Una flor renace [privado]
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Una flor renace [privado]
Me he perdido...
El cielo se teñía de suaves tonos rosáceos, imitando quizás la belleza de las flores. Los caminos se desdibujaban ante la mirada de ojos perdidos, mientras se extendía el atardecer, arropando todo en su abrazo acogedor. Alzó la joven de violácea melena sus manos pequeñas sosteniendo entre los dedos un ramillete con pequeños pétalos marchitos. Sostenía con ternura la muerte, como si fuese una frágil criatura, ignorando quizás que la fragilidad recaía en ella.
¿Dónde estás, amor?
Le gustaba caminar de un lado a otro, no podía permanecer quieta en un único lugar, su naturaleza no se lo permitía. Pero algo si podía hacer... apaciguar su energía cósmica hasta un punto casi imperceptible. Se movía como una pequeña y joven doncella, vagando entre los bosques, sin dejar prueba alguna de que realmente se encuentre sobre la tierra. Era una habilidad que toda deidad renacida en un humano podría alcanzar, si quisiera esconderse de algo, pero en su caso no se escondía de nadie. Los acontecimientos llegaron a ahogar lo que su humana entidad soportó. Y la oscuridad que dormía en Sophie la cegó, dejándose perder entre hilos de sangre, sin poder recordar siquiera... su camino.
Empezó a entonar una triste melodía, tarareaba con dulzura hasta recordar lentamente la letra de la canción. El tono aniñado de su voz podría lograr atrapar cualquier alma desafortunada, dejarla en un vacío inexistente y envolver su mente en ilusiones pasajeras. Así se sentía, como un pequeño pájaro carpintero, cuyo pico envenenado marchitaba la vida de sus seres amados; como el cielo rosáceo, cuya belleza solo dura un par de horas hasta entrada la noche.
Iba descalza, dejando que sus pequeños pies sintieran la tierra húmeda entre sus dedos. Y las figuras de sus ninfas iban detrás de su sombras, como pequeñas mariposas revoloteando cerca de su doncella.
Los ojos de Sophie eran distintos a su antiguo mirar ingenuo; rojos como la sangre de los mortales y unas finas hendiduras, como los orbes gatunos, mostraban un mirar diferente a cualquier otro. Sus ojos despertaban inquietud y un poder oculto, algo que no podría mantener bajo cadenas. Una flor renacía.
Ven, pequeño pájaro carpintero...
Y sonrió. Mostrando amplia y dulcemente una sonrisa infantil. Pues, no estaba sola.
El cielo se teñía de suaves tonos rosáceos, imitando quizás la belleza de las flores. Los caminos se desdibujaban ante la mirada de ojos perdidos, mientras se extendía el atardecer, arropando todo en su abrazo acogedor. Alzó la joven de violácea melena sus manos pequeñas sosteniendo entre los dedos un ramillete con pequeños pétalos marchitos. Sostenía con ternura la muerte, como si fuese una frágil criatura, ignorando quizás que la fragilidad recaía en ella.
¿Dónde estás, amor?
Le gustaba caminar de un lado a otro, no podía permanecer quieta en un único lugar, su naturaleza no se lo permitía. Pero algo si podía hacer... apaciguar su energía cósmica hasta un punto casi imperceptible. Se movía como una pequeña y joven doncella, vagando entre los bosques, sin dejar prueba alguna de que realmente se encuentre sobre la tierra. Era una habilidad que toda deidad renacida en un humano podría alcanzar, si quisiera esconderse de algo, pero en su caso no se escondía de nadie. Los acontecimientos llegaron a ahogar lo que su humana entidad soportó. Y la oscuridad que dormía en Sophie la cegó, dejándose perder entre hilos de sangre, sin poder recordar siquiera... su camino.
Sophie's song
Empezó a entonar una triste melodía, tarareaba con dulzura hasta recordar lentamente la letra de la canción. El tono aniñado de su voz podría lograr atrapar cualquier alma desafortunada, dejarla en un vacío inexistente y envolver su mente en ilusiones pasajeras. Así se sentía, como un pequeño pájaro carpintero, cuyo pico envenenado marchitaba la vida de sus seres amados; como el cielo rosáceo, cuya belleza solo dura un par de horas hasta entrada la noche.
