En busca de lo perdido
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En busca de lo perdido
Estaba alterado, mis manos sujetaban mi cabeza, sentía como si se partiera en dos, mi brazo estaba manchado con sangre y a mis pies había más de un cuerpo mutilado, no sabía ya si eran hombres, mujeres o niños, ninguno se levantaba!! Una parte de mi estaba rechazando mi propio cosmos, mi conciencia me jugaba en contra, promesas hechas y nunca cumplidas, sentimientos de amor que intentaba ocultar, frustración que retenía y varias muertes que había agregado y que deseaba nunca haber cometido.
Yo… que estoy haciendo conmigo mismo! Por favor… contrólate.
El ladrido de Nigromante no mejoro las cosas, mi cosmos, agresivo se encendió y estacas de hielo salieron del piso atravesando cada uno de los cuerpos inertes, una ráfaga impulsada por mi brazo golpeo contra mi compañero.
- CALLATE! No me interesa saber nada de ti!... que me hiciste?
El lobo aguanto el golpe y mirándome fijo no dijo nada por primera vez, no estaba ofendido, sabia en el fondo que el proceso era doloroso, yo no había sido entrenado en el inframundo ni mucho menos para pertenecer a este, no había estado preparado para ser traicionado ni para matar, mi alma se consumía, se hundía en un lugar oscuro del que no habría retorno, Vidd ya me lo había dicho. Grite con fuerza dejando escapar el enojo que retenía y sin darme cuenta había comenzado a llorar, una cúpula de hielo se alzó sobre mí encerrándome.
Me había encerrado a mí mismo. Abrazándome me agache, escondiendo de nuevo mi rostro entre mis piernas, todo mi mundo parecía ser un castillo de cristal, como si al mínimo temblor se viniese todo abajo, me había acostumbrado a que Kisame me contuviera o me hiciera enojar de tal manera que mi mente se mantenía siempre concentrada, tampoco Ludo lograba ya contenerme, tanto que había lastimado a quien más amaba.
Rompe todo lazo con lo que te una aun en vida.
Me negaba, ya había derramado bastante sangre de quienes me apreciaban, de quienes me amaban o apreciaban, ya había lastimado tanto lo que más quería, quería perderme tan solo por unos segundos. Aun sentía la cadena impuesta por Aeon, aquel castigo, el tener que hacer lo que me decía, mire mi mano, estaba borrosa por las lágrimas, había matado a uno de mis compañeros, él… confiaba en mí.
Que me hiciste… Esta no era la libertad que buscaba.
Supuse que conseguir aquello costaba más de lo que creía, que para alcanzarla debía de sacrificar más de lo que ganaría, entonces porque lo estaba haciendo?, cuanto más debía dejar atrás, cuanto más debía destruir para poder encontrarme a mí mismo por fin.
- Quién soy?...
- Nigromante, yo te elegí, tu eres mi todo Aidan y yo te protejo.
Era gracioso escuchar pronunciar esas palabras de aquel lobo cuando él mismo con tal de conseguir mi alma me había servido en bandeja o al menos había planeado que Aeon acabara con mi vida para así él reclamarla. Mi propio hermano me había usado, aquel que había dicho que me amaba me había abandonado… y seguía. Mire hacia arriba, mi pequeño cielo congelado, volví a mirar mi mano, era el hielo el único que nunca me había abandonado, cerré el puño clavando mis propias garras, pero no sangre, ni me dolió, aquel brazo estaba congelado, era hielo puro lo que corría por aquellas venas, que se derretía antes de llegar al corazón y terminar de congelarlo.
Yo… que estoy haciendo conmigo mismo! Por favor… contrólate.
El ladrido de Nigromante no mejoro las cosas, mi cosmos, agresivo se encendió y estacas de hielo salieron del piso atravesando cada uno de los cuerpos inertes, una ráfaga impulsada por mi brazo golpeo contra mi compañero.
- CALLATE! No me interesa saber nada de ti!... que me hiciste?
