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Hay hombres que solo quieren ver el mundo arder II [Privado // Nash]

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Mensaje por Jack Unterweger Miér Oct 29, 2014 3:21 pm

Como parte de un ciclo natural el astro de Apolo moría una vez más en la línea de poniente, rehusándose a abandonar su trono en el cielo al extender sus brazos en forma de rayos anaranjados que arañaban la ya naciente oscuridad que antecedía a Selene, sin embargo, el intercambio visual entre ambos cuerpos celestes se opacaba en cierto punto al norte del Océano Atlántico, donde sobre una isla aleatoria probablemente falta de un nombre o coordenadas concretas en el mapa, había aterrizado una catástrofe nunca antes vista por sus habitantes. Pues la magnitud de tal suceso era fácilmente discernible aun desde una distancia prudente gracias a la acción de enormes lenguas de fuego que se alzaban desafiantes hacia el horizonte, relegando a un segundo plano el paso del día a la noche gracias a su resplandor carmesí y a la intensa humareda oscura que provocaba su contacto con los habitantes y estructuras del lugar.

También, como era de esperarse al adentrarse en los parajes tropicales de la isla el olor a cosas y carne quemadas se intensificaba con violencia así como los gritos que presagiaban un sufrimiento horrible, formando extrañamente un coro antinatural seguido por voces de ultratumba, extrañas a cualquier cosa que habitara la escena, y en el centro de todo eso mi risa maniática… sí, una vez más había salido sin órdenes concretas del inframundo solo para matar mi aburrimiento (y de paso a unas cuantas decenas de personas), buscando existencias que fueran dignas de ser ofrendas para mi señor, la muerte misma… pero en cambio al llegar a tan marginada población solo había encontrado ratas que ignoraban todo concepto sobre el buen gusto; por ello no era sorprendente que hubiera decidido poner fin a sus vidas grises con un poco de escarlata… al menos así pasarían a formar parte de algo más grande que lo que merecían.

No obstante y a pesar de la diversión que me traía el solo hecho de carbonizar todo aquello que se cruzara ante mí, me encontraba absorto en un breve problema creativo. Necesita algo más… estimulante para sentir que no perdía del todo el tiempo pero en ese asentamiento humano no había nada ni nadie con esas características. Ofuscado por ello, luego de asegurarme de sumir todo el pueblo bajo un incandescente mar carmesí, me senté sobre una pila cualquiera de cadáveres despojados de su identidad y hasta de su forma por el toque impío de mi Burst, esperando que al contemplar con más calma y desde otra perspectiva la dantesca escena tejida por mí, pudiera encontrar en mi interior el entendimiento que me ayudara a decidir mi siguiente paso.

¿Debía atacar alguna isla vecina o por el contrario sería mejor si regresaba por donde había llegado? Quizás si no hubiese mandado voluntariamente de regreso al inframundo mi acorazado horas antes para disfrutar en privado de la masacre de aquella isla la respuesta habría sido obvia...
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Mensaje por Akroma Miér Oct 29, 2014 4:28 pm

Nash se encontraba sumergido en las profundidades del santuario submarino. Era difícil percibir el pasaje del tiempo cuando se estaba rodeado de la belleza oceánica que proporcionaba el reino del señor Poseidón, rodeado de peces y corales de variados colores y tamaños. El general marino se encontraba recostado contra su pilar. Su escama, fuera de su caja de pandora, esperando. Ella era la guardiana de aquel pilar, no el joven de caballeros negros, no el solo era una herramienta. Un instrumento para hacer cumplir la voluntad de aquella armadura, a cambio del poder que esta le brindaba.
Estaba por quedarse dormido del aburrimiento, cuando lo sintió, un cosmos tenebroso, malévolo. Y el grito de decenas de vidas, siendo todas consumidas por el fuego, siendo cegadas, en un instante. Se levantó de golpe y toco la armadura, en un destello de luz dorada esta se incorporó a su cuerpo. Hizo estallar su cosmos, manifestándose en un aura dorada y rojiza, El  general marino ascendió a la superficie, la figura envuelta en la escama de Dragón se plantó sobre la blanca arena de la plata. Era de noche y las estrellas brillaban, pero eso no fue lo que llamo su atención. No, al emerger lo primero que noto fue la impresionante cantidad de humo en el cielo nocturno y el fuego que lo generaba. El olor a carne quemada le produjo arcadas al general, quien no pudo evitar poner una cara de asco. “Esto es… inhumano.”

