Schadenfreude [Privado // Althea]
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Schadenfreude [Privado // Althea]
No más que un par de días habían pasado desde la “cordial” reunión donde por petición de Hermes se dieron cita aproximadamente la mitad de los olímpicos para discutir sobre el destino de los objetos mitológicos que varios de ellos tenían, cuando en la región de Ática junto con los tintes anaranjados del amanecer se dibujó en el horizonte de manera inusitada la figura andante del siempre errático efebo, aquel que era la encarnación del dios del vino, el desenfreno pero también de la locura traída por el éxtasis… Dionisio.
A su paso, la naturaleza ligeramente aperlada por el rocío de las primeras horas parecía agitarse, siendo sobre todo las plantas trepadoras de hiedra ahí presentes las que notaban su influencia. A su vez, los edificios de tiempos arcaicos aunque ya convertidos en ruinas presenciaban silenciosos y quietos su arribo, recordando con el suave toque de su presencia embriagante tiempos mejores cuando habían formado parte de algún templo o vivienda, pero sin duda la acción más clara de la estancia del chico en el ambiente era la peculiar iluminación discordante a la natural que brindaban a su alrededor numerosas partículas similares a luciérnagas que danzaban en perfecta armonía y cadencia, proporcionando brillos esmeralda y granate que dibujaban curiosas figuras sobre su piel casi de porcelana y las ropas "simples" pero elegantes que portaba, mismas que consistían en un típico atuendo de noble perteneciente a la época de la Grecia clásica.
Sin embargo, pese a que cualquier mortal que atestiguara el espectáculo que ocurría podría pensar que sin duda se trataba del esperadísimo regreso del dios regente a sus tierras, lo cierto es que no podía estar más lejos, pues aquella región en particular, mejor conocida como Eleusis, estaba consagrada a la numen que por encima incluso de Dionisio vigilaba por el bienestar de plantas y animales, una cuya antigüedad se equiparaba incluso con Zeus, Hades y Poseidón… Deméter, la “madre naturaleza.”
Era pues, que por un motivo que hasta el momento se había guardado solo para ella, luego de la asamblea divina había citado al extranjero en dicho sitio argumentando que tendría una propuesta “interesante” sobre el futuro del objeto que el muchacho tenía, despertando la curiosidad humana del castaño y ahora, con tan propicio escenario a su alrededor, el pequeño impostor pretendía finalmente saciar dicha necesidad.
Así, tras andar un tramo relativamente corto se adentró gracias a un camino de mármol en una construcción que parecía ser la más completa del lugar, pues incluso conservaba esculturas dedicadas a la diosa aunque ya claramente desgastadas por el paso inclemente del tiempo. Dentro de dicha estructura la luz naciente del día apenas si alcanzaba a llegar, pero la iluminación no sería un problema tomando en cuenta el séquito casi perpetuo del muchacho. Sus pasos resonaron como un eco así como su respiración que se escuchaba aumentada por momentos gracias al encierro, pero finalmente todo ruido cesó para dar oportunidad de entrada a su voz aguda pero con la suficiente fuerza para ser escuchada: - He venido como me pediste, Deméter… espero no sea una broma de mal gusto – al tiempo que en su rostro juvenil se dibujaba una mueca presuntuosa.
A su paso, la naturaleza ligeramente aperlada por el rocío de las primeras horas parecía agitarse, siendo sobre todo las plantas trepadoras de hiedra ahí presentes las que notaban su influencia. A su vez, los edificios de tiempos arcaicos aunque ya convertidos en ruinas presenciaban silenciosos y quietos su arribo, recordando con el suave toque de su presencia embriagante tiempos mejores cuando habían formado parte de algún templo o vivienda, pero sin duda la acción más clara de la estancia del chico en el ambiente era la peculiar iluminación discordante a la natural que brindaban a su alrededor numerosas partículas similares a luciérnagas que danzaban en perfecta armonía y cadencia, proporcionando brillos esmeralda y granate que dibujaban curiosas figuras sobre su piel casi de porcelana y las ropas "simples" pero elegantes que portaba, mismas que consistían en un típico atuendo de noble perteneciente a la época de la Grecia clásica.
Sin embargo, pese a que cualquier mortal que atestiguara el espectáculo que ocurría podría pensar que sin duda se trataba del esperadísimo regreso del dios regente a sus tierras, lo cierto es que no podía estar más lejos, pues aquella región en particular, mejor conocida como Eleusis, estaba consagrada a la numen que por encima incluso de Dionisio vigilaba por el bienestar de plantas y animales, una cuya antigüedad se equiparaba incluso con Zeus, Hades y Poseidón… Deméter, la “madre naturaleza.”
Era pues, que por un motivo que hasta el momento se había guardado solo para ella, luego de la asamblea divina había citado al extranjero en dicho sitio argumentando que tendría una propuesta “interesante” sobre el futuro del objeto que el muchacho tenía, despertando la curiosidad humana del castaño y ahora, con tan propicio escenario a su alrededor, el pequeño impostor pretendía finalmente saciar dicha necesidad.
Así, tras andar un tramo relativamente corto se adentró gracias a un camino de mármol en una construcción que parecía ser la más completa del lugar, pues incluso conservaba esculturas dedicadas a la diosa aunque ya claramente desgastadas por el paso inclemente del tiempo. Dentro de dicha estructura la luz naciente del día apenas si alcanzaba a llegar, pero la iluminación no sería un problema tomando en cuenta el séquito casi perpetuo del muchacho. Sus pasos resonaron como un eco así como su respiración que se escuchaba aumentada por momentos gracias al encierro, pero finalmente todo ruido cesó para dar oportunidad de entrada a su voz aguda pero con la suficiente fuerza para ser escuchada: - He venido como me pediste, Deméter… espero no sea una broma de mal gusto – al tiempo que en su rostro juvenil se dibujaba una mueca presuntuosa.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Era realmente temprano y el sueño invadía sus ojos castaños. No había dormido del todo bien, después de una noche realmente abrumadora donde miles de cosas se arremolinaban en su cabeza... Había decidido al final acercarse al castaño de ojos engañosos y hoy se decidiría si eso había sido una buena idea. Así que talló sus ojos para poder comenzar el día. Su piel medio tostada por el sol mediterráneo saludaba una vez más la luz de la mañana. Casi sintió el mismo jubilo y alegría que la vegetación al toparse con los rayos de Apolo, siempre cálido y maravilloso. Sus manos se posaron en el suelo, después de haber estado recostada entre un buen túmulo de vegetación, sonriendo ante el aire matutino.
- ¿Mmm...?
Una flor se extendió suavemente desde el suelo para acariciar su mejilla con un pétalo. ¿Así que ya había llegado? Se enderezó y se sacudió un poco los jeans azules que portaba, encaminándose al re encuentro del Olímpico. Una generación abajo de ella, y que aún así había alcanzado grandes cosas, entre ellas un buen grupo de fieles seguidores... Unos que probablemente hubieran pesado esas ruinas por donde ahora sorteaba sus sandalias, intentando no pisar una roca afilada o algo que pudiese tirarla.
- Jejeje, me parece que me confundes... Dionisio. Yo no hago bromas, y menos de mal gusto.
Su voz resonó por todo el templo en ruinas, el cual aún mantenía parte del techo. Sus pequeños pasos anunciaron su presencia, saliendo de atrás de una estatua ya corroída y manchada por la impecable influencia de Cronos. Le sonrió aniñadamente mientras cerraba los ojos, en un gesto muy de ella.
- Bienvenido a mi casa. - Mencionó casi de forma irónica ya que ahí no había ya nada... Aunque alguna vez miles de personas se pasearan buscando la bendición de la diosa de la Agricultura y la fertilidad. - Espero no haya inconveniente por estar en un sitio tan... Destartalado.
Luego se dedicó a mirar sus ropajes. Así había asistido a la reunión o más bien algo parecido. ¿Por qué era tan arcaico? ¿Sería del tipo de reencarnación como ella? Ya sabía, gracias a Draven, que muchos dioses no habían... reencarnado del todo y se posaban como verdaderos parásitos en entidades humanas. ¿Sería el caso de él? Comenzó a acercarse a su interlocutor, con su cabello ondulado moviéndose como si un suave viento revoloteara alrededor de ella.
- Tengo una propuesta... Para ti.
Se quedó muy cerca de él, levantándose de puntitas para mirar de cerca esos ojos afilados.
(Off: Ropajes)
- ¿Mmm...?
Una flor se extendió suavemente desde el suelo para acariciar su mejilla con un pétalo. ¿Así que ya había llegado? Se enderezó y se sacudió un poco los jeans azules que portaba, encaminándose al re encuentro del Olímpico. Una generación abajo de ella, y que aún así había alcanzado grandes cosas, entre ellas un buen grupo de fieles seguidores... Unos que probablemente hubieran pesado esas ruinas por donde ahora sorteaba sus sandalias, intentando no pisar una roca afilada o algo que pudiese tirarla.
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- Jejeje, me parece que me confundes... Dionisio. Yo no hago bromas, y menos de mal gusto.
Su voz resonó por todo el templo en ruinas, el cual aún mantenía parte del techo. Sus pequeños pasos anunciaron su presencia, saliendo de atrás de una estatua ya corroída y manchada por la impecable influencia de Cronos. Le sonrió aniñadamente mientras cerraba los ojos, en un gesto muy de ella.
- Bienvenido a mi casa. - Mencionó casi de forma irónica ya que ahí no había ya nada... Aunque alguna vez miles de personas se pasearan buscando la bendición de la diosa de la Agricultura y la fertilidad. - Espero no haya inconveniente por estar en un sitio tan... Destartalado.
Luego se dedicó a mirar sus ropajes. Así había asistido a la reunión o más bien algo parecido. ¿Por qué era tan arcaico? ¿Sería del tipo de reencarnación como ella? Ya sabía, gracias a Draven, que muchos dioses no habían... reencarnado del todo y se posaban como verdaderos parásitos en entidades humanas. ¿Sería el caso de él? Comenzó a acercarse a su interlocutor, con su cabello ondulado moviéndose como si un suave viento revoloteara alrededor de ella.
- Tengo una propuesta... Para ti.
Se quedó muy cerca de él, levantándose de puntitas para mirar de cerca esos ojos afilados.
(Off: Ropajes)
- Spoiler:
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Una voz incluso más aguda que la de él robó su atención entonces, siendo rápidamente identificada no solo porque ya la había escuchado antes, sino porque su emisora se presentó ante los ojos ambarinos del muchacho como si siempre hubiera estado allí…
- Deméter… - concluyó manteniendo esa exasperante mueca orgullosa al tanto que desde su mirar cristalizado contemplaba el andar de su anfitriona y sus gestos, que iban desde infantil amabilidad hasta una ironía ligera pero perfectamente oportuna. No obstante, la chica que en apariencia humana no parecía tener mucha mayor edad que él también se dedicó a hacer algo similar, escudriñando a su invitado con aquellos ojos grandes que podían resultar tan desesperantes como cautivadores, según quien los viera. Sin embargo, la seriedad que bien podría tomar esa reunión era desplazada de momento por lo curiosa que resultaba aquella escena digna de una obra preparatoriana improvisada dadas las chocantes diferencias en los estilos de vestimenta de ambos. A Enzo sin duda esto le molestaba más que cualquier otra cosa allí, pero consiente de que debía mantener las apariencias se limitó a esperar en silencio la confirmación de lo que lo había llevado hasta ese lugar.
Dicha confirmación le fue dada con celeridad, sin embargo en forma de un enunciado corto que abría la puerta a nuevas preguntas… y por la posición que asumió entonces la diosa parecía estar más atenta en las reacciones del impostor que a soltarle información en sí, por lo que el castaño soltó un suspiro pesado al llegar a la conclusión de que en ese particular caso lo mejor tal vez sería relajarse un poco. - Te escucho… - respondió entonces mientras su mueca altanera se trasformaba como por arte de magia en una que intentaba emular un lado más festivo de la deidad que pretendía ser, devolviendo a su rostro una calidez que había dejado de expresar hacía mucho tiempo pero que aun así seguía estando lejos de ser real.
Al tiempo que esto sucedía las pequeños corpúsculos lumínicos que le rodeaban iban elevándose con el soplo del viento mañanero para terminar fundiéndose con los rayos del sol que cada vez tomaban más fuerza, comenzando a colarse entre las grietas del mármol consagrado y dándole una atmósfera distinta al templo derruido.
- Deméter… - concluyó manteniendo esa exasperante mueca orgullosa al tanto que desde su mirar cristalizado contemplaba el andar de su anfitriona y sus gestos, que iban desde infantil amabilidad hasta una ironía ligera pero perfectamente oportuna. No obstante, la chica que en apariencia humana no parecía tener mucha mayor edad que él también se dedicó a hacer algo similar, escudriñando a su invitado con aquellos ojos grandes que podían resultar tan desesperantes como cautivadores, según quien los viera. Sin embargo, la seriedad que bien podría tomar esa reunión era desplazada de momento por lo curiosa que resultaba aquella escena digna de una obra preparatoriana improvisada dadas las chocantes diferencias en los estilos de vestimenta de ambos. A Enzo sin duda esto le molestaba más que cualquier otra cosa allí, pero consiente de que debía mantener las apariencias se limitó a esperar en silencio la confirmación de lo que lo había llevado hasta ese lugar.