El lobo aguanto el golpe y mirándome fijo no dijo nada por primera vez, no estaba ofendido, sabia en el fondo que el proceso era doloroso, yo no había sido entrenado en el inframundo ni mucho menos para pertenecer a este, no había estado preparado para ser traicionado ni para matar, mi alma se consumía, se hundía en un lugar oscuro del que no habría retorno, Vidd ya me lo había dicho. Grite con fuerza dejando escapar el enojo que retenía y sin darme cuenta había comenzado a llorar, una cúpula de hielo se alzó sobre mí encerrándome.
Me había encerrado a mí mismo. Abrazándome me agache, escondiendo de nuevo mi rostro entre mis piernas, todo mi mundo parecía ser un castillo de cristal, como si al mínimo temblor se viniese todo abajo, me había acostumbrado a que Kisame me contuviera o me hiciera enojar de tal manera que mi mente se mantenía siempre concentrada, tampoco Ludo lograba ya contenerme, tanto que había lastimado a quien más amaba.
Rompe todo lazo con lo que te una aun en vida.
Me negaba, ya había derramado bastante sangre de quienes me apreciaban, de quienes me amaban o apreciaban, ya había lastimado tanto lo que más quería, quería perderme tan solo por unos segundos. Aun sentía la cadena impuesta por Aeon, aquel castigo, el tener que hacer lo que me decía, mire mi mano, estaba borrosa por las lágrimas, había matado a uno de mis compañeros, él… confiaba en mí.
Que me hiciste… Esta no era la libertad que buscaba.
Supuse que conseguir aquello costaba más de lo que creía, que para alcanzarla debía de sacrificar más de lo que ganaría, entonces porque lo estaba haciendo?, cuanto más debía dejar atrás, cuanto más debía destruir para poder encontrarme a mí mismo por fin.
- Quién soy?...
- Nigromante, yo te elegí, tu eres mi todo Aidan y yo te protejo.
Era gracioso escuchar pronunciar esas palabras de aquel lobo cuando él mismo con tal de conseguir mi alma me había servido en bandeja o al menos había planeado que Aeon acabara con mi vida para así él reclamarla. Mi propio hermano me había usado, aquel que había dicho que me amaba me había abandonado… y seguía. Mire hacia arriba, mi pequeño cielo congelado, volví a mirar mi mano, era el hielo el único que nunca me había abandonado, cerré el puño clavando mis propias garras, pero no sangre, ni me dolió, aquel brazo estaba congelado, era hielo puro lo que corría por aquellas venas, que se derretía antes de llegar al corazón y terminar de congelarlo.
DelthaV- SSES - WebMaster
- 1139
Re: En busca de lo perdido
Una sola palabra, una sola emoción: Tedio, tedio, tedio y MÁS TEDIO.
Mi vida de nuevo llegaba a un punto en el que parecía embotellarse, hacía tiempo que la inspiración no se presentaba ante mi persona y mis ojos otrora capaces de percibir un hermoso mundo carmesí ahora solo podían ver paisajes grises… formas carentes de la hermosura que brindaba el sufrimiento, nada de pena, nada de dolor… ¡QUE HORRIBLE MONOTONÍA!
De un tiempo hacia el presente era como si hubiera caído en un bache creativo, y aun así me aferraba a la segunda vida brindada por el artista entre artistas, aquel que reconociendo mi particular manera de expresión me había otorgado las plumas recién arrancadas de otra existencia y las responsabilidades que ello conllevaba… ¡no podía fallarle así como así!
Pero entonces, ¿qué debía hacer?. Sumido en aquello había viajado desde Antenora hasta el mundo humano, aquel jardín lleno de botones que esperaban a florecer luego de aplicarles el calor adecuado, después de todo ya un par de veces había encontrado materiales más que dignos para ser usados como parte de la obra dedicada al más grande de los maestros, y por ello concluí que incluso ahora podría repetirse mi fortuna y de paso quizás me serviría para salir de aquel estado de postración mental…
De esa forma recorría el cielo del medio día, a una altura más allá del alcance humano usando como acostumbraba mi navío espectral, salvo que a diferencia de otras veces viajaba completamente solo, impulsando los motores solo con mi cosmos, pues no me apetecía tener que soportar al ganado formado de numerosos pero anónimos fantasmas que solían acompañarme.