Si bien la tierra estaba bajo el cuidado de los caballeros de Athena, era obvio que ninguno de ellos estaba haciendo su trabajo como era debido, eso o vinieron a hacerlo y fallaron miserablemente. El general marino se adentró en la isla, navegando entre las pilas de cadáveres y el fuego que los rostizaba, el olor le provocaba náuseas y el calor dolor de cabeza, finalmente encontró a lo que estaba seguro, era la fuente de aquel cosmos diabólico que sentía.  Un hombre con cabellos rojos el cual parecía disfrutar de aquel paisaje tan abominable. –Tú debes ser el responsable.- Pronuncio para así dar a conocer su presencia, claro que la brillante aura de los colores del atardecer que lo cubría ya lo hacía bastante notorio, se rasco la cicatriz y examino a aquel hombre. “No dejes que su apariencia te engañe. Este cosmos no puede pertenecer a ningún ser humano. Es un demonio disfrazado”  Se repitió a sí mismo. Su constelación guardiana apareció a sus espaldas, los ojos del dragón marino tenían un brillo escarlata y se posaban sobre el espectro. –En nombre del señor Poseidón. No. En nombre de la humanidad. Yo Dragón Marino me encargare de eliminarte.-
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Mensaje por Jack Unterweger Jue Oct 30, 2014 12:32 pm

- ¿Ahh? – tan ensimismado con mi problemática estaba que de no ser por las palabras de aquel tipo hubiera tardado más tiempo en percatarme de su presencia ahí, más apenas dirigí mis ojos pardos hacia la dirección de donde habían llegado las palabras del entrometido estos abandonaron su dorado habitual para teñirse de un color sanguíneo muy similar al de las flamas que aun danzaban hambrientas en casi cada rincón del terreno, pues con facilidad increíble podía percatarme de aquella aura de determinación que lo rodeaba al punto de manifestarse a sus espaldas como una prueba contundente del rango con que se había autodenominado…

Fue entonces que con un breve impulso dado por el soporte que me mantenía di aun sentado una vuelta de 180° que me posicionó de forma que pudiera contemplar frente a frente al recién llegado, comprobando de paso, para mi molestia, el fulgor nunca bienvenido de las placas que cubrían su ser a modo de armadura. – Así que Dragón Marino… - expresé con una malicia que no me preocupaba por ocultar, - …¿no deberías estar nadando por ahí o algo? – continué, siempre escudriñándolo en todo momento con la mirada profunda e inquisitiva que había aprendido a tener luego de “juzgar” incontables almas humanas en el lapso en que Griffon había desaparecido extrañamente y Wyvern aún no despertaba.  – Oh, ¡es verdad no me he presentado!... que distraído soy…- - ahora mis palabras y actitud eran totalmente discordantes con las anteriores, pues hasta sonreía y me comportaba de manera infantil, jugando, pero sin duda aquel nuevo comportamiento obtuvo un tinte mucho más inquietante que la malicia anterior cuando de la nada un grupo de ascuas de las que nos rodeaban voló como por arte de magia hacia mí, aparentemente encendiendo mi cuerpo con su toque abrasivo hasta dar la impresión de que era una antorcha humana, similar a varios de los cadáveres que aun ardían; no obstante, ningún quejido, ni siquiera en forma de grito apagado salió de mi ser… sino todo lo contrario.

Fue pues que tras esa cortina flamígera surgió de nuevo a la vista de forma progresiva mi humanidad, primero con el aspecto difuso de una silueta enrarecida por el ondear de las llamas, pero conforme los minutos morían el espectáculo lumínico fue cediendo para mostrar un par de alas metálicas y estáticas seguidas de una coraza de similar naturaleza que la ajena, pero que en vez de poseer un color tan… llamativo, presentaba en la totalidad de sus placas afiladas un conjunto de tonos similar a la oscuridad que ahora imperaba en el cielo, más allá de donde alcanzaba a llegar el resplandor carmesí. – En nombre del fuego, del arte y sobretodo, de Hades, yo Jack de Garuda te aseguro que no te será tan fácil… – dije finalmente con ironía, pues aunque el otro podría saber o no de la alianza temporal entre los reinos a los que pertenecíamos, no iba a ser como si yo simplemente aceptara su intromisión en mi atelier temporal… aunque por otro lado me sentía agradecido, ya que sin duda el poseería un combustible vital mucho más digno que cualquiera de los que ya habían sucumbido ahí.

