y darme por un periodo breve de tiempo un techo, comprendía entonces su buena fe con la humanidad aunque algo me dice de que existe más de una razón por la que me habló en primer lugar, lo observo de arriba a abajo, no parece una mala persona, es más...podría jurar de que es alguien digno de confianza y de buen corazón, sus ojos transmiten calidez y comprensión, ¿qué clase de persona es? ¿a quién puede servir tal personaje? ¿por qué me ayudó? No lo comprendo, suspiro ante estas reflexiones y me quedo mirando el vacío, pero el resplandor de la armónica me despierta, me trae de vuelta a la realidad, un momento basta para que medite al respecto de lo planeado en mi cabeza, ¿podría hacerlo? Sí, estaba en todo mi derecho pero, ¿por qué? Si había sido tan bueno conmigo, no sentía que tuviera derecho alguno. Reía alegremente, como si no tuviera preocupaciones.

-Es muy bonita, ¿qué significa para ti?-

Le pregunto y entonces mi atención se ve desviada por su comentario, ¿él tenía pareja? ¿Y no era una ella sino otro él? Eso quiere decir que Ludo era...homosexual, vaya. Siempre tenía en mente de que los chicos más lindos terminan teniendo esos gustos pero francamente no pensé que él tuviera esos gustos. Por lo menos me da una idea de cómo trataría a su pareja.

-Así que eres homosexual, una sorpresa, ¿y él te trata bien? ¿te quiere mucho? ¿te entregó por completo su corazón?-

Hago una pregunta tras otra mientras observo y tomo la armónica, examinándola con cuidado, notando cada detalle, cada pieza y cada inscripción, el relieve está muy bien trabajado, tiene grabados y buen acabado, debe valer lo suficiente como para no pasar hambre un par de meses, pero es de Ludo y debe ser importante para él, ¿qué es lo que puedo hacer?

-Ludo, pareces algo distraido, ¿estás pensando en alguien? ¿Estás recordando a alguien? ¿Me haz ayudado porque te recuerdo a alguien? Te he observado y me miras de una manera muy rara, como si intentaras encontrar algo dentro de mí o quisieras ver a alguien, ¿qué ha pasado?-

Seguía observando el instrumento y de vez en cuando buscaba la mirada de Ludo, el contacto visual en estos momentos es sumamente importante.

Aquella era una pregunta que el rubio no esperaba ¿Que significaba para el...? claramente significaba pero... ¿Por que ella lo creía así? era un instrumento y si bien se lo había enseñado a varias personas esa pregunta nunca había salido a colación, eso fue lo que ocasiono que aquella sonrisa se adueñara del joven, observadora y precavida ¿Quien era exactamente Sasha?

Bueno, fue un regalo de... mi padre; A el le gustaba tocarla y cuando aprendí fue casi natural que en algún momento llegase a mis manos...

El recuerdo de su padre aun vagaba en su mente de vez en cuando, la culpabilidad no formaba parte de sus pensamientos porque, después de todo, aquel era el camino que había decidido seguir junto a Aidan y eso era algo de lo que jamas se arrepentiría. Lo amaba y lo amaba tanto que aquellos momentos en los que se rompía los veía como cosas a las que había sobrevivido su relación, lo amaba tanto que no le importaba romperse con tal de ser querido por el menor, tanto que no le importaba que amara a otro...

No se si me definiría totalmente homosexual ya que aun cuando he amado a Aidan por muchísimos años, hasta que estuvimos juntos nunca había estado con un hombre y no es que fuese ni remotamente un santo, Sasha.

La sonrisa que adornaba sus labios demostraba aquello, aun en aquellos años había sido activo sexualmente ya que Aidan era un ser prohibido, intocable y aun cuando el había pasado ligeramente la linea que se trazaba entre ellos cuando creció se tacho de idiota y se alejo; Ai lo trababa bien, lo amaba tanto como Ludo a el pero...

Es... complicado. Aun cuando su corazón no lo desea su mente clama por alguien mas... No es algo que ninguno de los dos pueda evitar, no es algo que pueda recriminarle tampoco ya que es la consecuencia de intentar salvar una parte importante de mi vida...

Aquella sonrisa juguetona y sensual había sido reemplazada por una apacible, enigmática y triste; Ese recuerdo aun viajaba por su mente con la clara intención de volverlo loco y recordarle cuan débil había sido y ahora aquella chica aparecía recordandole a la única amiga que había luchado por conservar.

¿Que puedo decirte? Soy un buen samaritano, pero ya que causa duda en ti... No es del todo falso que me recordases a alguien, ese fue el motivo por el que me acerque a ti, sin embargo, todo lo que ha pasado después es simplemente porque eres tu. Esa persona no esta y se que no volverá.

O por lo menos eso decía. Aun ahora pasaba días buscando a aquella chica peli-roja que había sido su confidente y su protegida. Aun ahora era duro...

Y hablando de parecidos... ¿Que... ha pasado con tu familia, Sasha? ¿Por que estas sola aun cuando eres solo una niña...?