Dicha confirmación le fue dada con celeridad, sin embargo en forma de un enunciado corto que abría la puerta a nuevas preguntas… y por la posición que asumió entonces la diosa parecía estar más atenta en las reacciones del impostor que a soltarle información en sí, por lo que el castaño soltó un suspiro pesado al llegar a la conclusión de que en ese particular caso lo mejor tal vez sería relajarse un poco. - Te escucho… - respondió entonces mientras su mueca altanera se trasformaba como por arte de magia en una que intentaba emular un lado más festivo de la deidad que pretendía ser, devolviendo a su rostro una calidez que había dejado de expresar hacía mucho tiempo pero que aun así seguía estando lejos de ser real.
Al tiempo que esto sucedía las pequeños corpúsculos lumínicos que le rodeaban iban elevándose con el soplo del viento mañanero para terminar fundiéndose con los rayos del sol que cada vez tomaban más fuerza, comenzando a colarse entre las grietas del mármol consagrado y dándole una atmósfera distinta al templo derruido.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Miró las lucesillas que envolvían el cuerpo del chico. ¿Luciérnagas? levantó la mano para que algunas de éstas se pasara sobre sus dedos, tratando de identificar su naturaleza pero de momento no pudo hacerlo ¿Alguna habilidad de él? Observó maravillada como se retiraron hacía las paredes, dejando aquellas ruinas iluminadas de forma casi fantástica. Volteó a verlo una vez más. No había pasado por desapercibido todas esas muecas, ese andar casi desidioso... Como repentinamente cambió la expresión a una un poco más... "alegre".
- Mmmm... Pareces algo constipado sentimentalmente mi querido Dionisio. ¿Qué pasa? Te recordaba más... Desbordante. - Dijo con una mueca amable y casi divertida pero sus palabras habían sido tan filosas como pretendía, realmente sospechando un poco por esa actitud prácticamente tan enfadosa. ¿O es que simplemente estaba de malas? - Quizás se acabo el vino antes de que vinieras jejeje.
Dijo con una leve risa mientras una pequeña ramita comenzaba a crecer entre las grietas del suelo casi destruido. Como una enredadera muy fina comenzó a crecer hasta que se asomó por el hombro de Enzo, casi colocándose ante sus ojos. Con un "pop" nació una uva, y luego dos, y luego tres... Hasta que se hicieron suficientes para crear un pequeño racimo. Althea sonrió juguetonamente mientras se separaba de él, dándole la espalda un momento mientras pensaba como comenzar a explicarle.
- Bien... Primero que nada debes saber que no quiero convencerte de darme el objeto que posees ni mucho menos intentar quitártelo porque bueno, es parte de eso lo que quiero hablar contigo. - Se giró para encararlo, ya separada por unos metros de distancia, aunque su voz resonaba por las paredes, logrando escucharse perfectamente - Quisiera que lo resguardaras contigo... De cualquier Dios. No se lo entregues a los regentes... Ni a nadie más. Necesito que estén debilitados...
Se acercó un par de pasos más, como si estuviera danzando con él, jugando con las distancias pero ésta vez no tan cerca. Extendió una mano hacía él, luego el dedo meñique.
- Sabiendo esto... No puedo avanzar más hasta que prometas que no le dirás a nadie más. Una promesa entre Dioses.
Ladeó la cabeza en esa sonrisa muy de ella. Confiaba en la curiosidad del chiquillo... Sino... Ni siquiera se hubiera ido a parar ahí, en primer lugar.
- Mmmm... Pareces algo constipado sentimentalmente mi querido Dionisio. ¿Qué pasa? Te recordaba más... Desbordante. - Dijo con una mueca amable y casi divertida pero sus palabras habían sido tan filosas como pretendía, realmente sospechando un poco por esa actitud prácticamente tan enfadosa. ¿O es que simplemente estaba de malas? - Quizás se acabo el vino antes de que vinieras jejeje.
Dijo con una leve risa mientras una pequeña ramita comenzaba a crecer entre las grietas del suelo casi destruido. Como una enredadera muy fina comenzó a crecer hasta que se asomó por el hombro de Enzo, casi colocándose ante sus ojos. Con un "pop" nació una uva, y luego dos, y luego tres... Hasta que se hicieron suficientes para crear un pequeño racimo. Althea sonrió juguetonamente mientras se separaba de él, dándole la espalda un momento mientras pensaba como comenzar a explicarle.
- Bien... Primero que nada debes saber que no quiero convencerte de darme el objeto que posees ni mucho menos intentar quitártelo porque bueno, es parte de eso lo que quiero hablar contigo. - Se giró para encararlo, ya separada por unos metros de distancia, aunque su voz resonaba por las paredes, logrando escucharse perfectamente - Quisiera que lo resguardaras contigo... De cualquier Dios. No se lo entregues a los regentes... Ni a nadie más. Necesito que estén debilitados...
Se acercó un par de pasos más, como si estuviera danzando con él, jugando con las distancias pero ésta vez no tan cerca. Extendió una mano hacía él, luego el dedo meñique.
- Sabiendo esto... No puedo avanzar más hasta que prometas que no le dirás a nadie más. Una promesa entre Dioses.
Ladeó la cabeza en esa sonrisa muy de ella. Confiaba en la curiosidad del chiquillo... Sino... Ni siquiera se hubiera ido a parar ahí, en primer lugar.
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
La pequeña chica de nuevo hizo gala de su conciencia divina al notar inmediatamente el extraño comportamiento del impostor, cosa que a este no le agradó para nada, pero que con esfuerzo logró ocultar. – No sé de qué hablas Deméter… siempre he sido así – resolvió a contestar mirándola con aquellos ojos excesivamente brillantes y esbozando una mueca agria que hacía un curioso contraste con las expresiones alegres de la castaña, pues pese a que ella en parte tenía razón en sus comentarios, Enzo aún tenía de su lado las numerosas menciones del carácter voluble de Baco, que incluso le habían hecho ganar el epíteto de “Dimorfo” al poder ser tan amable como terrible según qué circunstancias.
No obstante, la diosa de la naturaleza no se detuvo allí y haciendo gala de sus prominentes habilidades para crear vida hizo nacer desde el piso hasta el hombro del muchacho una vid de tallo esmeralda que no tardó en florecer y entregar sus frutos como joyas a manera de curioso ofrecimiento para el efebo. Además, al mismo tiempo que esto sucedía la fémina profirió una serie de inquietantes palabras que el chico acogió con un interés cada vez mayor…
- Ohhh… creo que te juzgué mal en la reunión – respondió entonces el criajo, manteniendo intacta la distancia que ella se había encargado de crear pero tomando de forma simbólica con su diestra las uvas nacidas del poder de la diosa, acto seguido, desde los distintos puntos hacia donde se habían esparcido, las partículas de luz que llegaron al templo en ruinas con el extranjero acudieron de nuevo para rodearle tras un llamado implícito, extendido probablemente con un simple pensamiento que solo su energía cósmica podría interpretar, y con celeridad se concentraron en torno a los frutos que ahora sostenía el muchacho para transmutarlos en una sustancia acuosa de color sanguíneo y penetrante olor etílico gracias a la fermentación sobrenatural, dando lugar al nacimiento de la bebida insignia de la identidad mitológica que pretendía ostentar.
- De la forma en que lo pones creo que tienes algo grande entre manos, tan grande que incluso llegaste al extremo de ser tan cuidadosa como para citarme en privado en este lugar que prácticamente te pertenece… - continuó con insidioso tono pero también con una sonrisa invadida por una extraña expectación, como si la diosa frente a él de hecho hubiera logrado captar su interés tanto como lo había conseguido el señor de los mensajeros en el concilio pasado, pero a diferencia de este su anfitriona en esta ocasión parecía estar dispuesta a dejar de lado los rodeos dependiendo de una única respuesta, la suya.
- …Pero está bien, si querías intrigarme lo lograste… - reconoció Enzo a la par que, con andar lento y ceremonioso, por primera vez durante este segundo encuentro con ella buscaba acortar la distancia por sus propios medios, y apenas lograrlo en la medida suficiente extendió su diestra hacia Deméter, ofreciéndole una fracción del líquido que mantenía flotando por encima de su palma como una especie de brindis para sellar su trato . – Prometo no hablar sobre esto con nadie…-dijo finalmente correspondiendo al gesto ajeno con una sonrisa que también le era propia, tan maliciosa como peculiarmente atrayente.
No obstante, la diosa de la naturaleza no se detuvo allí y haciendo gala de sus prominentes habilidades para crear vida hizo nacer desde el piso hasta el hombro del muchacho una vid de tallo esmeralda que no tardó en florecer y entregar sus frutos como joyas a manera de curioso ofrecimiento para el efebo. Además, al mismo tiempo que esto sucedía la fémina profirió una serie de inquietantes palabras que el chico acogió con un interés cada vez mayor…
- Ohhh… creo que te juzgué mal en la reunión – respondió entonces el criajo, manteniendo intacta la distancia que ella se había encargado de crear pero tomando de forma simbólica con su diestra las uvas nacidas del poder de la diosa, acto seguido, desde los distintos puntos hacia donde se habían esparcido, las partículas de luz que llegaron al templo en ruinas con el extranjero acudieron de nuevo para rodearle tras un llamado implícito, extendido probablemente con un simple pensamiento que solo su energía cósmica podría interpretar, y con celeridad se concentraron en torno a los frutos que ahora sostenía el muchacho para transmutarlos en una sustancia acuosa de color sanguíneo y penetrante olor etílico gracias a la fermentación sobrenatural, dando lugar al nacimiento de la bebida insignia de la identidad mitológica que pretendía ostentar.
- De la forma en que lo pones creo que tienes algo grande entre manos, tan grande que incluso llegaste al extremo de ser tan cuidadosa como para citarme en privado en este lugar que prácticamente te pertenece… - continuó con insidioso tono pero también con una sonrisa invadida por una extraña expectación, como si la diosa frente a él de hecho hubiera logrado captar su interés tanto como lo había conseguido el señor de los mensajeros en el concilio pasado, pero a diferencia de este su anfitriona en esta ocasión parecía estar dispuesta a dejar de lado los rodeos dependiendo de una única respuesta, la suya.
- …Pero está bien, si querías intrigarme lo lograste… - reconoció Enzo a la par que, con andar lento y ceremonioso, por primera vez durante este segundo encuentro con ella buscaba acortar la distancia por sus propios medios, y apenas lograrlo en la medida suficiente extendió su diestra hacia Deméter, ofreciéndole una fracción del líquido que mantenía flotando por encima de su palma como una especie de brindis para sellar su trato . – Prometo no hablar sobre esto con nadie…-dijo finalmente correspondiendo al gesto ajeno con una sonrisa que también le era propia, tan maliciosa como peculiarmente atrayente.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Él respondió a su "acusación" argumentando que siempre había sido así, con una mueca bastante amarga... Entonces sí que estaba de malas, como se habría imaginado. Aún así le miró fijamente... Luego desvió la mirada para volver a concentrarse en aquellas lucesitas que re comenzaban a moverse para regresar a las cercanías del Dios y rodear aquellas uvas que había creado para él. Sonrió satisfecha por la aceptación de su regalo pero se distrajo un momento admirando ese despliegue de poder.
- Oh... Vaya poder.
Mencionó alegre al ver como surgía una bebida hecha de sus propias uvas. Realmente tenía la habilidad divina de crear vino... Uno bastante natural según el pensamiento de Althea. Tuvo que volver a poner atención cuando él decidió acercarse ésta vez. Miró curiosa como le extendía la bebida flotante, escuchando el hecho de que estaba realmente curioso a su propuesta. Sonrió internamente con enorme satisfacción... Claro que le interesaba. Lo había notado cuando lo vio por primera vez... No actuaba como los otros. Hablando, gritando, lanzando argumentos a diestra y siniestra. No. Él era más pasivo, observador, cauteloso... Era perfecto.
- Gracias.
Dijo al respecto del ofrecimiento de la bebida. No sabía como tomarla si estaba... Pues... flotando. Así que simplemente se inclinó un poco hasta la mano de él, no demasiado ya que la diferencia de tamaños entre ambos no era realmente significativa. Quizás él la rebasaba por un par de centímetros, a lo mucho. Posó sus labios sonrosados sobre la orilla del líquido y aspiro con calma, dejando que la bebida pasara por su boca, degustando el sabor de las uvas... ¿Y el alcohol? ¿Era parte de la magia del chico poner ese elemento en las uvas frescas?
- Mmm... Delicioso - Dijo enderezándose, relamiéndose con delicadeza. Luego sonrió animadamente cuando él extendió su meñique, respondiendo al gesto. Unió el dedillo de ella con el ajeno. - Yubi kiri GenMan, USO tsuitara hari sen bon nomasu... ¡Yubi Kitta!
Y mientras recitaba aquella costumbre japonesa de la promesa de los dedos meñiques, movía las manos de arriba hacía abajo. Al final, con la ultima frase, separó el dedo meñique del de él. Le gustaba esa costumbre. En sus vidas pasadas había visitado innumerables culturas y se había apropiado de alguno que otro detalle.
- Bueno... Ya que lo hemos prometido - Dijo confiando absolutamente en ese hecho. - He de decirte lo que pretendo hacer... Necesito que te quedes con ese artefacto el tiempo necesario para que haga mi movimiento; el hecho de que Hades esté debilitado me permitirá arremeter contra él... Jeje no vayas a mal interpretar esa parte, solamente quiero someterlo unos... momentos. Lo quiero fuera de juego, para liberar los males antiguos... Lo que nos devolverá nuestra gloria perdida...