Iba descalza, dejando que sus pequeños pies sintieran la tierra húmeda entre sus dedos. Y las figuras de sus ninfas iban detrás de su sombras, como pequeñas mariposas revoloteando cerca de su doncella.
Los ojos de Sophie eran distintos a su antiguo mirar ingenuo; rojos como la sangre de los mortales y unas finas hendiduras, como los orbes gatunos, mostraban un mirar diferente a cualquier otro. Sus ojos despertaban inquietud y un poder oculto, algo que no podría mantener bajo cadenas. Una flor renacía.
Ven, pequeño pájaro carpintero...
Y sonrió. Mostrando amplia y dulcemente una sonrisa infantil. Pues, no estaba sola.
Kore- 61
Re: Una flor renace [privado]
No existían lazos vivos más que el de aquel amante perdido, pero como se había desligado casipor completo de aquel sentimiento su alma parecía estar libre ahora, por fin, ya no había mascara, no necesitaba fingir algo que no era, que no deseaba ser, era parte del mundo que Hades le había ofrecido, como si fuese un regalo aquel dios había abierto la jaula en la que había permanecido encerrado tanto tiempo, era más que solo lealtad la que ahora le ofrecía.
Mi cuerpo descansaba en una rama alta, lo suficientemente fuerte como para sostener mi peso y el de cachorro de lobo que descansaba en mi regazo, su color era blanco y resaltaba bastante contra mi atuendo negro, acariciaba tras sus orejas, parecía emitir un sonido parecido a un ronquido, ya era costumbre perseguirlo a algún lado, siempre tenía algo preparado, lo sabía porque éramos uno en aquel momento.
La mano izquierda colgaba, oculta por la manga larga de mi ropa, mientras que la derecha no poseía manga para ocultar la piel blanca. Me pregunte porque me había traído hasta aquí, quizás solo querría descansar un poco y este lugar le traía esa tranquilidad que el abrumado infierno no le brindaba. Entonces escuche una voz lejos, aniñada y como si estuviese esperando Ghost se despertó de golpe y me mordió para que prestara atención.
Seguí la canción con cautela para no ser visto, observe a la chica un rato antes de que ella se diera cuenta de mi presencia, me pregunte como había logrado darse cuenta de que estaba allí, iba a mantenerme oculto pero fue aquel lobo ahora en su forma pequeña quien salió corriendo hacia la chica como si la conociera de toda la vida, como si supiese quien era y sentándose frente a la muchacha movía la cola, si Nigromante no se ocultaba no tenia porque ocultarme, por lo que salí de mi escondite.
- porque sonríes?
Fue lo primero que note en su rostro al estar frente a ella, pero a una distancia bastante considerable, no tenía intenciones de acercarme tanto como mi compañero, no sabía quién era y por alguna razón mi cuerpo me impedía dar un paso más, como si me sintiese más seguro estando lejos de la mujer de ojos rojos, al mirarla note algo que hizo que me estremeciera, como si en aquella mirada encontrara algo similar a la muerte.
Mi cuerpo descansaba en una rama alta, lo suficientemente fuerte como para sostener mi peso y el de cachorro de lobo que descansaba en mi regazo, su color era blanco y resaltaba bastante contra mi atuendo negro, acariciaba tras sus orejas, parecía emitir un sonido parecido a un ronquido, ya era costumbre perseguirlo a algún lado, siempre tenía algo preparado, lo sabía porque éramos uno en aquel momento.
La mano izquierda colgaba, oculta por la manga larga de mi ropa, mientras que la derecha no poseía manga para ocultar la piel blanca. Me pregunte porque me había traído hasta aquí, quizás solo querría descansar un poco y este lugar le traía esa tranquilidad que el abrumado infierno no le brindaba. Entonces escuche una voz lejos, aniñada y como si estuviese esperando Ghost se despertó de golpe y me mordió para que prestara atención.
Seguí la canción con cautela para no ser visto, observe a la chica un rato antes de que ella se diera cuenta de mi presencia, me pregunte como había logrado darse cuenta de que estaba allí, iba a mantenerme oculto pero fue aquel lobo ahora en su forma pequeña quien salió corriendo hacia la chica como si la conociera de toda la vida, como si supiese quien era y sentándose frente a la muchacha movía la cola, si Nigromante no se ocultaba no tenia porque ocultarme, por lo que salí de mi escondite.
- porque sonríes?