Entonces, al tiempo que finalmente abandonaba mi cómodo asiento, en torno a mí se generaron un sinfín de etéreas partículas que seguían a la perfección el patrón de colores escogido para mi obra, presentándose en tonalidades de predominante escarlata pero que mientras más alejadas estuvieran de mí, su epicentro, se tornaban negruzcas más no opacas, siendo distintas de las simples cenizas que abundaban desde ya hacia un rato llevadas por el aire notoriamente seco para un lugar tan tropical. Además, como respuesta directa a la introducción del guerrero de los mares, a mis espaldas pronto apareció agresiva e imponente la efigie del ave antropomorfa cuya esencia descansaba dentro de las plumas que ahora me vestían, convirtiéndola en mi mentora, guardiana y acompañante, pero sobretodo, en el comburente macabro que me permitía encender mi propia alma.
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Mensaje por Akroma Vie Oct 31, 2014 12:55 am

Era difícil creer que alguien con una actitud tan infantil, tan macabra tan… Extraña, por decir lo menos. Pudiese llevar el rango de Juez del inframundo. “Ya me imagino como van la mayoría de tus juicios.” Pensó a la vez que lo examinaba, infantil y sanguinario era una mala combinación para una persona con poder. Y sin embargo ahí estaba. Rodeado de muerte y agonía, envuelto en un manto de fuego que pronto paso a mostrar su verdadera forma,  surplice de Garuda.

Las llamas danzaban frenéticas a su alrededor, las cenizas volaban, como si los restos de aquellas almas desdichadas trataran de escapar la calamidad que en esa isla se desataría. “¿Cómo puedes aliarte con estas basuras?” Se preguntó a sí mismo, pero no hubo respuesta que pudiera darse.  Apretó los puños en impotencia. Tenía que retirarse, un acuerdo entre Dioses ya es algo muy delicado como para que un mortal vaya y lo arruine. Pensó en esperar a que aquel sujeto diera el primer golpe, eso sería lo sensato, podría al menos librarse de problemas con su jefe.

“Pero eso no me sentaría.” ¿No, sentarse y esperar a que este tipo se aburriera para ir a matar más gente? No. Prefería que le arrancaran los ojos y los oídos y lo hicieran vagar eternamente por el inframundo a dejar suelto a un monstruo tan perverso. El cosmos de Garuda se manifestó y tanto el ave como el dragón entraron en lo que sería una danza mortal, sus miradas clavadas la una en la otra. Examinándose en lo que pareció ser una eternidad. –¿El dragón y el fénix? Tsk… Yo quería un tigre.- “Si eso fue intimidante Nash. Ahora seguro piensa que soy un estúpido… A QUIEN LE IMPORTA.” –Primero. Deshagámonos de tus lucecitas.-

Al tiempo que enunciaba sus palabras, Nash alzo su brazo derecho, con la palma de la mano abierta, un orbe del color del cielo diurno se manifestó entre sus dedos, mientras que una fría brisa comenzó a soplar, desde el orbe hacia afuera. El baile de las llamas se convirtió en una huida, su intensidad bajo ante el aire frio que comenzó a reinar y sobre la blanca arena que las cenizas habían recién abandonado, comenzaron a caer copos de nieve. “Bajar la temperatura de la humedad. Convertirla en una nevada… Luego vendrá la ventisca, veremos que tanto”arte” puedes hacer después Payaso” -Mist Dragon Breath-

Off: Como ya sabemos el ataque en área solo se prepara en el primer post igual te lo dejo aquí :v

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Mensaje por Jack Unterweger Sáb Nov 01, 2014 5:01 am

Tanto como la noche seguía su curso la tensión entre el recién llegado y yo fue acrecentándose sin necesidad de intercambiar diálogos, siendo él un emisor de la particular justicia mientras yo era el heraldo de la crueldad hacia todo y hacia todos. Era pues, de alguna manera fácil de adivinar con un simple vistazo que el Dragón de mar y yo, el heredero de Garuda, éramos tan opuestos en carácter y motivaciones como los elementos de nuestras bestias regentes… agua y fuego, día y noche… vida y muerte.

Sin embargo, el choque casi sublime de voluntades fue de pronto distorsionado por una aseveración cuando menos curiosa de parte del pelinegro, misma que me hizo reír con clara sorna. - ¿Tigre?...¿de qué demonios hablas? - le interrogué burlón, a punto de abandonar toda la seriedad que había acumulado momentos antes, más súbitamente el mismo guerrero de las profundidades se encargó de nuevo de devolver el rumbo de nuestro encuentro hacia su temática inicial al proferir un enunciado contundente que para mí no era distinto de un  insulto…

Tschh, ¿deshacerse de mis lucecitas?” pensé a la par que fruncía el ceño desde dentro de la oscuridad que me otorgaba el yelmo de mi armadura… demostrando una clara molestia, pero antes de que siquiera tuviera oportunidad de reclamar verbalmente tan incisiva declaración un repentino bajón en la temperatura ambiental convulsionó las llamas que ardían de forma independiente a mi cosmos, subyugándolas con inesperada eficiencia bajo una humedad fría, como la poseída por los mares más septentrionales.