Se acercó a Enzo, mirando a sus ojos con los castaños de ella, casi intentando perderlo en sus pupilas... Las cuales reflejaban un cosmos dorado casi infinito, primordial. Extendió una mano hasta él y la posó sobre la mejilla adolescente, acariciandola en un gesto meramente maternal.
- ¿No estás cansado de pelear tan absurdamente?... ¿De vivir en una paz tan cínicamente fingida... Dionisio?
- Oh... Vaya poder.
Mencionó alegre al ver como surgía una bebida hecha de sus propias uvas. Realmente tenía la habilidad divina de crear vino... Uno bastante natural según el pensamiento de Althea. Tuvo que volver a poner atención cuando él decidió acercarse ésta vez. Miró curiosa como le extendía la bebida flotante, escuchando el hecho de que estaba realmente curioso a su propuesta. Sonrió internamente con enorme satisfacción... Claro que le interesaba. Lo había notado cuando lo vio por primera vez... No actuaba como los otros. Hablando, gritando, lanzando argumentos a diestra y siniestra. No. Él era más pasivo, observador, cauteloso... Era perfecto.
- Gracias.
Dijo al respecto del ofrecimiento de la bebida. No sabía como tomarla si estaba... Pues... flotando. Así que simplemente se inclinó un poco hasta la mano de él, no demasiado ya que la diferencia de tamaños entre ambos no era realmente significativa. Quizás él la rebasaba por un par de centímetros, a lo mucho. Posó sus labios sonrosados sobre la orilla del líquido y aspiro con calma, dejando que la bebida pasara por su boca, degustando el sabor de las uvas... ¿Y el alcohol? ¿Era parte de la magia del chico poner ese elemento en las uvas frescas?
- Mmm... Delicioso - Dijo enderezándose, relamiéndose con delicadeza. Luego sonrió animadamente cuando él extendió su meñique, respondiendo al gesto. Unió el dedillo de ella con el ajeno. - Yubi kiri GenMan, USO tsuitara hari sen bon nomasu... ¡Yubi Kitta!
Y mientras recitaba aquella costumbre japonesa de la promesa de los dedos meñiques, movía las manos de arriba hacía abajo. Al final, con la ultima frase, separó el dedo meñique del de él. Le gustaba esa costumbre. En sus vidas pasadas había visitado innumerables culturas y se había apropiado de alguno que otro detalle.
- Bueno... Ya que lo hemos prometido - Dijo confiando absolutamente en ese hecho. - He de decirte lo que pretendo hacer... Necesito que te quedes con ese artefacto el tiempo necesario para que haga mi movimiento; el hecho de que Hades esté debilitado me permitirá arremeter contra él... Jeje no vayas a mal interpretar esa parte, solamente quiero someterlo unos... momentos. Lo quiero fuera de juego, para liberar los males antiguos... Lo que nos devolverá nuestra gloria perdida...
Se acercó a Enzo, mirando a sus ojos con los castaños de ella, casi intentando perderlo en sus pupilas... Las cuales reflejaban un cosmos dorado casi infinito, primordial. Extendió una mano hasta él y la posó sobre la mejilla adolescente, acariciandola en un gesto meramente maternal.
- ¿No estás cansado de pelear tan absurdamente?... ¿De vivir en una paz tan cínicamente fingida... Dionisio?
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
De cierta manera el chico ya sentía sellado el acuerdo desde que la diosa en forma de adolescente aceptó beber sin dudar aquel néctar divino directamente de su mano extendida, pero para que Deméter pudiese también dar por finiquitado ese primer asunto, presuponiendo la importancia de eso, cuando ella buscó el meñique del castaño este se dejó llevar, y así, su anfitriona entonó una frasesilla típica de la cultura oriental, según él recordaba haber leído. Enseguida la guardiana y señora de la naturaleza prosiguió con su voz melódica y vivaz...
Enzo escuchó en completa quietud y silencio cada palabra que salió serpenteando de la boca ajena, manteniendo siempre para el exterior una mueca de malicia o tranquilidad presuntuosa según el rumbo que tomará el tema, más en su interior, su verdadero yo que estaba libre de la necesidad de aparentar ardía en una mezcla de emoción, envidia y hasta cierto terror irracional… todo esto causado por la madre naturaleza.
No obstante, cuando parecía que ella terminaría de hablar y se acercó al chico para alcanzar su rostro suavemente con su pequeña mano, tibia y suave, los sentimientos anteriores se convulsionaron con violencia, quedando solo una terrible impresión de vacío existencial propiciada por aquella mirada que el adolescente únicamente podía comparar con observar el firmamento desde un telescopio. En ese instante, su cuerpo se heló de forma inevitable, quizás incluso un poco más que cuando estuvo ante el señor de la muerte, tiempo atrás… pero la última serie de interrogaciones externada por su anfitriona lo sacó del vergonzoso trance al que lo habían conducido sus ojos castaños.
- Déjame ver si te entiendo… – pudo decir tras una breve pausa en que tomó aliento como alguien que se repone de una impresión muy grande - ¿Acaso quieres liberar a los titanes? – fue directo y sin rodeos, tal como la diosa lo había sido al momento de contarle su plan de forma general. Para el efebo aquello sin duda resultaría un obstáculo en su camino de farsante, pero, por otro lado, la liberación de las fuerzas primordiales podría significar de hecho el librarse de la humanidad que tanto asco le daba y de paso de algunas deidades inconvenientes. Entonces su patético miedo fue inesperadamente transmutado en una alegría malsana, schadenfraude como se diría en idioma teutón.
Para alguien que presenciara como espectador tan radical cambio, lo antes descrito sin duda resultaría cuando menos curioso, pero era cierto que el chico jugando a ser dios resultaría quizás tan peligroso como estos llegado el momento de la verdad, pues a falta de poder controlar a la esencia divina que había absorbido, o si quiera de poder despertarle del todo, tenía en su carácter la inevitable saña propia de la raza humana y así también el impulso destructivo presente de manera natural y básica, en menor o mayor medida, en cada miembro de la especie dominante en la tierra.
Finalmente, la respuesta a las palabras de la diosa de la fertilidad y la naturaleza salio de Enzo acompañada de una caricia suave en la mano ajena, como la que había sido dirigida a su mejilla, pero solo para apartarla con educado desdén de su rostro niveo. – Entonces cuenta conmigo… -
Tras eso, los orbes pardos del joven se tornaron del mismo tono que el vino tinto sobre el que mandaba, devolviendo una mirada fija como la que le había dirigido ella, pero, a diferencia de la demostración divina que venía implícita en la primera, la de él expresaba un intenso y oscuro deseo caótico, enigmático.
- Ya va siendo hora de que esta era llegue a su fin… -
Enzo escuchó en completa quietud y silencio cada palabra que salió serpenteando de la boca ajena, manteniendo siempre para el exterior una mueca de malicia o tranquilidad presuntuosa según el rumbo que tomará el tema, más en su interior, su verdadero yo que estaba libre de la necesidad de aparentar ardía en una mezcla de emoción, envidia y hasta cierto terror irracional… todo esto causado por la madre naturaleza.
No obstante, cuando parecía que ella terminaría de hablar y se acercó al chico para alcanzar su rostro suavemente con su pequeña mano, tibia y suave, los sentimientos anteriores se convulsionaron con violencia, quedando solo una terrible impresión de vacío existencial propiciada por aquella mirada que el adolescente únicamente podía comparar con observar el firmamento desde un telescopio. En ese instante, su cuerpo se heló de forma inevitable, quizás incluso un poco más que cuando estuvo ante el señor de la muerte, tiempo atrás… pero la última serie de interrogaciones externada por su anfitriona lo sacó del vergonzoso trance al que lo habían conducido sus ojos castaños.
- Déjame ver si te entiendo… – pudo decir tras una breve pausa en que tomó aliento como alguien que se repone de una impresión muy grande - ¿Acaso quieres liberar a los titanes? – fue directo y sin rodeos, tal como la diosa lo había sido al momento de contarle su plan de forma general. Para el efebo aquello sin duda resultaría un obstáculo en su camino de farsante, pero, por otro lado, la liberación de las fuerzas primordiales podría significar de hecho el librarse de la humanidad que tanto asco le daba y de paso de algunas deidades inconvenientes. Entonces su patético miedo fue inesperadamente transmutado en una alegría malsana, schadenfraude como se diría en idioma teutón.
Para alguien que presenciara como espectador tan radical cambio, lo antes descrito sin duda resultaría cuando menos curioso, pero era cierto que el chico jugando a ser dios resultaría quizás tan peligroso como estos llegado el momento de la verdad, pues a falta de poder controlar a la esencia divina que había absorbido, o si quiera de poder despertarle del todo, tenía en su carácter la inevitable saña propia de la raza humana y así también el impulso destructivo presente de manera natural y básica, en menor o mayor medida, en cada miembro de la especie dominante en la tierra.
Finalmente, la respuesta a las palabras de la diosa de la fertilidad y la naturaleza salio de Enzo acompañada de una caricia suave en la mano ajena, como la que había sido dirigida a su mejilla, pero solo para apartarla con educado desdén de su rostro niveo. – Entonces cuenta conmigo… -
Tras eso, los orbes pardos del joven se tornaron del mismo tono que el vino tinto sobre el que mandaba, devolviendo una mirada fija como la que le había dirigido ella, pero, a diferencia de la demostración divina que venía implícita en la primera, la de él expresaba un intenso y oscuro deseo caótico, enigmático.
- Ya va siendo hora de que esta era llegue a su fin… -
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Si alguien pudiera leer o conocer los sentimientos del castaño frente a ella se sorprendería verdaderamente por la forma en que los ocultaba. Por fuera era ese mismo chiquillo con cara de hastío y prepotencia, lo único que ella podía apreciar. A pesar de que eran dioses al final siempre poseían esa parte humana... La que aunque no quisiesen estaba ahí y es provocaba estar en constantes guerras y peleas. El hecho de que no eran vulnerables a la discordia, a las palabras endulzadas y el engaño perpetrado. Sin embargo, un atisbo de sus verdaderos sentimientos se asomaron al sentirlo paralizarse ante su mirada.
¿Por qué? No es que ella fuese una deidad agresiva aunque sin duda sí salvaje. La naturaleza podía ser pasiva y armoniosa pero en el momento de demostrar su furia se volvía una verdadera fuerza a la que no se le podía calmar. Pero sus pensamientos fueron removidos cuando el presunto Dionisio mencionó aquello tan a la ligera. De un salto casi gracioso se posó junto a él. Su mano que ya reposaba en la mejilla ajena solamente se deslizó hasta posarse sobre la boca del adolescente, impidiéndole decir eso ultimo, entrecortando sus palabras.
- Shhh... - Le susurró al oído, ahora como estaba a su lado. - No lo menciones como si fuera algo tan común...
Luego de aquel cambio tan curioso como drástico en la personalidad del chiquillo, ella no pudo más que asombrarse por la versatilidad de sus emociones. Aunque estaba totalmente alejada de la realidad, ella imaginó que como el Dios del vino y el éxtasis era parte de su ser pues... "sentir mucho". Realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que se gestaba en esa mente ovejuna, aferrada a su disfraz de lobo. Y aún así, había decidido confiar.
- ¿Enserio...? ¡Claro, y tu puedes contar conmigo!
Dijo alegremente, regresando a su jovial y casi aniñado comportamiento usual. No esperaba que las cosas fueran tan fáciles pero al notar esa curiosa e inesperada mirada en su compañero divino fue que se dio cuenta que había elegido bien... ¿Era acaso ese carmesí el reflejo de sus ansias por el caos? ¿O quizás era algo más? De momento le embargó la duda que siempre tenía con los demás dioses, gracias a la explicación de Draven al respecto.
- Y dime... ¿Eres... la reencarnación de Dionisio? ¿O lo llevas dentro...?
Preguntó más que curiosa, ya habiendo retirado la mano de la boca de su compañero desde hacía un rato. ¿Cuál sería el caso del joven chico?
¿Por qué? No es que ella fuese una deidad agresiva aunque sin duda sí salvaje. La naturaleza podía ser pasiva y armoniosa pero en el momento de demostrar su furia se volvía una verdadera fuerza a la que no se le podía calmar. Pero sus pensamientos fueron removidos cuando el presunto Dionisio mencionó aquello tan a la ligera. De un salto casi gracioso se posó junto a él. Su mano que ya reposaba en la mejilla ajena solamente se deslizó hasta posarse sobre la boca del adolescente, impidiéndole decir eso ultimo, entrecortando sus palabras.
- Shhh... - Le susurró al oído, ahora como estaba a su lado. - No lo menciones como si fuera algo tan común...
Luego de aquel cambio tan curioso como drástico en la personalidad del chiquillo, ella no pudo más que asombrarse por la versatilidad de sus emociones. Aunque estaba totalmente alejada de la realidad, ella imaginó que como el Dios del vino y el éxtasis era parte de su ser pues... "sentir mucho". Realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que se gestaba en esa mente ovejuna, aferrada a su disfraz de lobo. Y aún así, había decidido confiar.
- ¿Enserio...? ¡Claro, y tu puedes contar conmigo!
