Now in the mornings i sleep alone [Priv.]

No estoy solo, no estoy solo…

Estaba soñando, un poco curioso siendo el caso de que yo era uno de los dioses del sueño, mi más grande miedo era la realidad que enfrentaba día a día, pero también una gran fortaleza porque no tenía preocupaciones más que por mi bien estar, no debía preocuparme por los que otros pensaran de mí, tampoco por hacer cosas para hacer feliz a alguien más, pero y entonces… porque me sentía tan solo?

Mi sueño no era más que el mismo de siempre, el pasado y las distintas versiones de “lo que podría haber sucedido si” que habrían hecho mi vida un tanto más diferente, un tanto más rosa como la que todos los humanos desean tener, no, no hablo de maquillarme y tirármelas de afeminado si no de encontrar la paz y la felicidad. Aquello lo tenía, y fueron mis acciones, mis actitudes, mi debilidad… aquellas que me dejaron sin nada, las que me dejaron compartiendo mis días de la mano con la soledad y la existencia ficticia de Natasha, la única persona que supo hacerme feliz con su amistad.

Si, si estoy solo…

Desperté en el lugar en el que había decidido pasar la noche, alado de un pozo a las afueras de Rodorio con un cuerpo a medio comer no tan lejos de mí, de aspecto repugnante, emitía un olor fétido que haría vomitar a cualquiera que lo respirase, estaba totalmente irreconocible, aunque cualquier curioso podría identificarle el género al menos viéndole la entrepierna, no comía el área de la coxis.

En mis brazos llevaba casualmente un brazo a medio comer al que se le veía la mayoría de los huesos. La carne ya estaba en mal estado al igual que el cuerpo del que provenía, el olor no me molestaba en lo más mínimo porque era algo a lo que ya me había acostumbrado.

Me levante entonces del suelo pastoso en el que me encontraba, me estire para recibir la mañana con el pie derecho, y por qué me dolía un poco los músculos con lo mal que uno dormía sobre algo que no fuese una cama.

Aun agarrando el brazo, tome asiento al borde del pozo de piedra, sin preocuparme por la sangre seca desparramada alrededor de mi boca, las manchas sobre mi ropa en mal estado o si cualquiera de los aldeanos se asomara a estos lares, y empecé a cantar una de esas canciones que escuchaba de mis mayordomos cuando era niño.

London bridge is falling down, falling down, falling down…

Mientras cantaba de la forma más tétrica humanamente posible, mi mirada estaba perdida entre el cielo y el horizonte, mis pies se movían al unísono del ritmo que repicaba en mi cabeza, al igual que el brazo ajeno que llevaba bien agarrado con la mano derecha.

London bridge is falling down, my fair lady…

Y así fue, de forma repetitiva sin señales de que detendría mi canto en algún momento.

Por los acontecimientos ocurridos en días anteriores, las almas que guardaba el cuerpo de Shlainn estaban en un gran dilema emocional y de poder, la Diosa por arrepentirse de algunas acciones en su vida mitológica, y la mortal por sentirse inútil ante un posible caos a punto de estallar.


Para calmarse, decidió la muchacha dar un paseo por el amanecer, pero eligiendo los lugares cercanos al Santuario de la Diosa Athena, solo para entretenerse y pensar en otra cosa.


Fue que mientras seguía caminando, vestida con un traje algo provocativo pero sencillo, corto, y con colores negros, dorados y blancos, empezó a sentir un olor extraño, fétido y nauseabundo.


Al sentir aquel olor, la dama sintió un escalofrío recorrer su cuerpo - Al parecer alguien falleció por estos lugares - dijo en voz baja mientras seguía su camino guiada ahora por el aroma.


Mientras seguía caminando empezó a escuchar la voz de un chico cantar, pero aquel canto era oscuro, mostraba ciertos sentimientos que la chica notó y que le llenó de curiosidad. Fue que minutos después había llegado al sitio, y vio a un joven cantando con sus ropas ensangrentadas y con un brazo desmembrado con el, mientras que el resto del cadáver estaba cerca de ahí.

-Es una linda canción la que interpretas - le habló la chica sin miedo pues Afrodita le infundía valor, pues sentía que aquel no era una persona ordinaria y quería saber más sobre el.

Pare en seco el recitar de la canción cuando escuche la voz femenina cerca, sentí su perfume colarse por mis fosas nasales y vi su cuerpo, llevaba un vestuario un poco provocativo para ser una de las jóvenes que vivían en Rodorio.

-Comida?

La voltee a mirar y ladee la cabeza, coloque una mirada un tanto perdida en la belleza de la mujer, sin embargo aun viéndola como una presa más, su ropaje solo me invitaba a degustar su carne. Sabrá bien? su perfume no indicaba lo contrario, aunque esos solo fueran químicos con olor a flores, aunque tenía esa extraña sensación, algo que venía muy dentro de mi que me indicaba que… eructe espontáneamente, tenía un gas que necesitaba salir desde hace rato.