Para colmo, al ser aquella hora el tiempo en el que el sol está en su punto más álgido, el brillo y calor de este resultaban casi insoportables a la altitud en que me encontraba, golpeando de lleno la cubierta negra de mi acorazado al no existir en el cielo obstáculos como árboles o techos que pararan su avance. Sí, me gustaba el calor, lo amaba… pero si comparaba al astro de apolo con las llamas que yo creaba o incluso con las que surgían de la combustión de los fósforos, el abrazo del sol era casi un insulto… siempre con su benevolencia, siempre mostrándose impulsor de vidas cuya única utilidad en el mejor de los casos sería volverse los cimientos de algo más trascendente, algo que perdurara por siempre… ¡arte!
Bufé para mí mismo sintiendo autocompasión por entregarme a disertaciones tan superficiales, casi olvidando el objetivo de mi viaje… pero por suerte una alteración en el viento, el soplo de una presencia fría e inerte, amenazante y tentadora por igual me sacó de mi distracción y hasta me hizo levantarme de mi trono oscuro situado en la tarima más alta de la cubierta del barco para fijarme hacía abajo…
Lo primero que noté al mirar fue una ciudad aparentemente común, quizás demasiado tranquila para la hora que era, pero la fuente de mi interés no parecía estar en ningún lado. Tuvieron que pasar quizás unos diez minutos más a partir de ahí para que, al llegar la zona de los suburbios, mi vista cansada notara solo con la percepción humana el epicentro de aquello. Casi era hermoso: cuerpos sin vida, mutilados y esparcidos con gusto exquisito por toda la escena… un cuadro memorable, sin embargo, lo que le quitaba mérito… la paja en el ojo ajeno, era la presencia de un ser cuya anatomía no se alcanzaba a notar, pues estaba se interponía lo que parecía ser una gruesa capa de hielo, una imperfección similar a las creadas frente a mi tiempo atrás por la anterior portadora de mi estrella maligna, más tanto como acercaba crecía el pensamiento de que el poder que había dado origen ese hielo era alguien conocido…
Al quedar justo arriba de la representación detuve al barco con una simple orden mental e interesado por comprobar si mis sospechas eran ciertas me impulsé desde uno de los bordes de la nave para lanzarme en caída libre directo a la tierra tan lejana como ya varias veces lo había hecho antes; claro está que mientras caía mi cuerpo hasta ahora solo ataviado con ropas comunes fue rodeado con celeridad por una estela oscura que dio origen a la manifestación de las plumas de Garuda, evitando que mi aterrizaje fuera completamente desastroso al servir sus alas fijas como un planeador más que decente y precedido por un ruido seco finalmente “tomé tierra”.
Mi vida de nuevo llegaba a un punto en el que parecía embotellarse, hacía tiempo que la inspiración no se presentaba ante mi persona y mis ojos otrora capaces de percibir un hermoso mundo carmesí ahora solo podían ver paisajes grises… formas carentes de la hermosura que brindaba el sufrimiento, nada de pena, nada de dolor… ¡QUE HORRIBLE MONOTONÍA!
De un tiempo hacia el presente era como si hubiera caído en un bache creativo, y aun así me aferraba a la segunda vida brindada por el artista entre artistas, aquel que reconociendo mi particular manera de expresión me había otorgado las plumas recién arrancadas de otra existencia y las responsabilidades que ello conllevaba… ¡no podía fallarle así como así!