Dijo alegremente, regresando a su jovial y casi aniñado comportamiento usual. No esperaba que las cosas fueran tan fáciles pero al notar esa curiosa e inesperada mirada en su compañero divino fue que se dio cuenta que había elegido bien... ¿Era acaso ese carmesí el reflejo de sus ansias por el caos? ¿O quizás era algo más? De momento le embargó la duda que siempre tenía con los demás dioses, gracias a la explicación de Draven al respecto.
- Y dime... ¿Eres... la reencarnación de Dionisio? ¿O lo llevas dentro...?
Preguntó más que curiosa, ya habiendo retirado la mano de la boca de su compañero desde hacía un rato. ¿Cuál sería el caso del joven chico?
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Estaba divertido por las palabras y actitudes de la castaña, pues por más “primordial” que su anfitriona fuera, cada que el chico veía aquellos ojos color miel, grandes y expresivos, o cada que la escuchaba hablar con su voz casi infantil, no podía evitar sentirse como el mayor ahí… como si estuvieran a punto de hacer una travesura conjunta lejos de la vista de los adultos, por más que lo que estuvieran tratando fuera un tema de delicadeza e importancia en su punto más extremo.
No obstante, antes de que él pudiera continuar, la chica volvió a dejar salir de su boca un grupo de palabras agudas, quizás con meras intenciones de satisfacer su curiosidad, pero que para el efebo se sintieron como el piquete de un animal ponzoñoso…
- ¿No es básicamente lo mismo? – contestó luego de un breve silencio de forma un tanto evasiva… enfrentando a una pregunta con otra; enseguida, como reacción maquinal se comenzó a alejar de nuevo de la diosa por un costado, con pasos medidos, tratando de guardar la compostura en lo posible mientras la miraba de reojo con aparente calma aunque por dentro estuviera agitado…
“¿Por qué demonios tuvo que preguntar precisamente eso?” repetía para sí, “¿acaso ya se dio cuenta?”
La inestabilidad en el carácter del castaño se tambaleaba peligrosamente… por dentro la montaña rusa que eran sus emociones inmaduras se alejaba con velocidad nuevamente de su sentir anterior para ingresar en la zona de la molestia. Si ella hubiera externado esa pregunta antes de contarle lo que le había dicho, sin duda habría arremetido contra su pequeña humanidad… o al menos habría intentado hacerlo.
- Es decir… ¿qué más da la forma en la que aparecí en esta época? – agregó cuando la distancia entre ellos ya era de al menos una decena de pasos suyos, sumido en la oscuridad de las ruinas donde la iluminación del astro rey no alcanzaba a colarse aún por su reciente aparición – lo importante es quién soy… - desde su posición sus ojos buscaron reencontrarse con la figura de la numen local, brillando en un rojo intenso que al combinarse con la negrura del “escondite” de su poseedor le daban un aire místico pero bestial, algo inherente de aquel que poseía entre sus dones la facultad de desatar los límites de la razón para dejarla fluir hasta convertirla en puro frenesí; posiblemente el acto más desesperado hasta ahora de aquel mocoso por fingir su condición divina...
No obstante, antes de que él pudiera continuar, la chica volvió a dejar salir de su boca un grupo de palabras agudas, quizás con meras intenciones de satisfacer su curiosidad, pero que para el efebo se sintieron como el piquete de un animal ponzoñoso…
- ¿No es básicamente lo mismo? – contestó luego de un breve silencio de forma un tanto evasiva… enfrentando a una pregunta con otra; enseguida, como reacción maquinal se comenzó a alejar de nuevo de la diosa por un costado, con pasos medidos, tratando de guardar la compostura en lo posible mientras la miraba de reojo con aparente calma aunque por dentro estuviera agitado…
“¿Por qué demonios tuvo que preguntar precisamente eso?” repetía para sí, “¿acaso ya se dio cuenta?”
La inestabilidad en el carácter del castaño se tambaleaba peligrosamente… por dentro la montaña rusa que eran sus emociones inmaduras se alejaba con velocidad nuevamente de su sentir anterior para ingresar en la zona de la molestia. Si ella hubiera externado esa pregunta antes de contarle lo que le había dicho, sin duda habría arremetido contra su pequeña humanidad… o al menos habría intentado hacerlo.
- Es decir… ¿qué más da la forma en la que aparecí en esta época? – agregó cuando la distancia entre ellos ya era de al menos una decena de pasos suyos, sumido en la oscuridad de las ruinas donde la iluminación del astro rey no alcanzaba a colarse aún por su reciente aparición – lo importante es quién soy… - desde su posición sus ojos buscaron reencontrarse con la figura de la numen local, brillando en un rojo intenso que al combinarse con la negrura del “escondite” de su poseedor le daban un aire místico pero bestial, algo inherente de aquel que poseía entre sus dones la facultad de desatar los límites de la razón para dejarla fluir hasta convertirla en puro frenesí; posiblemente el acto más desesperado hasta ahora de aquel mocoso por fingir su condición divina...
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
La respuesta a su pregunta le sonó esquiva... O más bien, a la defensiva. Le siguió con la mirada mientras se movía de su sitio para colocarse a un costado, preguntando si no era lo mismo. Le extrañó un poco su respuesta, ya que realmente de verdad había diferencias... ¿Quizás él no sabía como ella hasta hace poco? Lo miró aún sonriente mientras ladeaba la cabeza.
- ¿Um? No, no es lo mismo... Me acaban de explicar que hay una diferencia fundamental. Una reencarnación es la completa unión del alma y el cuerpo, básicamente es lo mismo... Y quienes tienen a los Dioses dentro son casi dos personas. Discúlpame si inferí muy apresuradamente que supieras algo como esto.
Demeter no tenía ninguna idea de lo que se gestaba dentro del chico, ni tenía razones para suponerlo, al menos de momento y con tan poca información sobre él. Así que solamente tomó su comportamiento como el hecho de no saber a que se refería. Lo miró alejarse hasta que entró a las sombras... De alguna forma adoraba su dramatismo... Era como si el Dionisio se hubiera negado a avanzar en las épocas, quedándose atascado en ese curioso anacronismo. En cambio ella, se vestía jovial y moderna, degustando de los dones actuales.
- ¿Sucede algo? Te he notado... Tenso desde que llegaste. No soy tu enemiga. Deberías relajarte un poco más.
Intentó acercarse a él aunque eso significara que tendría que alejarse de la luz. Comenzó por dar algunos pasos hacía allá, colocando juguetonamente sus manos a su espalda, mientras veía a otro lado como si no quisiera ir intencionalmente. Se detuvo a algunos pasos, sin entrar del todo a la sombra donde se refugiaba.
- No muerdo... Mucho. ¡ÑAC!
Y le tiró una mordida juguetona mientras sonreía y le dedicaba un rostro amable.
- ¿Um? No, no es lo mismo... Me acaban de explicar que hay una diferencia fundamental. Una reencarnación es la completa unión del alma y el cuerpo, básicamente es lo mismo... Y quienes tienen a los Dioses dentro son casi dos personas. Discúlpame si inferí muy apresuradamente que supieras algo como esto.
Demeter no tenía ninguna idea de lo que se gestaba dentro del chico, ni tenía razones para suponerlo, al menos de momento y con tan poca información sobre él. Así que solamente tomó su comportamiento como el hecho de no saber a que se refería. Lo miró alejarse hasta que entró a las sombras... De alguna forma adoraba su dramatismo... Era como si el Dionisio se hubiera negado a avanzar en las épocas, quedándose atascado en ese curioso anacronismo. En cambio ella, se vestía jovial y moderna, degustando de los dones actuales.
- ¿Sucede algo? Te he notado... Tenso desde que llegaste. No soy tu enemiga. Deberías relajarte un poco más.
Intentó acercarse a él aunque eso significara que tendría que alejarse de la luz. Comenzó por dar algunos pasos hacía allá, colocando juguetonamente sus manos a su espalda, mientras veía a otro lado como si no quisiera ir intencionalmente. Se detuvo a algunos pasos, sin entrar del todo a la sombra donde se refugiaba.
- No muerdo... Mucho. ¡ÑAC!
Y le tiró una mordida juguetona mientras sonreía y le dedicaba un rostro amable.
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Enzo no pudo hacer otra cosa más que levantar una ceja con curiosidad ante la explicación que la diosa de la fertilidad le daba, pues si respondía que no tenía idea de eso haría su ignorancia más patente, y en cambio, si pretendía hacerse el sabio podría terminar por crear sospechas indeseadas en la chica castaña al carecer probablemente de otros conocimientos importantes sobre el acto que pretendía llevar a cabo…
“Al menos ahora lo sé…” era lo que pasaba por su mente al tanto que ella parecía de alguna forma interesada en seguir cerca de él… quizás por el solo hecho de obtener compañía, quizás por el objeto que el impostor tenía en su posesión… o al menos esas eran todas las opciones que su mente por vocación desconfiada le permitía albergar, como fuera, lo importante llegados a ese punto era que ella insistía en su falta de intenciones hostiles hacia él, y eso ya era algo a tomar en cuenta por sí mismo…
Fue por eso que el efebo no puso más empeño en alejarse de su interlocutora, y en cambio cuando ella comenzó a avanzar para llegar a la improvisada zona de confort que él había encontrado bajo el abrigo de la oscuridad, optó por seguir la tónica ajena y abandonar, aunque fuera de manera superficial, su reticencia a la cercanía con la madre naturaleza reencarnada, así volvió a poner en marcha su delgada figura…
- Te pido perdón si parezco tenso o desconfiado, Deméter – contestó finalmente al tiempo que el sonido de sus sandalias clásicas y los pasos ajenos acompañaba como un eco constante a sus palabras – Es solo que… me siento abrumado – prosiguió con tono y gesto que normalmente en otro individuo parecerían exagerados, pero que para lo que él le había mostrado anteriormente a la numen resultaba hasta normal – En esta era hay demasiadas cosas que ocupan mi mente… vicios dispersos, deseos de frenesí, pero también personas que se reprimen a sí mismas, que ocultan sus verdaderos rostros… todo eso puedo percibirlo claramente como una resonancia incesante en mi cabeza, y si bien no me vuelve loco, sin duda aleja mi concentración de otros asunto más amenos…- detuvo tanto su andar como ese inicio de monólogo solo para mirarla ahora ya de más cerca con aquellos ojos que aun refulgían en carmesí delirante en directa competencia contra la luz del astro rey, cautivado por la actitud alegre que aun en esos momentos seguía ostentando la ojimiel, por su aparente pureza…
- Sin embargo creo que aquí he encontrado algo capaz de dejar en segundo plano todo ese agobio, aunque me lleve unas cuantas mordidas…- le profirió esbozando una media sonrisa llena de complicidad, para luego aceptar su acción simulando ser una especie de víctima… siempre dramático, pero ahora además tratando de aprovechar de forma plena el lado más comúnmente conocido de la personalidad mítica del dios que pretendía ser… aquella faceta que lo definía como un ser en la cima de la jovialidad, siempre dispuesto a la celebración y al flirteo. No obstante, en la más recóndita profundidad de su ser continuaba sin duda aferrado al objetivo primario de todo aquel montaje, siendo su situación curiosamente similar a la de las sombras que seguían siendo mayoría en el lugar aun cuando la luz del día parecía ser la imperante si se le miraba solo por fuera.
“Al menos ahora lo sé…” era lo que pasaba por su mente al tanto que ella parecía de alguna forma interesada en seguir cerca de él… quizás por el solo hecho de obtener compañía, quizás por el objeto que el impostor tenía en su posesión… o al menos esas eran todas las opciones que su mente por vocación desconfiada le permitía albergar, como fuera, lo importante llegados a ese punto era que ella insistía en su falta de intenciones hostiles hacia él, y eso ya era algo a tomar en cuenta por sí mismo…
Fue por eso que el efebo no puso más empeño en alejarse de su interlocutora, y en cambio cuando ella comenzó a avanzar para llegar a la improvisada zona de confort que él había encontrado bajo el abrigo de la oscuridad, optó por seguir la tónica ajena y abandonar, aunque fuera de manera superficial, su reticencia a la cercanía con la madre naturaleza reencarnada, así volvió a poner en marcha su delgada figura…
- Te pido perdón si parezco tenso o desconfiado, Deméter – contestó finalmente al tiempo que el sonido de sus sandalias clásicas y los pasos ajenos acompañaba como un eco constante a sus palabras – Es solo que… me siento abrumado – prosiguió con tono y gesto que normalmente en otro individuo parecerían exagerados, pero que para lo que él le había mostrado anteriormente a la numen resultaba hasta normal – En esta era hay demasiadas cosas que ocupan mi mente… vicios dispersos, deseos de frenesí, pero también personas que se reprimen a sí mismas, que ocultan sus verdaderos rostros… todo eso puedo percibirlo claramente como una resonancia incesante en mi cabeza, y si bien no me vuelve loco, sin duda aleja mi concentración de otros asunto más amenos…- detuvo tanto su andar como ese inicio de monólogo solo para mirarla ahora ya de más cerca con aquellos ojos que aun refulgían en carmesí delirante en directa competencia contra la luz del astro rey, cautivado por la actitud alegre que aun en esos momentos seguía ostentando la ojimiel, por su aparente pureza…
- Sin embargo creo que aquí he encontrado algo capaz de dejar en segundo plano todo ese agobio, aunque me lleve unas cuantas mordidas…- le profirió esbozando una media sonrisa llena de complicidad, para luego aceptar su acción simulando ser una especie de víctima… siempre dramático, pero ahora además tratando de aprovechar de forma plena el lado más comúnmente conocido de la personalidad mítica del dios que pretendía ser… aquella faceta que lo definía como un ser en la cima de la jovialidad, siempre dispuesto a la celebración y al flirteo. No obstante, en la más recóndita profundidad de su ser continuaba sin duda aferrado al objetivo primario de todo aquel montaje, siendo su situación curiosamente similar a la de las sombras que seguían siendo mayoría en el lugar aun cuando la luz del día parecía ser la imperante si se le miraba solo por fuera.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Al parecer sus pequeños esfuerzos para que el Dios que tenía delante se relajara por fin comenzaba a dar frutos. No es que quisiera algo de él o fuera una especie de trampa, sino que si iban a "trabajar" juntos de menos hubiera... Una relación tranquila y no tensa como la que se vivió en la junta de los dioses. Y le gratificó escuchar la forma en la que pedía perdón y se disculpaba, a lo que sonrió y negó suavemente.