Mi expresión entonces cambió a una de sorpresa, con mis ojos abiertos de par en par y que, aún bajo el influjo de la visión reforzada, demandaban con una pregunta implícita la explicación a tan radical cambio en la escena…

Debe ser una maldita broma…¡¿quién demonios se cree que es este imbécil para venir hasta aquí y hacer esto?!

En mi mente esa y otras ideas psicóticas revoloteaban con violencia, y así mismo cada músculo en mi cuerpo se tensó con notable falta de paciencia al ver mi maravilloso arte desplazado por la energía criogenizante, sucia y molesta de uno de los siete generales. Por supuesto, también como respuesta directa  a tal afrenta mi cosmos se alborotó, formando una llama intensa y carmesí en torno a mi persona que ondeaba orgullosa incluso ante la clara ventaja que había tomado el despliegue del adversario, retando el frio con aquel calor salido del mismo infierno, y tanto como la potencia ígnea de mi cosmos aumentaba, también lo hacía el creciente sonido de cientos de almas que acudieron al campo de batalla en forma de gritos agónicos de sufrimiento perpetuos, condenadas desde el momento de su muerte a ser parte de mi performance.

A este punto tanto las intenciones ajenas como las mías eran claras: ambos deseábamos atacar al otro a pesar de los tratos que pudieran tener nuestros señores, y aunque el contrario se había adelantado, su movimiento parecía no estar completo del todo… cosa que aprovecharía. De esta manera, el aura rojiza que se había encendido hasta cubrir la totalidad de mi cuerpo y más allá fue condensándose de manera veloz únicamente en torno a mi diestra, opacando momentáneamente la negrura de las placas mi surplice en dicha zona para bañar mi extremidad superior con un denso manto de tono escarlata que se deformó hasta tomar progresivamente la apariencia de un arma de filo unida a mi brazo desde su inicio en la articulación del hombro hasta un poco más allá de mis dedos perfectamente estirados, terminando en punta.

Fue solo entonces que con un prodigioso impulso concentrado en mis dos piernas salí despedido en imparable carrera desde mi posición hasta donde se encontraba el otro, separando a mi avance con aquella “arma” el aire casi cristalizado para dejar en su lugar un rastro de humo azabache.

- ¡Flamberge! – exclamé apenas llegar a una distancia prudente de mi adversario, blandiendo la espada flamígera de hoja irregular que había creado al combinar mi brazo y mis llamas en una perfecta muestra de mis habilidades artísticas para así lanzar un corte en diagonal directo al pecho del contrario, que además de rasgarlo pretendía disolver su carne hasta convertirle en cenizas con una furiosa determinación e insana actitud bélica que habían logrado eliminar de mi pensamiento la preocupación ante un inminente ataque para dejar solo el ardor de querer ver pagar a aquel que se había atrevido a subestimarme.

Por un momento la noche enmudeció ante el ruido sordo del viento frente a mi, completamente sesgado por la acción del fuego inclemente que empuñaba. Si el dragón quería paralizarme con su aliento yo lo dejaría probar mis garras...

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El daño del AA de Nash no lo resté porque aun no lo recibo :v

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Mensaje por Akroma Sáb Nov 01, 2014 1:13 pm

“Creo que toque un nervio” Pensó el general marítimo al ver la reacción por parte del Juez del sub mundo. Sin lugar a dudas quería molestarlo, pero no pensó que fuera tan… Volátil.  Su adversario era sin duda alguna una mezcla peligrosa entre demencia y poder. Tan impredecible como el fuego que el dominaba. Era el encuentro definitivo entre opuesto. El fuego y el hielo. La bondad y la maldad.  A Nash se le puso la carne de gallina ante la idea, no de miedo, si no de emoción. Un rival digno por fin, con quien podría desatar todo su poder.
Nash había optado por un ataque que reflejaba su personalidad, comenzar debilitando las llamas a su alrededor, un ataque emocional para alguien que consideraba su obra como “Arte” . No obstante su rival era el opuesto, un ataque explosivo que encajaba a la perfección con aquel cosmos tan violento.  
La figura metálica del juez, ahora cubierta por un aura roja como la sangre se abalanzo sobre el general. El aura cambio de forma, cubriendo principalmente el brazo de su rival, una espada… Nash se echó para atrás intentando esquivarla, pero reacciono muy tarde. La espada, o mas bien el fuego, impacto con su escama, sobre la superficie de esta apareció un corte limpio. Las placas metálicas de Dragón Marino protegieron la carne de Nash de ser cortada, pero la temperatura del ataque penetro atreves de ella, quemando su pecho. El general puso una rodilla en el suelo y dejo escapar un gruñido de dolor. “Que calor… Si no tuviera mi armadura, eso me habría cortado en dos.”