¿Curiosidad? ¿instinto paternal? Quien sabe, sin embargo sonrió suavemente al recordar que aquello siempre salia a flote en sus discusiones on Aidan, el menor lo culpaba de entrometido, quiza lo era..

Lo sabía, este era un objeto preciado para Ludo, la armónica era de su padre, en algún momento sentí envidia de que él pudiera tener algo de su familia que lo reconfortara, yo por otro lado solo tenía un gancho, que había terminado en mis manos gracias a una amistad que terminó siendo falsa; el primer amigo que tuve y el único al que le permití traicionarme. Luego de ese chico nadie más se ha atrevido a hacerlo. Ludo hablaba conmigo sobre su romance con un tal Aidan, no sé exactamente a qué se refiere pero está bien, está soriendo y parece quizá feliz. Mas él hizo una aclaración que me dejó consternada.



-¿Cómo puedes amar a alguien con tu corazón y que tu mente clame por otra persona? Salvar una parte de tu vida, condenándote a sufrir de esa manera, tienes una lógica muy rara...Ludo-

Parecía estar sufriendo, notaba tristeza en su tono y su rostro no lo desmentía. Se presentó a sí mismo como un buen samaritano, sí lo era como muchas personas buenas. Pero por fin obtuve una respuesta "concreta", me ayudó por parecerme a otra persona, sabía que había algo detrás de todo esto pero bueno.

-¿Murió? Aún muerta podrías ir con Hades y pedirle que te la regrese...ya sabes como en las historias antiguas, recuerda no mirar atrás-

Pregunté sin tacto. Su última pregunta me tocó en un lugar en mi corazón que creía que no tenía. Desvié la mirada y toqué mis brazos con cierto temor, intentando quizá reconfortarme, hablar de mí era algo que no me gustaba, más que nada porque hacerlo implicaba recordar y eso era lo que menos deseaba. Fácilmente, podría decirle a Ludo que no quería hablar de eso pero habíamos llegado a un punto en el que estaba más que nada preocupada por la situación.

-Estoy sola desde el accidente en la tienda, mis padres fueron víctimas de un robo y mamá me dijo que me fuera del lugar en lo que ellos liaban con los problemas, busqué ayuda pero fue inútil cuando regresé ya no se podía hacer nada, mamá estaba en el suelo en medio de un charco de sangre...papá también, ella usó sus últimas fuerzas para decirme que fuera a Rodorio que allá encontraría la ayuda que necesitara porque mi familia estaría allí, le pregunté a quién debía buscar pero antes de decirme algo pasó a mejor vida-

Solté un largo suspiro, realmente era duro y no lo había hablado en muchos años.

-Llegué a Rodorio y no supe qué hacer, aprendí las malas mañas para sobrevivir en esta ciudad. Había una joven que siempre los domingos venía a la plaza a dar pan a las personas, una buena persona, todos queríamos ser adoptados por alguien como ella, quería tener lo que tenía...personas a mi alrededor, una buena posición económica y un lugar al qué llamar hogar. Pero el mundo es cruel, las personas más buenas siempre tienen un destino trágico, por ejemplo, se rumorea que la desgracia llegó a su familia el día que decidió vestir una armadura y servir a los dioses; no puedo entender si era tan feliz como vendedora de pan y vino, ¿para qué servir a un dios? Quizá pensó en proteger a su familia pero vamos, exponer tu vida de esa manera...finalmente, pagó factura, todo el pueblo sabe que relacionarse con dioses no es bueno y ella no se abstenía a realizar comentarios negativos sobre ellos, se rumorea que por eso los dioses la castigaron haciendola enloquecer y destruyendo a su familia-

Sentí un estremecimiento, ¿también había sido castigada por los dioses? Por eso era que estaba tan sola en el mundo. Tendría sentido pero no creo que fuera así.

-No recuerdo su nombre, parecía una buena chica. Si sirves a un dios deberías pesartelo bien Ludo, podrías haber cometido el peor error de tu vida, prefiero mantener el perfil bajo y no ponerme bajo el mando de uno. Quiero tener una vida normal supongo...ser libre, tengo ya un estilo de vida definido y así está bien-

Jugué un rato más con la armónica, estaba tentada pero no quería hacerlo, por otro lado, estaba en mi naturaleza ser una vil rata, así me habían catalogado y tenía que aceptarlo, ¿eso era no? Quizá...solo un esfuerzo más.

-Hay muchas personas en el pueblo que son buenas y otras que son malas, hay personas que son buenas pero que se vuelven malas y viceversa, resulta curioso. Hoy quizá sea una vagabunda pero quizá mañana lo tenga todo, irónico sería que luego cuando lo tenga todo me sea arrebatado sin miramientos, porque la vida es así...no se puede confiar en nadie. Y sobre mi familia en Rodorio, jamás la encontré, supongo que las noticias de la muerte de mi familia no llegó a sus oidos o no les importó, me da igual...así estoy bien-

Le aseguré. Tomé aire y entonces desvié la mirada.

-¿Contesta a tus dudas?-