- No hay problema, te entiendo perfectamente. Yo también he sufrido severamente por el estado en el que se encuentra la Tierra en éstos momentos... Es por eso que... - Bajó un momento la mirada, pero luego la levantó, dedicándole una sonrisa amable. - ¡Pero lo que te pasa a ti me resulta curiosamente extraño! ¿Deseos reprimidos? Ciertamente la sociedad actual tiene muchas normas y eso pero... También hay muchos casos de falta de moral y demás.
Se rió un poco por hablar de eso, cubriéndose la boca con su delicada mano. Pero tuvo que extender esa risa al escuchar sus palabras y sobre todo, ver ese dramatismo que tanta curiosidad le causaba. Era como ver un dramaturgo en plena acción. Ladeó un poco la cabeza cuando se acercó.
- Jejeje gracias, aunque preferiría que fuera "alguien" y no "algo". Tengo sentimientos, no soy de madera aunque muchos lo crean.
Fingió indignación colocándose ambas manos en la cadera e inflando las mejillas como una niña berrinchuda. Pero luego desistió de imitar la teatralidad de su invitado, dedicándole otra sonrisa amistosa. ¿Qué podrían hacer para romper un poco más el hielo? Sin duda aunque esas ruinas eran casi poéticas n había mucho que hacer, así que levantó un dedo como si se le ocurriera algo.
- ¡Ah ya sé! ¿Quieres ir al cine o algo? Aunque necesitas un cambio de ropa... Jejeje.
Sí, en ese sentido se alegraba no ser la guardiana de todo, como se supone lo era Athena. Al menos, podrían hacer mundanidades sin ser perseguidos y asesinados por la espalda. ¿No?
- No hay problema, te entiendo perfectamente. Yo también he sufrido severamente por el estado en el que se encuentra la Tierra en éstos momentos... Es por eso que... - Bajó un momento la mirada, pero luego la levantó, dedicándole una sonrisa amable. - ¡Pero lo que te pasa a ti me resulta curiosamente extraño! ¿Deseos reprimidos? Ciertamente la sociedad actual tiene muchas normas y eso pero... También hay muchos casos de falta de moral y demás.
Se rió un poco por hablar de eso, cubriéndose la boca con su delicada mano. Pero tuvo que extender esa risa al escuchar sus palabras y sobre todo, ver ese dramatismo que tanta curiosidad le causaba. Era como ver un dramaturgo en plena acción. Ladeó un poco la cabeza cuando se acercó.
- Jejeje gracias, aunque preferiría que fuera "alguien" y no "algo". Tengo sentimientos, no soy de madera aunque muchos lo crean.
Fingió indignación colocándose ambas manos en la cadera e inflando las mejillas como una niña berrinchuda. Pero luego desistió de imitar la teatralidad de su invitado, dedicándole otra sonrisa amistosa. ¿Qué podrían hacer para romper un poco más el hielo? Sin duda aunque esas ruinas eran casi poéticas n había mucho que hacer, así que levantó un dedo como si se le ocurriera algo.
- ¡Ah ya sé! ¿Quieres ir al cine o algo? Aunque necesitas un cambio de ropa... Jejeje.
Sí, en ese sentido se alegraba no ser la guardiana de todo, como se supone lo era Athena. Al menos, podrían hacer mundanidades sin ser perseguidos y asesinados por la espalda. ¿No?
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
- Es por eso que… ¿qué? – dudó el efebo mientras posaba su mirada curiosa sobre Deméter, pues era obvio que la chica estaba por decir algo más, no obstante cuando ella cambió el tema para interrogarlo sobre su propio discurso, el muchacho fingiendo ser dios esbozó una sonrisa de similar apariencia a la de su interlocutora… más con una naturaleza distinta.
- Aun así, actualmente existen muchas limitaciones que las personas se ponen sobre si mismas o que la sociedad ha ido creando y heredando de manera autómata desde el amanecer de la humanidad…no me refiero a reglas en sí, sino parámetros que terminan siendo tomados como ejemplos sociales, arquetipos diferentes ya a cómo eran cuando vivíamos sobre esta tierra… - por un momento el discurso que el chico daba como respuesta parecía que iba a crecer más allá de lo debido, pero cuando captó eso por él mismo, Enzo detuvo su incansable boca y selló su voz con un breve suspiro, así de nuevo devolvió sus orbes granate hacia aquel rostro delicado e iluminado con una sonrisa.
“¿Pero qué demonios estoy haciendo?”, le costaba creer que por un nimio momento se había relajado de tal forma en compañía de la diosa que había estado por exponerse más allá de lo que debía, ¿acaso se estaba tomando demasiado enserio su farsa, o...?, frunció el ceño de forma casi imperceptible, sintiendo de pronto un escalofrío recorriendo su menudo cuerpo. Ahí estaba, era una sensación que ya había tenido un par de veces antes pero que hasta ahora no se había tomado la molestia de analizar: de alguna manera la esencia de Dionisio estaba fluyendo a través de él, no luchando por liberarse ni tratando de imponerse, sino simplemente ocupando un lugar que originalmente no debería a costa de desplazar algo más… si Enzo tuviera que definir aquella impresión, sin duda diría que sentía como si su alma se estuviera disolviendo dentro de su propio cuerpo.
Empero, su abstracción se vio interrumpida por quién sabe qué vez cuando escuchó el “reclamo” por parte de la diosa adolescente al referirse a ella como un objeto, pero antes de que pudiera seguir su línea y contestarle adecuadamente, la castaña lanzó irreverente otra sarta de palabras que convulsionaron la atmósfera, como ya iba haciéndose su costumbre…
El muchacho entonces guardó silencio por un momento, y ocultando sus ojos bajo la cortina nívea de sus párpados, dio un paso hacia atrás con tal de efectuar una dramática reverencia ante su interlocutora. – Discúlpeme otra vez, señorita – le habló con inesperada caballerosidad, como si en verdad sintiera lo que decía, más no pudo mantener aquello por demasiado tiempo y terminó por sonreír juguetón, reincorporándose en el acto.
- Si, podríamos ir a algún otro lado si quieres… - puso gesto pensativo, limitándose a sí mismo para evitar externar su repudio hacia las aglomeraciones de personas, en cambio manteniendo esa actitud jovial - Y por la ropa no te preocupes - con un simple chasquido del dedo medio y el pulgar presentes en su diestra una cortina de luces esmeraldas lo rodeó, y en cuestión de instantes aquellas pintas sacadas de un libro de historia cambiaron como por arte de magia a ropa más casual, una playera gris sin mangas, ligeramente holgada y un pantalón negro de mezclilla con varios bolsillos y una cadena pendiendo como unión hacia su cinturón, así como unos tenis blancos. - ¿Ves? -
- Aun así, actualmente existen muchas limitaciones que las personas se ponen sobre si mismas o que la sociedad ha ido creando y heredando de manera autómata desde el amanecer de la humanidad…no me refiero a reglas en sí, sino parámetros que terminan siendo tomados como ejemplos sociales, arquetipos diferentes ya a cómo eran cuando vivíamos sobre esta tierra… - por un momento el discurso que el chico daba como respuesta parecía que iba a crecer más allá de lo debido, pero cuando captó eso por él mismo, Enzo detuvo su incansable boca y selló su voz con un breve suspiro, así de nuevo devolvió sus orbes granate hacia aquel rostro delicado e iluminado con una sonrisa.
“¿Pero qué demonios estoy haciendo?”, le costaba creer que por un nimio momento se había relajado de tal forma en compañía de la diosa que había estado por exponerse más allá de lo que debía, ¿acaso se estaba tomando demasiado enserio su farsa, o...?, frunció el ceño de forma casi imperceptible, sintiendo de pronto un escalofrío recorriendo su menudo cuerpo. Ahí estaba, era una sensación que ya había tenido un par de veces antes pero que hasta ahora no se había tomado la molestia de analizar: de alguna manera la esencia de Dionisio estaba fluyendo a través de él, no luchando por liberarse ni tratando de imponerse, sino simplemente ocupando un lugar que originalmente no debería a costa de desplazar algo más… si Enzo tuviera que definir aquella impresión, sin duda diría que sentía como si su alma se estuviera disolviendo dentro de su propio cuerpo.
Empero, su abstracción se vio interrumpida por quién sabe qué vez cuando escuchó el “reclamo” por parte de la diosa adolescente al referirse a ella como un objeto, pero antes de que pudiera seguir su línea y contestarle adecuadamente, la castaña lanzó irreverente otra sarta de palabras que convulsionaron la atmósfera, como ya iba haciéndose su costumbre…
El muchacho entonces guardó silencio por un momento, y ocultando sus ojos bajo la cortina nívea de sus párpados, dio un paso hacia atrás con tal de efectuar una dramática reverencia ante su interlocutora. – Discúlpeme otra vez, señorita – le habló con inesperada caballerosidad, como si en verdad sintiera lo que decía, más no pudo mantener aquello por demasiado tiempo y terminó por sonreír juguetón, reincorporándose en el acto.
- Si, podríamos ir a algún otro lado si quieres… - puso gesto pensativo, limitándose a sí mismo para evitar externar su repudio hacia las aglomeraciones de personas, en cambio manteniendo esa actitud jovial - Y por la ropa no te preocupes - con un simple chasquido del dedo medio y el pulgar presentes en su diestra una cortina de luces esmeraldas lo rodeó, y en cuestión de instantes aquellas pintas sacadas de un libro de historia cambiaron como por arte de magia a ropa más casual, una playera gris sin mangas, ligeramente holgada y un pantalón negro de mezclilla con varios bolsillos y una cadena pendiendo como unión hacia su cinturón, así como unos tenis blancos. - ¿Ves? -
- habilidad usada:
- + Drama King: Facultad que le da la capacidad de cambiar su apariencia, voz y medidas corporales radicalmente para asumir identidades alternas (incluso formas animales, pero nunca híbridos). Esta habilidad, sin embargo, no equivale a copiar rostros, por lo que no puede hacerse pasar por nadie que exista realmente.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
No quiso responder ante la pregunta de Enzo, a pesar de que muy obvio al denotar curiosidad por su frase incompleta. De hecho tomó el inicio de su discurso como una excusa para hacerse la desentendida, asintiendo un par de veces como si escuchara el discurso de un gran filósofo... Y casi casi, después de todo estaba frente a una deidad con milenios de existencia... Claro que tenía una especie de filosofía, sobre todo Dionisio.
- Tienes toda la razón... Aunque realmente nunca me había puesto a pensar en eso. No estoy muy relacionada con... Las limitaciones carnales y eso.
Se rascó apenada la nuca, algo arrepentida de haber dicho eso... Daba a entender demasiado de su vida personal al menos en ese aspecto. Y sí, era cierto que no había tenido contacto con ese tipo de situaciones o pensamientos porque su vida no la llevaba por esos rumbos, y realmente no esperaba que pasara pronto. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por aquella disculpa tan teatral.
- Jeje no hay problema caballero.
Hizo una suave reverencia, apenas doblando las rodillas. Le gustaba esa teatralidad, esa sátira que impregnaban sus movimientos. Althea no sabía si era a propósito o era natural en él pero cada una de sus expresiones llevaba una carga de dramatismo que le llamaba la atención. Si era fingido, sin duda era un chico divertido... Pero si era parte de su ser, algo natural, entonces se encontraba frente a alguien tan peculiar que valía la pena conocer a fondo.
- ¿Uh...?
Y todo quedó, por segunda vez, en otro plano cuando vio su habilidad. ¡¿Podía cambiar la ropa así nada más?! Sus ojos brillaron emocionados como dos joyas y sonrió animada, de manera amplia. ¡Eso sí que era genial!
- ¡Woooooow, que habilidad tan interesante! ¡¿Puedes hacérmelo a mi?! ¡Por favor, por favor!
Asesinó la poca distancia entre ellos y se colocó muy cerca, para mirarle con sus ojos marrones, enormes y redondos. Luego se separó apenas un poco más y extendió los brazos a los costados, como si el adolescente frente a ella fuera alguna especie de costurero que estuviera a punto de tomar sus medidas. Se movió de un lado a otro como si bailara un vals en su sitio, realmente emocionada.
- ¡Dime que sí puedes!
- Tienes toda la razón... Aunque realmente nunca me había puesto a pensar en eso. No estoy muy relacionada con... Las limitaciones carnales y eso.
Se rascó apenada la nuca, algo arrepentida de haber dicho eso... Daba a entender demasiado de su vida personal al menos en ese aspecto. Y sí, era cierto que no había tenido contacto con ese tipo de situaciones o pensamientos porque su vida no la llevaba por esos rumbos, y realmente no esperaba que pasara pronto. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por aquella disculpa tan teatral.