-Mujer?

Murmure, no estaba seguro de como verla ni que hacer en este preciso momento, por lo que seguiría el juego del chico salvaje que no sabía lo que hacía y tire el brazo en el suelo, justo a un lado de la señorita, levantándome de mi asiento temporal y aproximándome a este, solo para desviarme a analizar un poco más de cerca a la chica con aspecto a prostituta de alto calibre.

-Comida?

Me agache, levantando un poco la ya de por si corta falda de mi acompañante, su ropa interior era prácticamente una invitación abierta a cualquier hombre interesado en dejarle el interior lleno de sus mas profundos deseos, sin embargo también me daba a entender que esta chica era de todo menos una santa, y que no debía dejarme llevar por las palabras bonitas ni cualquier artimaña que se tenga entre manos, aunque no les voy a negar que me la echaría tan solo una vez, arriesgándome a contraer un sarpullido en la entrepierna.

-Mujer?

Me levante, dejando en paz su falda y poniéndome a sus espaldas, llevando rápidamente mis manos a sus pechos, a estas alturas de mi vida el manosear a una mujer no tenía nada que ver con que si empezaría a comer desde ahí, lo hacía solo para fastidiar, y por qué era un maldito depravado al que le gustaba sentir pechos en sus manos, aunque no estaba nada obsesionado por ellos la verdad.

-Mujer…?

La solté inmediatamente, yo tratando de ser precavido y lo primero que hice fue manosearla, ah… cierto… yo siempre hago ese tipo de cosas. La solté y camine a su alrededor haciendo un poco más de análisis, o eso simulaba hacer, hasta que me detuve frente a ella con una sonrisa inocente dibujada en mi rostro como si nada hubiese pasado.

Shlainn quedó en silencio solo al ver la reacción de aquel hombre, aunque claro se le hacía una persona demasiado extraña, y más por sus pésimos modales, pues aunque no lo demostrara a la chica le había dado algo de asco el echo de que aquel sacara el aire sin ninguna educación.


Luego cuando este se acercó y le alzó la falta, la chica no pudo evitar agachar la mirada solo para ocultar su pena y el color rojo de sus mejillas, pero por la influencia de la Diosa, se había quedado estática  y sin darle a aquel la merecida bofetada.

"Este hombre no es común, y no solo por las tendencias caníbales... ¿quien será en realidad?" - Pensaba la Diosa mientras se dejaba manosear por aquel desconocido... cosa que no le molestaba en lo más mínimo.

-Vaya forma de saludar... tocaste todo lo que quisiste y ni siquiera se tu nombre - dijo la mujer mientras que ponía una mano recargada en su cadera.

"¡¡Afrodita!!... ¿Como puedes estar tan tranquila?..." - el alma de Shlainn le estaba cuestionando, pero para evitarse líos, la Diosa disminuyó la conciencia humana de la dama tomando el control del cuerpo.

The butcher

Murmure en respuesta a su pregunta, mi identidad, es lo que soy y para lo que soy bueno, cortar, cercenar, mutilar y consumir. Por el porte que llevaba esta chica podría notar que era muy orgullosa, y ni siquiera titubeo un segundo a mis manos sobre ella, no parecía molestarle en lo absoluto, lo más probable es que ella ya este adecuada al trato con hombres, acostumbrada a tener que soportar mucho más que un inocente manoseo.

Mi interés por la chica poco a poco se desvaneció conforme más tiempo pasaba con su presencia frente a mí, lo único de especial que tenía era lo bonita y el cuerpo antojable, pero fuera de eso el solo imaginar su posible tipo de vida me quito el apetito abruptamente, y ni hablar de querer placer de ella, eso era un rotundo no.

-Uhh…- me lleve un dedo a la boca, pensando que se supondría que haría ahora. Tenía un par de ideas en la mente, un sitio que quería visitar al menos una vez, quizá este es el momento apropiado para ello, aunque llegar a el me llevara algo de tiempo. –ah?- más que divagar, me quede ido y olvide totalmente que ella se encontraba aquí todavía. –No eres comida, y no me apeteces como mujer, piérdete.- concluí con esas palabras… fuertes? Un poquito, dependía de la perspectiva en el que uno viese la situación.

De cualquier forma, moví la mano en señal de despedida, le sonreí cariñosamente y le di la espalda, dando agiles saltos que me alejaron rápidamente de aquel sitio, cualquier asunto que tuviese ella conmigo se lo podría guardar, no estaba interesado.

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Salgo del tema.
Gracias y disculpa el final acelerado.