Hubo un instante de silencio. Los únicos sonidos audibles eran el viento frio que soplaba y las llamas que consumían los restos de sus anteriores presas. La soberbia de Garuda probablemente le impediría hablar, quería disfrutar de ver sufrir a su enemigo, Nash ya sabía a qué clase de psicópata se estaba enfrentando. “Mientras mantenga la cabeza fría ganare… Debo dejar de hacer esos chistes, nadie va a tomarme en serio.” – Debiste usar tu mejor técnica. Pronuncio a la vez que se levantaba, rompiendo finalmente el silencio. Nash se quitó el casco y lo dejo caer sobre el suelo blanco a sus pies, revelando así el brillo inextinguible de sus ojos, como dos estrellas azules.
Los copos de nieve comenzaron a caer hace ya un rato, una delgada capa de nieve cubría la mayoría de la superficie de la isla, exceptuando solo los lugares donde las llamas aun bailaban, mas estas no se veían libres de castigo por la presencia del aire frio, el cual comenzó a soplar cada vez con más fuerza. “Las armaduras doradas y las escamas de los generales marinos no se congelan a no ser que se alcance el cero absoluto. De la misma manera su espada no pudo cortar mi armadura por la mitad. No obstante, lo que hay dentro de la armadura sigue siendo un ser vivo.” –Esto no te matara. Pero debería frenarte un poco.- Anuncio confiado mientras se rascaba la cicatriz en su nariz.

A medida que el viento frio comenzaba a soplar en dirección al juez, una espesa neblina descendió sobre ellos, la cantidad de copos de nieve que caía del cielo no solo aumento, si no que se veían acompañada de granizo. Pronto el suelo alrededor de Jack comenzó a congelarse, el hielo  se esparció en forma de espiral, acercándose cada vez más al pyromante. –Veamos que puede hacer tu fueguito ante mi ventisca.-


Off:
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Ya te puse el ataque en el post de arriba y pos :v aquí sha lo lance
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Mensaje por Cosmos Jue Nov 06, 2014 6:47 pm

Haré una intervención y posteriormente continuarán la pelea hasta que uno de los dos acabe con su cosmoenergía, ya que conozco perfectamente su estilo de pelea, el cual será más ágil si pueden continuar sin tener que esperar a un tercero.

Una vez aclarado lo anterior, daré las notas individuales iniciando por el usuario de Jack.

Jack:

Este es uno de los mejores temas que he leído tuyos, por lo que en este punto de la pelea no tengo nada que agregar. Sabes perfectamente cómo utilizar los recursos de tus personajes y la química que logras con tu adversario es única. Estaré atento a los turnos siguientes.

nota:

Nash:

Tenía mucho tiempo que no leía nada tuyo y es placentero volverte a encontrarte en el ring. Al igual que tu contrincante, tienes un nivel muy alto en cuestión de estilo, la única recomendación que te doy es que tengas más cuidado cuando se trata de pensamientos y diálogos porque es un tanto complicado entenderlo. Los párrafos están muy comprimidos y el color que utilizas para diálogo lastima los ojos al leer.

Por otra parte, eres un usuario nuevo del hielo; te recomiendo que leas temas con jugadores que ya lo hayan utilizado, especialmente los de Deltha. Al ser una técnica de área me pareció un nivel aceptable, aunque realmente aún puedes hacerlo mejor.

nota:

Como mencioné al inicio de este post, deberán continuar la pelea hasta que uno de los dos agote su reserva de cosmos y una vez que esto suceda declararé un ganador. Eso los obligará a mantener un buen nivel en los turnos siguientes teniendo como única referencia estas notas.