Fue lo primero que note en su rostro al estar frente a ella, pero a una distancia bastante considerable, no tenía intenciones de acercarme tanto como mi compañero, no sabía quién era y por alguna razón mi cuerpo me impedía dar un paso más, como si me sintiese más seguro estando lejos de la mujer de ojos rojos, al mirarla note algo que hizo que me estremeciera, como si en aquella mirada encontrara algo similar a la muerte.
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Re: Una flor renace [privado]
¡OH! No se molestó cuando una pequeña y albina bola de pelos saltó a su encuentro. En realidad, era como si lo estuviese esperando desde hacía mucho. Un encuentro casual. Se animó a jugar con el pequeño amigo mientras su sonrisa infantil se desvanecía como una línea tenue que se borraba con facilidad ante la presencia del joven. Ah... esa presencia, ese aroma, esa ausencia de vida mortal. Sentía la marca de su esposo sobre el alma de aquel joven, reconociendo el servicio que ahora prestaba bajo los infiernos, lejos de todo recuerdo humano.
Las ninfas se dispersaban como mariposas; unas se hacían agua, otras tierra, algunas flores... sabían cuando desaparecer, dejándolos en una cálida intimidad.
Ven, acompáñame a estar sola.
Su larga cabellera violácea se movió con el pasar de una leve brisa y las risas de las ninfas envolvieron la escena en un momento estremecedor, era como observar su colección de muchas estatuas vivientes. Lo que fuese que estuviese vinculado con Persephone denotaba oscuridad y luz en un juego de sombras. No cualquiera podría acostumbrarse a la complejidad de su dualidad. Era inquietante siquiera su presencia.
—Porque estás aquí.
Sus palabras irónicas reflejaban una confianza inexplicable, casi inverosímil. No se conocían, ni la deidad que dormía en su interior ni los rasgos de su mortal cuerpo, se habían topado antes con el extraño. Pero, esa esencia. ¿Cómo ignorar ese aroma? Tomó al cachorro entre sus finas y pálidas manos, reincorporándose. No temía que el desconocido percibiera su esencia inmortal, pero prefería seguir de incógnito por los momentos. Por ello dejó que la esencia humana de "Sophie" envolviera su entidad. Dio pequeños saltitos, hasta estar muy cerca del chico, notaba la incomodidad en la expresión ajena, gracias a su empatía con lo mortal.
Sus grandes y penetrantes orbes carmesíes envolvieron el cuerpo del chico.
—Me recuerdas a alguien... Pero esa persona todavía debe estar viva. ¿Sigues vivo? o ¿Hades te mordió la lengua?
Soltó una risilla infantil ante sus propias ocurrencias. Era todo un espejo de juegos y risas, pero más allá de ello, pocos daban con su lado más intimo, el lado más oscuro y vulnerable. Era la reina de los muertos...
Las ninfas se dispersaban como mariposas; unas se hacían agua, otras tierra, algunas flores... sabían cuando desaparecer, dejándolos en una cálida intimidad.
Ven, acompáñame a estar sola.
Su larga cabellera violácea se movió con el pasar de una leve brisa y las risas de las ninfas envolvieron la escena en un momento estremecedor, era como observar su colección de muchas estatuas vivientes. Lo que fuese que estuviese vinculado con Persephone denotaba oscuridad y luz en un juego de sombras. No cualquiera podría acostumbrarse a la complejidad de su dualidad. Era inquietante siquiera su presencia.
—Porque estás aquí.
Sus palabras irónicas reflejaban una confianza inexplicable, casi inverosímil. No se conocían, ni la deidad que dormía en su interior ni los rasgos de su mortal cuerpo, se habían topado antes con el extraño. Pero, esa esencia. ¿Cómo ignorar ese aroma? Tomó al cachorro entre sus finas y pálidas manos, reincorporándose. No temía que el desconocido percibiera su esencia inmortal, pero prefería seguir de incógnito por los momentos. Por ello dejó que la esencia humana de "Sophie" envolviera su entidad. Dio pequeños saltitos, hasta estar muy cerca del chico, notaba la incomodidad en la expresión ajena, gracias a su empatía con lo mortal.
Sus grandes y penetrantes orbes carmesíes envolvieron el cuerpo del chico.
—Me recuerdas a alguien... Pero esa persona todavía debe estar viva. ¿Sigues vivo? o ¿Hades te mordió la lengua?