- Jeje no hay problema caballero.
Hizo una suave reverencia, apenas doblando las rodillas. Le gustaba esa teatralidad, esa sátira que impregnaban sus movimientos. Althea no sabía si era a propósito o era natural en él pero cada una de sus expresiones llevaba una carga de dramatismo que le llamaba la atención. Si era fingido, sin duda era un chico divertido... Pero si era parte de su ser, algo natural, entonces se encontraba frente a alguien tan peculiar que valía la pena conocer a fondo.
- ¿Uh...?
Y todo quedó, por segunda vez, en otro plano cuando vio su habilidad. ¡¿Podía cambiar la ropa así nada más?! Sus ojos brillaron emocionados como dos joyas y sonrió animada, de manera amplia. ¡Eso sí que era genial!
- ¡Woooooow, que habilidad tan interesante! ¡¿Puedes hacérmelo a mi?! ¡Por favor, por favor!
Asesinó la poca distancia entre ellos y se colocó muy cerca, para mirarle con sus ojos marrones, enormes y redondos. Luego se separó apenas un poco más y extendió los brazos a los costados, como si el adolescente frente a ella fuera alguna especie de costurero que estuviera a punto de tomar sus medidas. Se movió de un lado a otro como si bailara un vals en su sitio, realmente emocionada.
- ¡Dime que sí puedes!
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Conforme pasaba el tiempo, la convivencia con la diosa en forma de adolescente iba tomando matices cada vez más curiosos y mundanos… rumbos fuera del plan original que había trazado el efebo casi de forma meticulosa, pero que de alguna manera iban haciendo mella en el escudo conceptual que normalmente anteponía a su personalidad, para colmo, Enzo también se estaba dejando llevar un poco.
“¿Pero qué demonios estoy haciendo?” ya lo había pensado con anterioridad, pero su mente lo reiteraba de nuevo… era como si una voz, la suya, se esforzara por mantener esa letanía constante y sonante en su cabeza, como un eco repetido mil veces; no obstante, la voz que debería reconocer sin dificultad alguna poco a poco le parecía más extraña y distante, como la de un desconocido…
Ciertamente lo que sucedía dentro del farsante era todo un caos: su crueldad e indiferencia habituales menguaban de forma preocupante, y así también lo hacía su presunción… aunque esta última en menor medida. Además, mientras más veía a la que tenía frente a él, se sentía más confuso… presa de una extraña influencia que iba ganando terreno.
Recuerdos mitológicos…
En ese momento de forma totalmente inesperada llegó a él una certeza con la que antes jamás hubiera dado, más no era algo que pudiera llamarse casual… era una especie de flashazo canalizado hacia él a través de la presencia durmiente en su interior, una memoria inducida por Baco.
- Puedo intentarlo… - contestó entonces con su normalidad melodramática, pues a pesar de todo lo que había ocurrido en su interior, afuera no habían pasado más que un par de instantes - Sí, creo que puedo hacértelo si me concentro lo suficiente… - esta segunda intervención, además del tono antes mencionado, salió acompañada de una sonrisa enigmática… un gesto también recurrente en él, que sin embargo en esta oportunidad tenía un aire distinto… como si Enzo fuera una persona diferente.
Así, al haberse encargado ya Deméter de acortar la distancia entre ellos lo suficiente para quedar cara cara, y luego de invitarlo a aplicar su don sobre su cuerpo, al efebo no le quedo otro quehacer más que dedicarse a analizar a la muchachita con su mirada fija, con aquellos orbes teñidos de granate que ahora demostraban una profundidad mayor a cualquiera que hubiesen enseñado antes, un aire verdaderamente divino… un dejo de elegancia que estaba lejana incluso de la habitual en su portador.
Una vez pensó que estaba listo, el muchacho de cabello castaño ocultó sus ojos brevemente y suspiró, dibujando en su pensar el esbozo de lo que quería convertir en realidad a través de su habilidad, seguidamente su cosmos se materializó de nueva cuenta en forma de luces esmeraldas, tintineando como un sinfín de campanas minúsculas al unísono… rodeándolo ya no solo a él, sino también a su acompañante. En cuestión de unos instantes aquel despliegue milagroso fue creciendo hasta llegar a su punto álgido, invadiendo con su brillo hasta el más alejado de los rincones presentes en aquellas ruinas, no obstante, cuando todo parecía ir viento en popa, aquella magnificación de energía se convulsionó inesperadamente y en vez de dar como resultado un cambio en la vestimenta ajena, terminó por provocar un crecimiento desmedido de parras desde el piso hasta el techo, encerrando a su invocador y a la madre naturaleza personificada en una jungla de vides, al menos de momento.
Llegados a ese punto el rebote de la habilidad era claro, también lo era su imposibilidad de actuar sobre cuerpos ajenos, pero… ¿eso era todo?
“¿Pero qué demonios estoy haciendo?” ya lo había pensado con anterioridad, pero su mente lo reiteraba de nuevo… era como si una voz, la suya, se esforzara por mantener esa letanía constante y sonante en su cabeza, como un eco repetido mil veces; no obstante, la voz que debería reconocer sin dificultad alguna poco a poco le parecía más extraña y distante, como la de un desconocido…
Ciertamente lo que sucedía dentro del farsante era todo un caos: su crueldad e indiferencia habituales menguaban de forma preocupante, y así también lo hacía su presunción… aunque esta última en menor medida. Además, mientras más veía a la que tenía frente a él, se sentía más confuso… presa de una extraña influencia que iba ganando terreno.
Recuerdos mitológicos…
En ese momento de forma totalmente inesperada llegó a él una certeza con la que antes jamás hubiera dado, más no era algo que pudiera llamarse casual… era una especie de flashazo canalizado hacia él a través de la presencia durmiente en su interior, una memoria inducida por Baco.
- Puedo intentarlo… - contestó entonces con su normalidad melodramática, pues a pesar de todo lo que había ocurrido en su interior, afuera no habían pasado más que un par de instantes - Sí, creo que puedo hacértelo si me concentro lo suficiente… - esta segunda intervención, además del tono antes mencionado, salió acompañada de una sonrisa enigmática… un gesto también recurrente en él, que sin embargo en esta oportunidad tenía un aire distinto… como si Enzo fuera una persona diferente.
Así, al haberse encargado ya Deméter de acortar la distancia entre ellos lo suficiente para quedar cara cara, y luego de invitarlo a aplicar su don sobre su cuerpo, al efebo no le quedo otro quehacer más que dedicarse a analizar a la muchachita con su mirada fija, con aquellos orbes teñidos de granate que ahora demostraban una profundidad mayor a cualquiera que hubiesen enseñado antes, un aire verdaderamente divino… un dejo de elegancia que estaba lejana incluso de la habitual en su portador.
Una vez pensó que estaba listo, el muchacho de cabello castaño ocultó sus ojos brevemente y suspiró, dibujando en su pensar el esbozo de lo que quería convertir en realidad a través de su habilidad, seguidamente su cosmos se materializó de nueva cuenta en forma de luces esmeraldas, tintineando como un sinfín de campanas minúsculas al unísono… rodeándolo ya no solo a él, sino también a su acompañante. En cuestión de unos instantes aquel despliegue milagroso fue creciendo hasta llegar a su punto álgido, invadiendo con su brillo hasta el más alejado de los rincones presentes en aquellas ruinas, no obstante, cuando todo parecía ir viento en popa, aquella magnificación de energía se convulsionó inesperadamente y en vez de dar como resultado un cambio en la vestimenta ajena, terminó por provocar un crecimiento desmedido de parras desde el piso hasta el techo, encerrando a su invocador y a la madre naturaleza personificada en una jungla de vides, al menos de momento.
Llegados a ese punto el rebote de la habilidad era claro, también lo era su imposibilidad de actuar sobre cuerpos ajenos, pero… ¿eso era todo?
- habilidad usada:
- + Harvest: Gracias a su rango como señor de la agricultura y uno de los dioses dadores de fertilidad, Dionisio puede hacer crecer sus plantas características (hiedra, vid e higueras) en cualquier lugar que desee solo con infundir su cosmos divino. Dichas plantas pueden ser “normales” para usarse como decoración o regalo, o lo suficientemente resistentes para crear una gran variedad de objetos usables, algunos útiles incluso en combate.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Era increíble como es que se sentía la diferencia de hace un momento. El chico se estaba comportando mucho más relajado y la tensión que emanaba desde aquella junta de dioses iba disminuyendo a paso veloz. ¿Qué era? ¿Realmente estaba consiguiendo que confiara en ella? Nada ponía más feliz a Althea... Era bien sabido la desconfianza natural que se tienen los Olimpicos entre ellos, siempre en ese juego de quien da más y quien no. Pero aunque no lo creyeran o incluso aunque no lo demostrara ella era diferente... De verdad quería ser amable, de verdad quería simplemente estar en paz... De verdad era leal a su hermano Zeus y a su familia.
- ¡Sí, inténtalo! Quisiera un estilo... No sé... Quizás ropa deportiva, eso sería cómodo.
Miró al techo de las ruinas mientras colocaba un dedo en su mentón en una pose pensativa, buscando algún estilo o ropajes para pedir. Pero al final se decidió por algo sencillo... No iba a ponerse tan específica en ese aspecto, especialmente porque creía que él no entendería mucho de moda y marcas... ¿Oh si? Aún así, Enzo dijo que lo intentaría... Eso significaba que podría servir o no. Lo miró sonriente mientras esperaba, animada al saber que las barreras entre ambos se mermaban al paso de los minutos.
Al sentir la mirada de granate sobre ella, comenzó a hacer movimientos como si modelara. Infería que la apreciaba de esa forma por su habilidad con la ropa así que con ganas de jugar con él sus movimientos se volvían exagerados e imitaban muy mal a las modelos, doblando las rodillas, lanzando besos, levantándose el cabello. Luego se río un poco, esperando no haber hecho el ridículo. Pero entonces fue cuando el adolescente comenzó a demostrar su poder divino... Hermosas luces verdes los rodeó. Maravillada intentó tocar alguna pero entonces el ruido de la roca rompiéndose bajo los pies de ambos la sacó de concentración, asustándose un poco.
- ¡¿Ahh!?
Un montón de parras comenzaron a crecer desde el suelo, atrapándolos en una enredadera de color verde. La impresión primera pasó inmediatamente a una risa estruendosa que llenó aquel edificio olvidado y de apariencia triste. No es broma ni exageración cuando se menciona que era la primera vez que Althea se reía con total sinceridad, hasta que el estómago comenzó a doler y las mejillas a arder. Se cubrió la boca intentando que su voz chillona no causara malestar en su invitado. Además las ramas se habían colado indiscretamente entre sus ropas, abiréndola y rompiendo la tela con sonoros "riiip, riiiiiip".
El resultado era obvio para todo aquel que viera demasiado anime (?) ya que sus ropas estaban bastante desgarradas, incluso la interior, aunque quedaban trozos estrategicamente puestos para no mostrar demasiado. Sin embargo, a la diosa no parecía molestarle en lo absoluto, de hecho, se veía muy divertida tratando de no ser escandalosa al reírse. Movió una de sus manos suavemente y comenzó a sacar las parras con cuidado de los girones de ropaje, manipulándolo con su propio poder... Mover algo que él había creado era una curiosa sensación.
- Creo que no puedes jeje, aunque ahora quedé peor.
Dijo limpiándose una lagrima de la risa.
- ¡Sí, inténtalo! Quisiera un estilo... No sé... Quizás ropa deportiva, eso sería cómodo.
Miró al techo de las ruinas mientras colocaba un dedo en su mentón en una pose pensativa, buscando algún estilo o ropajes para pedir. Pero al final se decidió por algo sencillo... No iba a ponerse tan específica en ese aspecto, especialmente porque creía que él no entendería mucho de moda y marcas... ¿Oh si? Aún así, Enzo dijo que lo intentaría... Eso significaba que podría servir o no. Lo miró sonriente mientras esperaba, animada al saber que las barreras entre ambos se mermaban al paso de los minutos.
Al sentir la mirada de granate sobre ella, comenzó a hacer movimientos como si modelara. Infería que la apreciaba de esa forma por su habilidad con la ropa así que con ganas de jugar con él sus movimientos se volvían exagerados e imitaban muy mal a las modelos, doblando las rodillas, lanzando besos, levantándose el cabello. Luego se río un poco, esperando no haber hecho el ridículo. Pero entonces fue cuando el adolescente comenzó a demostrar su poder divino... Hermosas luces verdes los rodeó. Maravillada intentó tocar alguna pero entonces el ruido de la roca rompiéndose bajo los pies de ambos la sacó de concentración, asustándose un poco.
- ¡¿Ahh!?
Un montón de parras comenzaron a crecer desde el suelo, atrapándolos en una enredadera de color verde. La impresión primera pasó inmediatamente a una risa estruendosa que llenó aquel edificio olvidado y de apariencia triste. No es broma ni exageración cuando se menciona que era la primera vez que Althea se reía con total sinceridad, hasta que el estómago comenzó a doler y las mejillas a arder. Se cubrió la boca intentando que su voz chillona no causara malestar en su invitado. Además las ramas se habían colado indiscretamente entre sus ropas, abiréndola y rompiendo la tela con sonoros "riiip, riiiiiip".