Pero entonces, ¿qué debía hacer?. Sumido en aquello había viajado desde Antenora hasta el mundo humano, aquel jardín lleno de botones que esperaban a florecer luego de aplicarles el calor adecuado, después de todo ya un par de veces había encontrado materiales más que dignos para ser usados como parte de la obra dedicada al más grande de los maestros, y por ello concluí que incluso ahora podría repetirse mi fortuna y de paso quizás me serviría para salir de aquel estado de postración mental…
De esa forma recorría el cielo del medio día, a una altura más allá del alcance humano usando como acostumbraba mi navío espectral, salvo que a diferencia de otras veces viajaba completamente solo, impulsando los motores solo con mi cosmos, pues no me apetecía tener que soportar al ganado formado de numerosos pero anónimos fantasmas que solían acompañarme.
Para colmo, al ser aquella hora el tiempo en el que el sol está en su punto más álgido, el brillo y calor de este resultaban casi insoportables a la altitud en que me encontraba, golpeando de lleno la cubierta negra de mi acorazado al no existir en el cielo obstáculos como árboles o techos que pararan su avance. Sí, me gustaba el calor, lo amaba… pero si comparaba al astro de apolo con las llamas que yo creaba o incluso con las que surgían de la combustión de los fósforos, el abrazo del sol era casi un insulto… siempre con su benevolencia, siempre mostrándose impulsor de vidas cuya única utilidad en el mejor de los casos sería volverse los cimientos de algo más trascendente, algo que perdurara por siempre… ¡arte!
Bufé para mí mismo sintiendo autocompasión por entregarme a disertaciones tan superficiales, casi olvidando el objetivo de mi viaje… pero por suerte una alteración en el viento, el soplo de una presencia fría e inerte, amenazante y tentadora por igual me sacó de mi distracción y hasta me hizo levantarme de mi trono oscuro situado en la tarima más alta de la cubierta del barco para fijarme hacía abajo…
Lo primero que noté al mirar fue una ciudad aparentemente común, quizás demasiado tranquila para la hora que era, pero la fuente de mi interés no parecía estar en ningún lado. Tuvieron que pasar quizás unos diez minutos más a partir de ahí para que, al llegar la zona de los suburbios, mi vista cansada notara solo con la percepción humana el epicentro de aquello. Casi era hermoso: cuerpos sin vida, mutilados y esparcidos con gusto exquisito por toda la escena… un cuadro memorable, sin embargo, lo que le quitaba mérito… la paja en el ojo ajeno, era la presencia de un ser cuya anatomía no se alcanzaba a notar, pues estaba se interponía lo que parecía ser una gruesa capa de hielo, una imperfección similar a las creadas frente a mi tiempo atrás por la anterior portadora de mi estrella maligna, más tanto como acercaba crecía el pensamiento de que el poder que había dado origen ese hielo era alguien conocido…
Al quedar justo arriba de la representación detuve al barco con una simple orden mental e interesado por comprobar si mis sospechas eran ciertas me impulsé desde uno de los bordes de la nave para lanzarme en caída libre directo a la tierra tan lejana como ya varias veces lo había hecho antes; claro está que mientras caía mi cuerpo hasta ahora solo ataviado con ropas comunes fue rodeado con celeridad por una estela oscura que dio origen a la manifestación de las plumas de Garuda, evitando que mi aterrizaje fuera completamente desastroso al servir sus alas fijas como un planeador más que decente y precedido por un ruido seco finalmente “tomé tierra”.
Jack Unterweger- SSES - Moderador
- 430
Re: En busca de lo perdido
Acaricie tras las orejas del lobo blanco y este se acomodó enseguida en mis piernas, era común que me cuidara de aquella manera también, mi alma inestable aun perduraba en mi interior porque todavía existía algo importante, una vida, que me ataba a este mundo, el de los vivos y me torturaba constantemente como si me desgarrara, dos mundos convivían en mi interior aquel que simplemente no pensaba, que atacaba, que se divertía jugando con la muerte y otra parte que amaba que gritaba por volver a ser el justo, el que dependía de la justicia.
Como la vida y la muerte dos mundos en mi interior.