Soltó una risilla infantil ante sus propias ocurrencias. Era todo un espejo de juegos y risas, pero más allá de ello, pocos daban con su lado más intimo, el lado más oscuro y vulnerable. Era la reina de los muertos...
Kore- 61
Re: Una flor renace [privado]
No comprendía porque Nigromante se comportaba así, no decía nada solo dejaba que la mujer lo acariciara, arquee una ceja aun manteniéndome a distancia observando, no sentía amenaza alguna, desvié la mirada a mi alrededor, por alguna razón tenía un mal presentimiento, como si algo no me gustara y no sabía si era algo en el aire o en la mujer que hizo que toda mi atención volviera a ella cuando hizo aquella pregunta.
- No lo sé… qué importancia tiene para ti?
Mi voz roso lo irrespetuoso, no me gustaba que me hicieran preguntas, realmente era una persona que no le agradaba hablar sino era con alguien en quien confiara o con el que me sintiera cómodo, fruncí el ceño y le hice una seña a Nigromante para que regresara pero este me miro y se quedó sentado al lado de la chica como si me ignorara, que le pasaba!?
Ella es tu reina… je je je ciego
Se estaba burlando, lo mire enojado y cuando la mire de nuevo un escalofríos recorrió mi cuerpo, como cuando estaba cerca de Athena, de esos que te obligan a mantenerte firme que sabes que la persona que tienes delante es a la que tienes, no, debes proteger con tu vida a toda costa… por eso sabia de Hades… acaso seria?
- Hades me ha mordido la lengua.
Di un paso atrás manteniendo la misma distancia cuando ella se acercó, Nigromante la seguía como si estuviese cuidándola, no pude evitar preguntarle, sabía que mi compañero jamás mentía con esas cosas pero aun así era como si no se lo creyera del todo, si era ella, Persephone realmente, porque no estaba con Hades? Porque había desaparecido, había estado al lado de él y cada vez que se tocaba el tema o algo le recordaba a ella este parecía sufrir en silencio, no era como si me importara realmente tenia mis propios problemas como para pensar en los de ambos.
El viento soplo con fuerza arrastrando consigo varias hojitas y ramas con él, cubrí mi rostro unos esperando que se detuviera, sentí que Nigromante volvía a mi lado como si ya se hubiese divertido lo suficiente burlándose de mí, solo esperaba que no fuese ella o iba a estar en problemas, creía que me iba a meter pronto en el ojo de la tormenta y mi cuerpo se estremeció un poco.
- No lo sé… qué importancia tiene para ti?
Mi voz roso lo irrespetuoso, no me gustaba que me hicieran preguntas, realmente era una persona que no le agradaba hablar sino era con alguien en quien confiara o con el que me sintiera cómodo, fruncí el ceño y le hice una seña a Nigromante para que regresara pero este me miro y se quedó sentado al lado de la chica como si me ignorara, que le pasaba!?
Ella es tu reina… je je je ciego
Se estaba burlando, lo mire enojado y cuando la mire de nuevo un escalofríos recorrió mi cuerpo, como cuando estaba cerca de Athena, de esos que te obligan a mantenerte firme que sabes que la persona que tienes delante es a la que tienes, no, debes proteger con tu vida a toda costa… por eso sabia de Hades… acaso seria?
- Hades me ha mordido la lengua.
Di un paso atrás manteniendo la misma distancia cuando ella se acercó, Nigromante la seguía como si estuviese cuidándola, no pude evitar preguntarle, sabía que mi compañero jamás mentía con esas cosas pero aun así era como si no se lo creyera del todo, si era ella, Persephone realmente, porque no estaba con Hades? Porque había desaparecido, había estado al lado de él y cada vez que se tocaba el tema o algo le recordaba a ella este parecía sufrir en silencio, no era como si me importara realmente tenia mis propios problemas como para pensar en los de ambos.
El viento soplo con fuerza arrastrando consigo varias hojitas y ramas con él, cubrí mi rostro unos esperando que se detuviera, sentí que Nigromante volvía a mi lado como si ya se hubiese divertido lo suficiente burlándose de mí, solo esperaba que no fuese ella o iba a estar en problemas, creía que me iba a meter pronto en el ojo de la tormenta y mi cuerpo se estremeció un poco.
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