Buena suerte caballeros, disfruten su ansiado reencuentro y.... ¡HAGAN ARDER SU COSMOS!
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Mensaje por Jack Unterweger Sáb Nov 08, 2014 2:39 am

Al tiempo que el dragón de mar pronunciaba sus incisivas palabras mis ojos se abrieron súbitamente, pues no solo en la atmósfera, sino también en torno a mi figura negra discordante con la claridad que ahora imperaba, comenzaron a aglomerarse incuantificables partículas blanquecinas cuya temperatura descendía la general en total rivalidad con mi fuego, aminorando sus estragos en los alrededores cada vez más e imponiendo los suyos, seguido de eso, también acudió a la escena un soplo eólico que, conducido por el cosmos de guerrero submarino, comenzó a licuarse y a condensarse hasta formar una niebla espesa de propiedades criogenizantes…

- Tú, maldito…  ¿cómo te atreves?– lo miré con claro desprecio que no me preocupaba en contener desde el carmesí de mis ojos modificados, mientras que las últimas llamas de mi flamberge parecían ceder también ante el frio provocado por el contrario, extinguiéndose como la vida de todos los que habían habitado en el presente escenario. Llegados a tal punto, el aliento del dragón se sentía cada vez más cercano, inevitable de cierta forma, pero lejos de cualquier tipo de pesimismo mi sangre ardía con igual ansia que cuando nos encontrábamos bajo el mar ígneo.

Si, a pesar de toda la molestia que me causaba su sola estancia ahí no podía evitar ser presa de una irremediable aspiración bélica, misma que al externarse gracias a la capacidad de proyectar la energía combativa en forma de luces como estrellas, tomaba la identidad de una única llama danzante y altiva, completamente separada de las que ya fenecían a nuestro alrededor.

Entonces comencé a reír de nuevo, completamente fuera de mi mismo o quizás extremadamente centrado en el papel que como uno de los tres jueces me había sido concedido por Hades, pero realmente eso no era lo importante, pues lo que entonces robó el foco de atención para sí fue la súbita congelación que mi cuerpo comenzó a sufrir pese a la temperatura incandescente de mi cosos, comenzando por los pies, donde desde hacían ya varios instantes se había comenzado a materializar el hielo del enemigo. Seguido de eso no solo mis pies, sino que también mis pantorrillas y muslos comenzaron a ser víctimas de un terrible frio, poderoso pero bien diferente al del Cocytos, pues a este último mi cuerpo ya estaba más que acostumbrado… en su lugar, el poder gélido del marino se sentía como si intentara arrancar mi piel… cortar mis alas…

¡Pero eso no era algo que fuese a permitir tan fácilmente!

Así, aun con el despliegue del contrario subiendo de forma progresiva e impávida por la parte inferior de mi anatomía, cerré los ojos para aunque fuese por un momento dejar en un segundo plano las sensaciones exteriores, visualizando en mi mente retorcida únicamente mi propia figura y la de mi oponente, de pie ahí, en esa isla que me había encargado de convertir en un infierno sobre la tierra, pero que ahora yacía como un témpano estéril de los mares septentrionales.

- ¡Me subestimas si crees que voy a caer solo con esto! – declaré finalmente y al tiempo que mis palabras se mezclaban con el viento cristalizado el aura en torno a mi cuerpo que casi se apagaba tomó nuevas fuerzas gracias a una acción carroñera para con el cosmos que me atacaba, absorbiendo una parte de su energía para arder de nuevo con un resplandor que por unos instantes tiñó la blancura helada con un denso manto de demoniaco carmesí. Entonces, de manera coordinada con aquella demostración pirotécnica yo extendí mis brazos primero hacia los lados y luego hacia el frente, apuntando de manera explícita hacia la ubicación del que ya había revelado su rostro.

- ¡BURST SOUL! – bramé en ese momento, dejando que literalmente mi alma ardiera de manera imponente, manifestando en las lenguas flamígeras que expulsaba los gritos de los condenados bajo mi jurisdicción y hasta formas espectrales que se asemejaban a sus rostros en un macabro espectáculo para todos los sentidos. Solo entonces siguió al coro inframundano el ruido ensordecedor de una explosión y con ello una onda expansiva que se generó tomándome como epicentro para intentar golpear al pelinegro con un rebote de la fuerza que tanto presumía.

No obstante, incluso tras haber logrado lanzar ese torrente incendiario, mi cuerpo se sentía cada vez más inmovilizado y débil por la acción del hielo creciente, el cual si bien presentaba dificultades para congelar de manera total mi coraza de plumas metálicas color ébano, sí que estaba logrando alcanzar la piel descubierta, haciendo que abandonara su color típico para reemplazarlo con un tono azuloso cubierto con motas de escarcha y expandiéndose como una enfermedad por el resto de mi cuerpo dentro de la surplice.