Cree para los cuerpo mutilados estacas de hielo a mi alrededor, no era más que lágrimas de hielo que apuntaban hacia el cielo, pero en su interior había cuerpos, ataúdes de hielo, si, no había hecho caso a Vidd para nada cuando decía que no debíamos matar a nadie que no estuviese en la lista, ese grupo de personas habían muerto sin sentido por un capricho sutil.
Al menos los llevaría conmigo para un buen fin practico al menos, aunque hubiese cortado los pequeños sueños de cada una de esas personas mi mente solo pensaba en un fin útil y ya no se sentía tan apenada por el final al que los había sometido sin piedad. Mire hacia arriba y vi un barco enorme, no necesitaba preguntar conocía ese cosmos, tanto como conocía el nombre del capitán de aquella embarcación.
Fuego sobre Rodorio…
Una nube de nostalgia pareció amenazar con cubrirme pero se disipo tan rápido como apareció cuando el lobo se levantó sentándose a mi lado, siempre que un superior aparecía ante él se comportaba de esa manera, después de todo era un rango menor y estaba hecha para obedecer, aunque Garuda no fuese su capitán no dejaba de ser uno de los Jueces del Inframundo y como tal le debía respeto, algo que a mí me costaba, aun recordaba haber tenido que lidiar con todo el desastre que había dejado tras su batalla con Akroma…
Y suspire, y con ese suspiro varias cosas se alejaron de mi alma, quizás para no regresar.
No me puse de pie – si vienes a decirme que debo regresar aun no me apetece… Garuda – mi mirada era un tanto desafiante, pero distante y precavida al mismo tiempo, mientras que mi voz no era para nada amenazadora ni intentaba parecer altanero, aunque quizás se me escurrió un tinte que me hacía sonar a la defensiva esperando para atacar, el lobo blanco me miro casi como un reproche.
Como la vida y la muerte dos mundos en mi interior.
Cree para los cuerpo mutilados estacas de hielo a mi alrededor, no era más que lágrimas de hielo que apuntaban hacia el cielo, pero en su interior había cuerpos, ataúdes de hielo, si, no había hecho caso a Vidd para nada cuando decía que no debíamos matar a nadie que no estuviese en la lista, ese grupo de personas habían muerto sin sentido por un capricho sutil.
Al menos los llevaría conmigo para un buen fin practico al menos, aunque hubiese cortado los pequeños sueños de cada una de esas personas mi mente solo pensaba en un fin útil y ya no se sentía tan apenada por el final al que los había sometido sin piedad. Mire hacia arriba y vi un barco enorme, no necesitaba preguntar conocía ese cosmos, tanto como conocía el nombre del capitán de aquella embarcación.
Fuego sobre Rodorio…
Una nube de nostalgia pareció amenazar con cubrirme pero se disipo tan rápido como apareció cuando el lobo se levantó sentándose a mi lado, siempre que un superior aparecía ante él se comportaba de esa manera, después de todo era un rango menor y estaba hecha para obedecer, aunque Garuda no fuese su capitán no dejaba de ser uno de los Jueces del Inframundo y como tal le debía respeto, algo que a mí me costaba, aun recordaba haber tenido que lidiar con todo el desastre que había dejado tras su batalla con Akroma…
Y suspire, y con ese suspiro varias cosas se alejaron de mi alma, quizás para no regresar.
No me puse de pie – si vienes a decirme que debo regresar aun no me apetece… Garuda – mi mirada era un tanto desafiante, pero distante y precavida al mismo tiempo, mientras que mi voz no era para nada amenazadora ni intentaba parecer altanero, aunque quizás se me escurrió un tinte que me hacía sonar a la defensiva esperando para atacar, el lobo blanco me miro casi como un reproche.
DelthaV- SSES - WebMaster
- 1139
Re: En busca de lo perdido
Aterricé entre escombros, cadáveres de concreto y varilla que hacían juego a la perfección con los hechos de carne y hielo por acción del que entonces identifiqué como otro de los siervos del inframundo, un compañero… pero sobretodo una existencia interesante por donde se le viera.