El resultado era obvio para todo aquel que viera demasiado anime (?) ya que sus ropas estaban bastante desgarradas, incluso la interior, aunque quedaban trozos estrategicamente puestos para no mostrar demasiado. Sin embargo, a la diosa no parecía molestarle en lo absoluto, de hecho, se veía muy divertida tratando de no ser escandalosa al reírse. Movió una de sus manos suavemente y comenzó a sacar las parras con cuidado de los girones de ropaje, manipulándolo con su propio poder... Mover algo que él había creado era una curiosa sensación.
- Creo que no puedes jeje, aunque ahora quedé peor.
Dijo limpiándose una lagrima de la risa.
- Habilidad usada:
- 1. Gaia's Hand: Puede crear y manipular pequeñas flores o cualquier tipo de flora ya sea en sus manos o desde el suelo.
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Por un momento solo prevaleció el sonido de las incontables parras creciendo a su alrededor y chocando entre sí, quebrando el mármol del que estaba construido el recinto para ser libres… acentuando aún más la condición semi destruida de aquel lugar. No obstante, de pronto el sonido chillón de una risa inesperada robó el foco de atención para sí.
Aquella risa pertenecía nada más y nada menos que a la propia Deméter, la cual se doblaba casi literalmente a carcajadas como si fuera una chiquilla normal. Enzo por su parte se dedicó simplemente a mirarla, aguardando un poco separado de ella por acción de su propia habilidad descontrolada, mientras que en su rostro se dibujaba un gesto de descontento. En la situación presente él también actuaba como un niño, salvo que en su caso le tocaba representar el papel del berrinchudo…
- Oye…no es tan gracioso, cualquiera comete un error…- su voz seria y su ceño fruncido reflejaban cierta molestia, aunque curiosamente no estaba realmente enojado con la ojimiel, sino simplemente ofuscado de que ella estuviera tan divertida con su error. Inclusive bufó un par de veces sin que pareciera planearlo, apartando hacia un lado su mirada que volvía a ser ámbar. - No te… –
Antes de que pudiera acabar su infantil reclamo, su expresión fue convulsionada de forma totalmente inesperada… - ¿Pero qué…? – al volver a buscar con sus ojos a la diosa, Enzo se encontró con un cuadro de lo más… particular: ante él, gracias a una curiosa formación de las plantas descontroladas se encontraba Althea digamos en… paños menores, o incluso peor. Aun así ella no parecía estar apenada en lo más mínimo, o al menos no tanto como él…
- E-e-e… - por un instante el efebo intentó hablar sin mucho éxito, pero luego externó un suspiro, interiorizando al mismo tiempo su creciente sorpresa por ponerse así solo con ver a una chica, por más diosa que fuera, cuando estando en posesión de una buena parte de las habilidades de Baco había pasado no pocas veces veladas “cercanas” con mortales elegidas al azar, embriagadas con su prescencia. ¿Qué tenía de especial justamente ella?
Para colmo esta no era la primera vez que se descubría recorrido por una sensación así, pues ya antes, durante esta reunión privada, su mente había dado señales de debilidad ante su interlocutora. ¿Sería ella también la causa de esa impresión de vacío en él? No, no podía… no debía claudicar ahora. Enzo tenía planes a los que aferrarse, una ambición. Suspiró tan confuso como nunca lo había estado en su corta vida.
- Si…eso parece… - luego de un par de minutos de silencio incómodo al fin logró juntar el valor necesario para contestar, pero debido a su orgullo aun presente y a sus ansias de mantener aquella farsa divina, aunque su piel de porcelana se tornó claramente rojiza en sus mejillas, sostuvo su mirada en dirección a la numen… eso sí, tratando de no desviarse de aquel rostro aniñado que ahora más que nunca contrastaba con las formas delicadas pero bien definidas de la anatomía de la chica.
- Baah, no quiero que me culpes...- aun esforzándose por aparentar mayor madurez que la que en verdad tenía, Enzo se despojó de su camiseta con un par de movimientos rápidos y bien coordinados a pesar de la falta de espacio, y sin más, extendió la prenda hacia la castaña. - Toma – dijo serio, aunque al mismo tiempo esa actitud de nuevo denunció una especie de vergüenza o nerviosismo infantil, misma que resaltaba aún más con la vista descubierta de su torso a medio camino entre niño y adulto, blanco como el mármol de las estatuas y tan delgado como el ajeno, aunque menos curveado.
Tratando de no pensar demasiado en la situación, el pequeño farsante aguardó a que su compañera tomara la ropa que le ofrecía, mirándola de vez en cuando pero aprovechando la acción de esta al desplegar también su poder de control sobre las plantas para distraerse observando cómo hacía retroceder sus parras.
Aquella risa pertenecía nada más y nada menos que a la propia Deméter, la cual se doblaba casi literalmente a carcajadas como si fuera una chiquilla normal. Enzo por su parte se dedicó simplemente a mirarla, aguardando un poco separado de ella por acción de su propia habilidad descontrolada, mientras que en su rostro se dibujaba un gesto de descontento. En la situación presente él también actuaba como un niño, salvo que en su caso le tocaba representar el papel del berrinchudo…
- Oye…no es tan gracioso, cualquiera comete un error…- su voz seria y su ceño fruncido reflejaban cierta molestia, aunque curiosamente no estaba realmente enojado con la ojimiel, sino simplemente ofuscado de que ella estuviera tan divertida con su error. Inclusive bufó un par de veces sin que pareciera planearlo, apartando hacia un lado su mirada que volvía a ser ámbar. - No te… –
Antes de que pudiera acabar su infantil reclamo, su expresión fue convulsionada de forma totalmente inesperada… - ¿Pero qué…? – al volver a buscar con sus ojos a la diosa, Enzo se encontró con un cuadro de lo más… particular: ante él, gracias a una curiosa formación de las plantas descontroladas se encontraba Althea digamos en… paños menores, o incluso peor. Aun así ella no parecía estar apenada en lo más mínimo, o al menos no tanto como él…
- E-e-e… - por un instante el efebo intentó hablar sin mucho éxito, pero luego externó un suspiro, interiorizando al mismo tiempo su creciente sorpresa por ponerse así solo con ver a una chica, por más diosa que fuera, cuando estando en posesión de una buena parte de las habilidades de Baco había pasado no pocas veces veladas “cercanas” con mortales elegidas al azar, embriagadas con su prescencia. ¿Qué tenía de especial justamente ella?
Para colmo esta no era la primera vez que se descubría recorrido por una sensación así, pues ya antes, durante esta reunión privada, su mente había dado señales de debilidad ante su interlocutora. ¿Sería ella también la causa de esa impresión de vacío en él? No, no podía… no debía claudicar ahora. Enzo tenía planes a los que aferrarse, una ambición. Suspiró tan confuso como nunca lo había estado en su corta vida.
- Si…eso parece… - luego de un par de minutos de silencio incómodo al fin logró juntar el valor necesario para contestar, pero debido a su orgullo aun presente y a sus ansias de mantener aquella farsa divina, aunque su piel de porcelana se tornó claramente rojiza en sus mejillas, sostuvo su mirada en dirección a la numen… eso sí, tratando de no desviarse de aquel rostro aniñado que ahora más que nunca contrastaba con las formas delicadas pero bien definidas de la anatomía de la chica.
- Baah, no quiero que me culpes...- aun esforzándose por aparentar mayor madurez que la que en verdad tenía, Enzo se despojó de su camiseta con un par de movimientos rápidos y bien coordinados a pesar de la falta de espacio, y sin más, extendió la prenda hacia la castaña. - Toma – dijo serio, aunque al mismo tiempo esa actitud de nuevo denunció una especie de vergüenza o nerviosismo infantil, misma que resaltaba aún más con la vista descubierta de su torso a medio camino entre niño y adulto, blanco como el mármol de las estatuas y tan delgado como el ajeno, aunque menos curveado.
Tratando de no pensar demasiado en la situación, el pequeño farsante aguardó a que su compañera tomara la ropa que le ofrecía, mirándola de vez en cuando pero aprovechando la acción de esta al desplegar también su poder de control sobre las plantas para distraerse observando cómo hacía retroceder sus parras.
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
- Jajaja... Lo-o... Jajaja... Lo siento yo... No quiero... Mmjmjmjmj...
Intentó dejar de reírse al notar ese descontento bastante obvio por parte del Dios. Además de su rostro de ofusación también estaba bufando, quizás apenado y enfadado de que simplemente no hubiese resultado. Cerró la boca formando una enorme sonrisa mientras se reía por dentro. Claro que no se burlaba de él, aunque pareciera, más bien estaba divertida por como resultó todo al final. Seguramente si le hubiera pasado a ella misma igual se estaría doblando de la risa.
- Es sólo que... Lo que pasó me dio mucha risa jeje, no me burlo de ti, Enzo.
Explicó divertida mientras levantaba la vista, buscando la ajena hasta encontrarse con que el chico estaba nervioso... ¿Por qué? Por un momento le sorprendió esa reacción... No es que ella fuera inmune al pudor o algo... Es sólo que jamás pensó que Dionisio pudiera si quiera considerar el ponerse avergonzado por alguien como ella, de curvas suaves, casi aniñadas... ¿O quizás la concepción que tenía de él era totalmente errónea? Lo imaginaba rodeado de mujeres todo el tiempo, en tremenda fiesta. Y aunque tenía el cuerpo de un adolescente, sin duda el Dios despierto en él predominaba... ¿No?
En esos momentos de silencio, donde el rostro sonrojado del pelirrojo le miraba fijamente, no pudo evitar ruborizarse de la misma forma. Esa pequeña muralla inconsciente de "¿Qué importa, seguro él ha visto cosas mejores y ni siquiera se sienta interesado?" se derrumbó ruidosamente. Y lo peor fue cuando él se quitó la camisa para extendersela... La tomó lentamente, extendiendo su manilla, totalmente avergonzada... ¡Seguramente está pensando que es una regalada o algo así! Poco a poco las parras terminaron apartándose, a lo que ella con celeridad se colocó la prenda ofrecida, la cual llegaba hasta sus muslos como un vestido bastante flojo y de mangas hasta los codos.
- Gracias... Y... ¡Perdón! No pensé que fueras a avergonzarte y...
Tomó la orilla de la camisa y la jaló un poco como si quisiera que cubriera más de sus piernas delgadas y femeninas. Miró hacía abajo completamente roja... No quería verlo sin camisa, como si hacerlo fuera a agravar más la situación. No recordaba la ultima vez que se sentía así de abochornada. Ahora sus pensamientos estaban en huir cual colegiala y luego enterrar la cabeza como avestruz en algún sitio donde nadie jamás, nunca la encontrarían... Y claro, en ir a su casa a ponerse algo de ropa.
- Creo que... Ya no podremos ir al cine jejeje.
Intentó dejar de reírse al notar ese descontento bastante obvio por parte del Dios. Además de su rostro de ofusación también estaba bufando, quizás apenado y enfadado de que simplemente no hubiese resultado. Cerró la boca formando una enorme sonrisa mientras se reía por dentro. Claro que no se burlaba de él, aunque pareciera, más bien estaba divertida por como resultó todo al final. Seguramente si le hubiera pasado a ella misma igual se estaría doblando de la risa.
- Es sólo que... Lo que pasó me dio mucha risa jeje, no me burlo de ti, Enzo.
Explicó divertida mientras levantaba la vista, buscando la ajena hasta encontrarse con que el chico estaba nervioso... ¿Por qué? Por un momento le sorprendió esa reacción... No es que ella fuera inmune al pudor o algo... Es sólo que jamás pensó que Dionisio pudiera si quiera considerar el ponerse avergonzado por alguien como ella, de curvas suaves, casi aniñadas... ¿O quizás la concepción que tenía de él era totalmente errónea? Lo imaginaba rodeado de mujeres todo el tiempo, en tremenda fiesta. Y aunque tenía el cuerpo de un adolescente, sin duda el Dios despierto en él predominaba... ¿No?
En esos momentos de silencio, donde el rostro sonrojado del pelirrojo le miraba fijamente, no pudo evitar ruborizarse de la misma forma. Esa pequeña muralla inconsciente de "¿Qué importa, seguro él ha visto cosas mejores y ni siquiera se sienta interesado?" se derrumbó ruidosamente. Y lo peor fue cuando él se quitó la camisa para extendersela... La tomó lentamente, extendiendo su manilla, totalmente avergonzada... ¡Seguramente está pensando que es una regalada o algo así! Poco a poco las parras terminaron apartándose, a lo que ella con celeridad se colocó la prenda ofrecida, la cual llegaba hasta sus muslos como un vestido bastante flojo y de mangas hasta los codos.
- Gracias... Y... ¡Perdón! No pensé que fueras a avergonzarte y...
Tomó la orilla de la camisa y la jaló un poco como si quisiera que cubriera más de sus piernas delgadas y femeninas. Miró hacía abajo completamente roja... No quería verlo sin camisa, como si hacerlo fuera a agravar más la situación. No recordaba la ultima vez que se sentía así de abochornada. Ahora sus pensamientos estaban en huir cual colegiala y luego enterrar la cabeza como avestruz en algún sitio donde nadie jamás, nunca la encontrarían... Y claro, en ir a su casa a ponerse algo de ropa.
- Creo que... Ya no podremos ir al cine jejeje.
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
Con su mirada fija en otro sitio Enzo escuchó la vocecilla de Deméter… aquellas palabras risueñas, luego de disculpa… luego con un dejo de pena. “¿Avergonzarme yo?” pensó contrariado, más aun así esa emoción seguía haciéndose patente en su persona gracias al bermellón que teñía sus mejillas a un ritmo curioso.