Ahora el panorama no era que dijéramos favorable para mí, a este paso, a pesar de mi declaración anterior,  incluso dudaba en soportar mucho más de pie a no ser que fuese solo por incercia, pues gran parte de mi energía ya había sido gastada… pero sin duda intentaría que el dragón de mar tampoco saliera de una pieza…  

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Mensaje por Akroma Dom Nov 09, 2014 2:13 am

La mirada que el juez le dedico a Nash podía  sentirse entre aquella espesa niebla, se sintió casi delicioso generar tales emociones en aquel monstruo. Quería castigarlo, pero antes de ajusticiarlo lo haría sufrir, al menos una fracción del dolor que había causado en aquella Isla.  
El proceso congelante comenzó, siempre iniciaba en los pies y llegaba a la cabeza, un proceso lento y atemorizante que hacía que cualquiera se paralizara tanto física como mentalmente. Al menos con los debiluchos con los cuales estaba acostumbrado a pelear. Pero aquel hombre tenía un fuego… Una pasión que no sería vencida por un ataque como ese. -No esperaba menos-
Si no fuese porque ya conocía la verdadera naturaleza de un ser tan despreciable, sentiría incluso algo de admiración por el revivir de aquellas llamas. “Si, el fuego es hermoso y como todas las cosas es peligroso. La blanca nieve no es la excepción.” A medida que el último de los copos de Nieve cae sobre la palma de su mano, la cual procede a cerrar. El brillo del ataque de Garuda atrae su mirada y una sonrisa se dibuja en su rostro.

Todos sus sentidos se vieron atacados, cegado ante la luz, el olor a carne quemada, el sabor a pólvora, los gritos de los condenados, aquella sensación de que estaba ardiendo por dentro, como si una poderosa fiebre tratara de arrebatarle la vida. Sus pupilas se dilataron y por un instante se vio inmerso en su castigo sensorial, solo para ser despertado por una abrupta explosión la cual lo hizo no solo volar unos cuantos metros para atrás, sino que además caer en el piso, sobre sus espaldas. A tan corta distancia el ataque de Garuda genero daños considerables.  Podía sentir la carne dentro de la armadura, quemándose debido a la temperatura de la misma. “Dragón Marino… Perdóname.” Pensó llevándose la mano al pecho, sentía el metal ardiendo, sentía cada grieta y hendidura que la batalla le había generado a su armadura.  
Después de unos instantes para acostumbrarse al dolor que serpenteaba por su cuerpo, el general marino se levanta una vez más, su escama ya no brilla como antes, pero eso no hace de su presencia y cosmos menos imponentes. Una vez más la figura del dragón se manifestó a las espaldas de su protegido, los ojos de la bestia brillaban como estrellas y así lo hacia el aura bicolor de su general.

-Suficiente.- Anuncia solemne. Su cosmos arde con fervor y extiende ambos brazos a los lados, las extremidades se ven envueltas por un brillo blanquecino, el cual se ve transformado en enromes guantes de hielo. Sobre la superficie cristalina de los guantes se reflejan dos imágenes. Su guante derecho refleja a la figura metálica del Juez, mientras que la izquierda refleja los restos de los habitantes de aquella isla y las ascuas que quedaban de aquel infierno que ahí había sido desatado.
“Velocidad de la luz” La figura del general marítimo se desvanece, emulando a la niebla que hace poco había cubierto aquella isla. Nash reaparece a escasos metros del juez, levantando la enorme masa que era aquella estructura de hielo la cual cubría su brazo derecho y lanzando un golpe con ella contra el sujeto de cabellos rojos todo en un solo movimiento. El general marino pone todo su peso, empujando entonces su guante contra el rostro de aquel monstruo con quien había entablado el combate. "Cae... CAE."


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Mensaje por Cosmos Lun Ene 26, 2015 10:29 pm

Bueno, ya que han terminado en éstas dos respuestas re-comenzaré con calificar sus turnos para por fin concluir el apartado de su pelea, será breve ya que la resolución de su rencilla no tuvo mayores complicaciones. Lo volveré a hacer por el orden ya establecido anteriormente, aquí vamos:

Jack:

Sigues manteniendo ese excelente sistema de roleo, no bajaste el ritmo en ningún momento, siguiendo la línea de tus post anteriores. Me gusta conocer acerca de lo que pasa por la mente de tu personaje y es fácil envolverse en tu tipo de escritura. Sigue así. En cuanto a tu armadura, queda con daño significativo aunque no "letal" para la surplice, permitiéndote usarla aunque con claras señas de cuarteaduras y el daño recibido.

Nota:

Nash:

Sigo viendo ese problema de tu escritura compacta. Me parece que escribes demasiado rápido y no te das el tiempo para darle un formato más amigable a tu post lo que a veces confunde o hasta llega a ser cansado al lector. Mantienes el ritmo de buena forma y a mi parecer explicas muy bien tu ataque. Tu armadura queda como tu mismo la describiste, con cuarteaduras pero nada más; aun es utilizable.