- Nigromante… - advertí con una mueca de curiosidad mientras lentamente me reincorporaba luego de haber vuelto al suelo, de paso echando una mirada a la obra de ese brujo – no me malinterpretes, si estoy aquí ahora es por mera apreciación estética, no para limitarte… – comencé a caminar en dirección hacia el epicentro de tan particular escena, permitiéndome incluso el pasar las yemas de mis dedos con suavidad, como una caricia, por sobre el agua cristalizada que hacía de contenedor o mostrador para las existencias finiquitadas por el hielo.
- Después de todo no soy precisamente el indicado para hablar de limites…-
A diferencia de la del contrario, mi voz expresaba una camaradería insospechada o al menos un intento de cordialidad que sin duda había nacido por mi ahínco en descubrir los motivos de aquel espectáculo, discordante en cierta medida de mi gusto, demasiado frio podría decir, pero aun así lo suficientemente notable para ser considerado como otra vertiente artística.
- ¿Recuerdas cuando fui a remodelar Rodorio? – continué con mi actitud casual ya quieto frente al que antes había vestido la armadura dorada de Acuario, dejando sin embargo que esta vez mis palabras llevaran cierto aire ponzoñoso… más que nada buscando alguna reacción que me ayudara a discernir mejor su renovada personalidad.
- Esos gritos… el rojo de las llamas, el olor… todas las vidas que se apagaron para alimentar mi fuego… - llegados a ese punto, el discurso que casi se había convertido en un monólogo se notó enaltecido…mi voz salía con fascinación, embriagada por un sentimiento de autocomplacencia que se reflejaba también en el brillo de mis ojos pardos, todo por recordar la dantesca escena.
No obstante, apenas dejar salir aquellas palabras mi boca se cerró para dar oportunidad de respuesta al otro espectro, pues mi estancia ahí dependía en gran medida de lo que tuviera para decir el peliazul.
- Nigromante… - advertí con una mueca de curiosidad mientras lentamente me reincorporaba luego de haber vuelto al suelo, de paso echando una mirada a la obra de ese brujo – no me malinterpretes, si estoy aquí ahora es por mera apreciación estética, no para limitarte… – comencé a caminar en dirección hacia el epicentro de tan particular escena, permitiéndome incluso el pasar las yemas de mis dedos con suavidad, como una caricia, por sobre el agua cristalizada que hacía de contenedor o mostrador para las existencias finiquitadas por el hielo.
- Después de todo no soy precisamente el indicado para hablar de limites…-
A diferencia de la del contrario, mi voz expresaba una camaradería insospechada o al menos un intento de cordialidad que sin duda había nacido por mi ahínco en descubrir los motivos de aquel espectáculo, discordante en cierta medida de mi gusto, demasiado frio podría decir, pero aun así lo suficientemente notable para ser considerado como otra vertiente artística.
- ¿Recuerdas cuando fui a remodelar Rodorio? – continué con mi actitud casual ya quieto frente al que antes había vestido la armadura dorada de Acuario, dejando sin embargo que esta vez mis palabras llevaran cierto aire ponzoñoso… más que nada buscando alguna reacción que me ayudara a discernir mejor su renovada personalidad.
- Esos gritos… el rojo de las llamas, el olor… todas las vidas que se apagaron para alimentar mi fuego… - llegados a ese punto, el discurso que casi se había convertido en un monólogo se notó enaltecido…mi voz salía con fascinación, embriagada por un sentimiento de autocomplacencia que se reflejaba también en el brillo de mis ojos pardos, todo por recordar la dantesca escena.
No obstante, apenas dejar salir aquellas palabras mi boca se cerró para dar oportunidad de respuesta al otro espectro, pues mi estancia ahí dependía en gran medida de lo que tuviera para decir el peliazul.
Jack Unterweger- SSES - Moderador
- 430
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