“No puede ser así, no debe ser así… yo soy Dionisio.”
De alguna forma podría decirse que se estaba poniendo ansioso, sus ojos a pesar de evitar la visión de la chica cuanto podían iban de un lado a otro con nerviosismo, sus dientes jugaban contantemente a apresar y mordisquear su labio inferior levemente grueso. Cuando la castaña dejó de hablar, el silencio se hizo reinante en aquel recinto otrora majestuoso.
Tras eso pasaron algunos segundos en los que al menos el efebo se quedó estático, ensimismado en su más profundo ser al preguntarse cómo debía proceder ahora que le había mostrado esa debilidad tan humana a su interlocutora. A estas alturas, al no poder leer la mente ajena Enzo en su natural desconfianza casi podía asegurar que ella ya sospechaba... ¿Debía adelantar su plan original con ella?, ¿Debía atacarla ahí, ahora que estaban tan cerca?
Normalmente no hubiera dudado, pero en el presente por más que en su cabeza abrazara ideas como las antes dichas, algo en él le impedía simplemente girarse y agredirla…era una sensación extraña que, aun en los oscuros momentos por los que pasaba, le hacía experimentar una calidez insospechada proveniente de una sola fuente, si, de aquella muchacha en cuya alma residía la divinidad de la tierra fértil.
Entonces el chico suspiró, sabiéndose impedido por ahora…confuso, y lentamente giró su cabeza y parte de su semi descubierto cuerpo hasta volver a contemplar de frente con aquellos orbes dorados y brillantes el rostro ajeno, sabedor de que encontraría a la joven más “presentable” tras haber notado por medio del tacto que ella tomaba la prenda ofrecida por él. – No… te preocupes… - le costó un poco de trabajo hablar, aunque sorpresivamente esto no se debía a la maraña de ideas que estaba teniendo lugar en su mente, sino a otra cosa – Yo... también creo que ahora no es buena idea… ¿sabes?... deberíamos posponerlo… - esbozó una sonrisa de lado mientras ocultaba su mirada tras sus párpados por consecuencia de dicha acción, un tanto nervioso aún, más esta vez también portándose como si se disculpara.
- Pero no me malentiendas… – dijo un poco después, tras tomar una bocanada de aire que le hacía falta – Quiero continuar con esta reunión, quizás en un par de días…si te parece – añadió en parte para no deshacer aquella alianza temporal, pues estaba reacio a continuar con su objetivo, y aunque en su mente una vocecilla repetía “Quiero ir al cine contigo”, su personalidad más orgullosa terminó por imponerse y evitar que expresara el resto de su frase… después de todo Enzo hasta ahora siempre había concebido ese tipo de situaciones como “debilidades”.
Tras eso, se limitó a contemplar el cómo ella parecía concentrada en su lucha por taparse más con la prenda proporcionada al estirarla de forma insistente, tan confundido como molesto por ese efecto extraño que la chica tenía sobre él...
“No puede ser así, no debe ser así… yo soy Dionisio.”
De alguna forma podría decirse que se estaba poniendo ansioso, sus ojos a pesar de evitar la visión de la chica cuanto podían iban de un lado a otro con nerviosismo, sus dientes jugaban contantemente a apresar y mordisquear su labio inferior levemente grueso. Cuando la castaña dejó de hablar, el silencio se hizo reinante en aquel recinto otrora majestuoso.
Tras eso pasaron algunos segundos en los que al menos el efebo se quedó estático, ensimismado en su más profundo ser al preguntarse cómo debía proceder ahora que le había mostrado esa debilidad tan humana a su interlocutora. A estas alturas, al no poder leer la mente ajena Enzo en su natural desconfianza casi podía asegurar que ella ya sospechaba... ¿Debía adelantar su plan original con ella?, ¿Debía atacarla ahí, ahora que estaban tan cerca?
Normalmente no hubiera dudado, pero en el presente por más que en su cabeza abrazara ideas como las antes dichas, algo en él le impedía simplemente girarse y agredirla…era una sensación extraña que, aun en los oscuros momentos por los que pasaba, le hacía experimentar una calidez insospechada proveniente de una sola fuente, si, de aquella muchacha en cuya alma residía la divinidad de la tierra fértil.
Entonces el chico suspiró, sabiéndose impedido por ahora…confuso, y lentamente giró su cabeza y parte de su semi descubierto cuerpo hasta volver a contemplar de frente con aquellos orbes dorados y brillantes el rostro ajeno, sabedor de que encontraría a la joven más “presentable” tras haber notado por medio del tacto que ella tomaba la prenda ofrecida por él. – No… te preocupes… - le costó un poco de trabajo hablar, aunque sorpresivamente esto no se debía a la maraña de ideas que estaba teniendo lugar en su mente, sino a otra cosa – Yo... también creo que ahora no es buena idea… ¿sabes?... deberíamos posponerlo… - esbozó una sonrisa de lado mientras ocultaba su mirada tras sus párpados por consecuencia de dicha acción, un tanto nervioso aún, más esta vez también portándose como si se disculpara.
- Pero no me malentiendas… – dijo un poco después, tras tomar una bocanada de aire que le hacía falta – Quiero continuar con esta reunión, quizás en un par de días…si te parece – añadió en parte para no deshacer aquella alianza temporal, pues estaba reacio a continuar con su objetivo, y aunque en su mente una vocecilla repetía “Quiero ir al cine contigo”, su personalidad más orgullosa terminó por imponerse y evitar que expresara el resto de su frase… después de todo Enzo hasta ahora siempre había concebido ese tipo de situaciones como “debilidades”.
Tras eso, se limitó a contemplar el cómo ella parecía concentrada en su lucha por taparse más con la prenda proporcionada al estirarla de forma insistente, tan confundido como molesto por ese efecto extraño que la chica tenía sobre él...
Enzo Galliard- 85
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
El silencio volvió a reinar entre los dos dioses... Uno que aunque no era del todo incómodo llenaba la cabeza de Althea con muchas cuestiones y pensamientos casi erráticos, característicos de las mujeres jóvenes. ¿Le había molestado la forma en la que había reaccionado? ¿Por qué de pronto se había puesto tan serio? ¿Había hecho algo malo y ahora simplemente ya no caía en gracia del Dios? Desvió la mirada hacía algún punto del piso ya añejado, ahora con una expresión algo triste o decepcionada, pero de sí misma. Y a pesar de que él seguía posando su mirada en ella, no correspondía.
El suspiro de Enzo le cayó pesado y al escucharlo lo miró con esos ojotes castaños llenos de vergüenza. Decía que debían posponerlo... Bueno, definitivamente algo había hecho que no había gustado al adolescente con alma de Olimpico. Asintió un par de veces, moviendo su cabello castaño hasta su rostro, en una caricia suave. Aún así, de pronto sonrió y cerró los ojos en una mueca amable, ocultando esos sentimientos de momento.
- Esta bien, no te preocupes. Encontraremos otro día para ir... O al menos para continuar con... Los planes y eso...
Se encontraba bastante ofuscada. ¿Por qué de pronto le importaba lo que el pelinaranja pensara de ella? Generalmente se imponía ante las demás opiniones como paso en la junta de dioses. Le valía un reverendo bledo lo que pudiesen imaginar de su persona.. Había algo en ese chico que la hacía querer conocerlo más, querer agradarle...¿Por qué? ¿Qué era? O quizás solamente estaba muy ebria por ese pequeño trago de vino... No no... Solamente... Quería que la volviera hacer reír así... O que fingiera ser un actor melodramático...
Sin más comenzó a caminar a la salida, casi corriendo, pasando una de sus manos para jalar la camisa desde atrás para que no se levantase por la forma de su redondo y femenino trasero, mientras que la otra jala de la misma forma pero por delante. Así, en una visión clásica de una película cómica, es que huye del templo sin decir nada más, sin si quiera dar una ultima mirada. Daba las gracias que al irse, uno daba la espalda porque así Enzo no vería como es que la chica se mordía el labio conteniendo las lagrimas.
(Althea out *w*)
El suspiro de Enzo le cayó pesado y al escucharlo lo miró con esos ojotes castaños llenos de vergüenza. Decía que debían posponerlo... Bueno, definitivamente algo había hecho que no había gustado al adolescente con alma de Olimpico. Asintió un par de veces, moviendo su cabello castaño hasta su rostro, en una caricia suave. Aún así, de pronto sonrió y cerró los ojos en una mueca amable, ocultando esos sentimientos de momento.
- Esta bien, no te preocupes. Encontraremos otro día para ir... O al menos para continuar con... Los planes y eso...
Se encontraba bastante ofuscada. ¿Por qué de pronto le importaba lo que el pelinaranja pensara de ella? Generalmente se imponía ante las demás opiniones como paso en la junta de dioses. Le valía un reverendo bledo lo que pudiesen imaginar de su persona.. Había algo en ese chico que la hacía querer conocerlo más, querer agradarle...¿Por qué? ¿Qué era? O quizás solamente estaba muy ebria por ese pequeño trago de vino... No no... Solamente... Quería que la volviera hacer reír así... O que fingiera ser un actor melodramático...
Sin más comenzó a caminar a la salida, casi corriendo, pasando una de sus manos para jalar la camisa desde atrás para que no se levantase por la forma de su redondo y femenino trasero, mientras que la otra jala de la misma forma pero por delante. Así, en una visión clásica de una película cómica, es que huye del templo sin decir nada más, sin si quiera dar una ultima mirada. Daba las gracias que al irse, uno daba la espalda porque así Enzo no vería como es que la chica se mordía el labio conteniendo las lagrimas.
(Althea out *w*)
Althea- 266
Re: Schadenfreude [Privado // Althea]
De la misma forma, para el efebo también resultó provechoso que mientras la castaña huía no pudiera verlo, pues casi en seguida de escuchar las últimas palabras liberadas por esta el rostro pálido del joven expresó una mueca de arrepentimiento. Quería detenerla, gritarle que volteara y se quedara aunque sea para tontear otro rato más…pero ya era tarde, ella se había alejado pronto.
“Tsk… soy un idiota…” se reclamó entonces a sí mismo con cara de ofuscación, mientras al ya no tener nada que hacer ahí se levantaba poco a poco y comenzaba a avanzar hacia su propia salida. A cada paso que daba su torso blanco y descubierto, curiosamente delgado a pesar de su género, se iba iluminando poco a poco por la luz del sol matinal, mismo que le brindaba una tibieza agradecible. Su andar calmo apenas si hacía eco entre el mármol añejo y sin contar la iluminación natural ya no había nada en derredor a él que hiciera brillar su humanidad…era como si antes hubiera llegado un dios, pero ahora estuviera por salir un humano…
A la vez, dentro del chico seguía patente esa dualidad entre molestia y curiosidad, entre certeza y confusión… estaba impaciente de que llegara el día del prometido reencuentro para volver a ver a la joven, pero al mismo en su más oscuro interior deseaba robar ese poder mostrado por ella, esa esencia que le había demostrado calidez más también sabiduría primordial y trascendencia en una sola reunión...
Apenas llegar al exterior, el muchacho tuvo que cubrirse brevemente el rostro recargando el dorso de su diestra sobre su frente, ello con tal de defenderse de la claridad natural que lastimaba sus ojos luego de haberse acostumbrado a la sombra imperante en las ruinas; en el camino su rostro había permutado a uno más taciturno, aunque poniendo atención podía advertirse una ligera sonrisa maliciosa esbozada por sus labios…
- Yo… te volveré a ver… - murmuró de forma enigmática y solo tras decir aquello se dispuso a abandonar la escena, empero no usando las parras que le caracterizaban, sino a pie…
--------------
Gracias por el tema!
“Tsk… soy un idiota…” se reclamó entonces a sí mismo con cara de ofuscación, mientras al ya no tener nada que hacer ahí se levantaba poco a poco y comenzaba a avanzar hacia su propia salida. A cada paso que daba su torso blanco y descubierto, curiosamente delgado a pesar de su género, se iba iluminando poco a poco por la luz del sol matinal, mismo que le brindaba una tibieza agradecible. Su andar calmo apenas si hacía eco entre el mármol añejo y sin contar la iluminación natural ya no había nada en derredor a él que hiciera brillar su humanidad…era como si antes hubiera llegado un dios, pero ahora estuviera por salir un humano…
A la vez, dentro del chico seguía patente esa dualidad entre molestia y curiosidad, entre certeza y confusión… estaba impaciente de que llegara el día del prometido reencuentro para volver a ver a la joven, pero al mismo en su más oscuro interior deseaba robar ese poder mostrado por ella, esa esencia que le había demostrado calidez más también sabiduría primordial y trascendencia en una sola reunión...
Apenas llegar al exterior, el muchacho tuvo que cubrirse brevemente el rostro recargando el dorso de su diestra sobre su frente, ello con tal de defenderse de la claridad natural que lastimaba sus ojos luego de haberse acostumbrado a la sombra imperante en las ruinas; en el camino su rostro había permutado a uno más taciturno, aunque poniendo atención podía advertirse una ligera sonrisa maliciosa esbozada por sus labios…
- Yo… te volveré a ver… - murmuró de forma enigmática y solo tras decir aquello se dispuso a abandonar la escena, empero no usando las parras que le caracterizaban, sino a pie…
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Gracias por el tema!
Enzo Galliard- 85
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