Nota:

El ganador de ésta contienda es:

Nota:

Quien se hace acreedor de dos niveles más. Nash, puedes apropiarte de un nivel pero en tu cuenta de Nash, por obviedad, no la de Akroma. Pueden continuar con el tema para dar resolución a su situación. Muy bien hecho y... ¡HAGAN ARDER SU COSMOS!
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Hay hombres que solo quieren ver el mundo arder II [Privado // Nash] Empty Re: Hay hombres que solo quieren ver el mundo arder II [Privado // Nash]

Mensaje por Jack Unterweger Mar Ene 27, 2015 4:26 am

Impávido, el puño magnificado por el hielo del dragón marino viajó hacia mí a una velocidad de vértigo, cortando con un zumbido el aire frio que el propio general había invocado antes...  mentiría si dijera que lo podía esquivar o bloquear, pues incluso descontando el hecho de su rapidez y de que su anterior ataque había mermado mi movilidad, la batalla había resultado extenuante… mi cosmos había ardido a su límite pero ahora danzaba peligrosamente entre el ascenso y el descenso. No obstante mi cara seguía sin mostrar ni el más mínimo aire de arrepentimiento…

Así debe ser…

Entre aquel infierno otrora llameante, ahora convertido en un témpano sobre el mar, de pronto sentí que el tiempo se detenía…todo se congelaba al punto de que parecía que mi oponente avanzaba hacia mí en cámara lenta, a pesar de que ya antes se había hecho patente aquella velocidad digna de un guerrero de alta estirpe. “Así deber ser…” de nuevo lo volví a pensar; en el presente, a pesar de mis circunstancias, mi corazón y sangre ardían como la más mortífera de mis llamas, mi piel bajo el hielo cristalino estaba erizada, mis extremidades tensas. A cada paso que daba el guardián del Atlántico Norte podía recordar la sensación que obtuve de mis encuentros bélicos con el mártir alado, ese tipo cubierto de placas doradas, luego blancas y usuario de electricidad… mi enemigo.

- ¡ASÍ ES COMO DEBE SER UNA MALDITA PELEA! -  con voz cavernosa y potente bramé haciendo pleno uso de mis cuerdas bucales, mostrando en mi rostro una expresión de regocijo enfermizo… un gesto maniático que no era otra cosa sino mi forma de externar que, a pesar de mi obvia desventaja actual, no me arrepentía de nada de lo que había hecho ahí…

Volveré a destruir pueblos, volveré a torturar y a matar personas…” pensé - ¡VOLVERÉ A LUCHAR CONTIGO, TE BUSCARÉ Y ME ENCARGARÉ DE CALCINARTE! – hice audible con una obcecación solo propia de un loco, pues apenas mi boca se cerró para terminar mi letanía, el golpe brutal de aquella masa de hielo con forma de puño impactó de lleno en mi rostro, provocando el característico sonido de los huesos al romperse.

En ese momento pude sentir un agudísimo dolor recorriendo cada una de las fibras de mi cuerpo que aun conservaban sensibilidad, pues para colmo, de la mano con aquel golpe el hielo que prevalecía del anterior despliegue enemigo había ido subiendo por mi fisonomía como una enfermedad infecciosa, llevándose el control sobre mis músculos y hasta la percepción que tenía en ellos.

Empero, gracias a la fuerza del nuevo impacto, pronto la capa semi transparente de agua solidificada tronó como si se estuviera quejando, diversas cuarteaduras se hicieron visibles  tanto en la superficie del hielo como en mis adoradas plumas de metal y todo soporte que me mantuviera de pie fue desecho; así, con violencia e impulso propios de la furia de la bestia de los mares terminé por salir disparado hacia un extremo del campo de batalla…

Surqué los aires con las alas inmóviles, invadido por el dolor aunque a medio camino entre la pérdida de conciencia y la razón; al descender al piso cubierto de nieve todavía fui arrastrado por aquella fuerza unos cuantos metros más, tiñendo tanto mi piel como la nívea pureza que imperaba en la superficie con negro proveniente de la tierra y carmesí espeso brindado por mi sangre precipitada. Finalmente me detuve con un sonoro impacto al chocar con unas rocas. Para ese momento mi cuerpo no era más que un bulto, había sucumbido ante la ofensiva del oponente.

Sin embargo, aunque baja, la flama de mi vida seguía ahí, ardiendo con desesperación en medio de un desierto de hielo… luchando con una determinación enfermiza por prevalecer más tiempo en la obra planeada por el mi señor Hades, inextinguible. Si el general no me daba el golpe de gracia, fuera por compasión o por incapacidad, sin duda cumpliría mi promesa de buscarlo en el futuro…
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